En la víspera de su inédito encuentro con el líder norcoreano Kim Jong Un, que se iniciaba a las 21.00 de anoche en el hotel Capella de Singapur, el Presidente estadounidense Donald Trump ya se mostraba confiado de los resultados de la cumbre. "Tenemos una reunión muy interesante (...), y creo que las cosas pueden funcionar muy bien".
Un optimismo que la propia Casa Blanca se encargó de ratificar al señalar que Trump abandonaría Singapur antes de lo previsto porque las negociaciones avanzaban "más rápido de lo anticipado". Si bien el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, dijo que el contexto de las discusiones fue "radicalmente diferente al que había antes", destacó que la reunión sería el inicio de un proceso que "establecería las condiciones para futuras conversaciones".
Washington está preparada para emprender acciones para ofrecer "garantías suficientes" a Corea del Norte de que la desnuclearización "no es algo que termine mal para ellos", añadió Pompeo, que no aclaró si se contempla la retirada de las tropas estadounidenses de la Península de Corea. Un tema sobre el que el jefe del Pentágono, James Mattis, fue un poco más allá. Discutir el retiro de tropas estadounidenses de la Península de Corea "podría ser prematuro, pero no es una línea roja", afirmó, sugiriendo que podía incluso ser parte de la discusión.
¿Pero cómo Kim llegó a sentarse a la mesa de negociaciones, después de años de amenazar a Occidente con su arsenal nuclear? Fareed Zakaria, columnista de CNN, reconstruye el escenario que enfrentó el líder norcoreano en los últimos años. "Para cuando llegó al poder, el régimen había perdido a su gran mecenas, la Unión Soviética. Su aliado más cercano, China, con quien luchó en la Guerra de Corea, ahora lo veía como una molestia, a menudo votando para sancionar a Corea del Norte en las Naciones Unidas. Y el país más poderoso del mundo, Estados Unidos, a menudo expresó su deseo de ver un cambio de régimen en Pyongyang".
"Entonces, Kim Jong Un aceleró la política de su padre y su abuelo: compró un seguro, en la forma de una capacidad nuclear robusta. Habiendo logrado ese paraguas de seguridad, Corea del Norte parece estar lista para hablar", escribió Zakaria.
Si bien varios analistas consideran que el peso de las sanciones fue clave para que Kim se abriera a negociar su programa nuclear, Jenny Town, editora del portal 38 North, especializado en Corea del Norte, tiene una opinión diferente. A su juicio, la opción diplomática adoptada por Pyongyang responde a una cuidada estrategia. "Kim Jong Un ha pasado los dos últimos años trabajando para completar el lado 'nuclear' de su política byungjin de desarrollo dual nuclear y económico (...) Así, mientras le situación política empeoró, el énfasis estuvo en el lado nuclear de la ecuación", dijo Town a La Tercera en una entrevista reciente.
Sin embargo, a juicio de Town, todo cambió el año pasado, después de la prueba de vuelo del misil Hwasong-15. "Kim Jong Un hizo la declaración de que Corea del Norte había logrado la disuasión nuclear, cumpliendo así el lado nuclear de la ecuación de byungjin y reiteró eso en su discurso de Año Nuevo. Ahora, Kim se siente más en paridad estratégica con las grandes potencias, y puede enfocarse en el lado económico de la ecuación, que requiere una mejor imagen internacional", enfatizó.
En cuanto al programa nuclear norcoreano, el tono estadounidense se ha ido suavizando gradualmente. La exigencia de un desarme "completo, verificable e irreversible" ya no es una condición previa, sino una meta a alcanzar, después de lo que la Casa Blanca ya acepta que va a ser un proceso más o menos prolongado.
Los expertos ya han hecho notar que la desnuclearización de Pyongyang será un proceso de largo aliento. Siegfried S. Hecker, ex director del laboratorio armamentístico Los Álamos, en Nuevo México, y ahora profesor de Stanford, cree que este proceso podría tomar al menos una década. "La política puede retrasar la desnuclearización definitiva hasta en 15 años", señaló Hecker, quien sigue siendo el único científico estadounidense en haber visto las instalaciones norcoreanas para enriquecer uranio.
En declaraciones a The New York Times, Hecker dice que la clave para el desarme es convencer a Corea del Norte de que su seguridad no depende de sus armas nucleares. Pero su viceministra de Relaciones Exteriores, Choe Son-hui, subrayaba el mes pasado que Corea del Norte "ha pagado un precio muy caro para lograr una fuerza potente y fiable que nos permita defendernos".