En jaulas con colchonetas y mantas térmicas los niños inmigrantes esperan el incierto futuro de sus padres, en un exalmacén convertido en un improvisado centro de detención en McAllen, Texas, conocido como "Ursula". En la instalación hay más de 1.100 personas divididas en corrales de metal que separan a los inmigrantes entre adultos, padres con hijos y niños sin compañía que esperan una evaluación. En una de las celdas, con 20 niños, los más grandes cuidaban a los más pequeños entre botellas de agua y bolsas de papas fritas, según observaron el domingo legisladores estadounidenses y periodistas.
Niños cuidando niños es una de las consecuencias de la "política de tolerancia cero" que anunció el fiscal general, Jeff Sessions, hace más de un mes. La orden obliga a enviar a todos los adultos que ingresen ilegalmente a EE.UU., incluido los acompañados por sus hijos, a una prisión federal mientras esperan un juicio.
Hasta anoche se contabilizaban 11.700 menores en custodia. Según el nuevo protocolo, está prohibido que los niños estén detenidos junto a sus padres, por lo que son enviados a otros centros y después a instalaciones del Departamento de Salud y Servicios Humanos hasta que puedan ser reubicados con un padre, tutor o una familia de acogida.
Así, en las últimas seis semanas, 2.300 menores fueron separados de sus familias en la frontera con México, aunque la cifra podría ser mayor según las autoridades estadounidenses. Esta política del gobierno del Presidente Donald Trump ha provocado una ola de indignación entre demócratas y republicanos, además de organizaciones de DD.HH. por la separación forzada de niños y padres.
"EE.UU. no será un campo de inmigrantes y no será un centro de acogida de refugiados. Lo que está ocurriendo en Europa y otros lugares, no lo permitiré, no bajo mi vigilancia", señaló ayer el Presidente Trump en una conferencia de prensa. Antes, a través de su cuenta en Twitter, escribió: "Los niños están siendo utilizados por algunos de los peores criminales en la tierra como un medio para ingresar a nuestro país".
El mandatario republicano insistió que la responsabilidad por la situación de los niños es culpa de los congresistas del Partido Demócrata debido a que la normativa de la separación de familias viene de una legislación aprobada durante el gobierno de Barack Obama.
"No queremos separar a los padres de sus hijos. Si construimos el muro, si aprobamos una legislación para acabar con la ilegalidad, no nos enfrentaremos a estas opciones terribles", aseguró Sessions en un discurso en Nueva Orleans.
Horas antes, la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, afirmó que el gobierno no pedirá "disculpas". "Este gobierno tiene un mensaje sencillo: si cruzas la frontera de manera ilegal serás procesado", agregó la funcionaria.
La crítica de Melania
La política de "tolerancia cero" incluso generó el rechazo de la primera dama Melania Trump. A través de su portavoz, Stephanie Grisham, Melania dijo que "odia" la separación de los niños de su familia. "Ella cree que tenemos que ser un país que siga todas las leyes, pero también un país que gobierne con corazón", dijo.
Otras cuatro primeras damas también evidenciaron su descontento. Hillary Clinton señaló que lo que ocurre en la frontera es una "crisis moral y humanitaria" y aseguró que "advirtió" que esto ocurriría con Trump.
Laura Bush escribió una columna en The Washington Post en la que catalogó de "cruel" e "inmoral" las medidas de Trump, la que fue compartida por Michelle Obama. Mientras que Rosalynn Carter dijo que era "una vergüenza" para el país.
La líder de la minoría demócrata, Nancy Pelosi, denunció, por su parte, que "separar a niños pequeños vulnerables de sus padres es de una atrocidad máxima". En la misma línea se pronunció Amnistía Internacional.