A medida que el estancamiento en la guerra ruso-ucraniana se alarga, las especulaciones en Occidente empiezan a crecer. Siempre alerta por la posibilidad de una escalada en la guerra, y la posibilidad de que Rusia llegue a atacar territorios de países miembros de la OTAN, el investigador del Proyecto Nuclear de Oslo, Fabian Hoffmann, publicó un hilo en X asegurando que Europa “está mucho más cerca de la guerra de lo que la mayoría de la gente cree”, y que “nuestra ventana de tiempo para el rearme es mucho más corta”.
Según el experto, hay máximo “2 o 3 años” para restablecer una fuerza “disuasiva” frente a Rusia. “Un error común al analizar la amenaza que significa Rusia es caer en la trampa de la ‘imagen espejo’, o sea, asumir que Rusia ve un potencial conflicto de la misma manera en que lo vemos nosotros”, señaló el experto en política de defensa, tecnología de misiles y estrategia nuclear.
Frente al riesgo de una posible guerra con Rusia, Hoffmann no es la única voz alerta desde Europa: desde el gobierno de Suecia ya llamaron a la población a prepararse, siendo este un país que no ha visto conflictos bélicos en su territorio desde hace décadas.
En concreto, su ministro de Defensa Civil, Carl-Oskar Bohlin, fue el que advirtió a la población civil de que debe prepararse para un conflicto armado. Bohlin lo hizo en un discurso replicado por la página web del gobierno sueco y en el que dejó una frase contundente: “Podría haber guerra en Suecia”. “La situación de seguridad se ha deteriorado. El rápido rearme de Rusia debe tomarse muy en serio. Como ministro responsable, estoy obligado a explicarlo al pueblo sueco”, agregó.
Evaluando los riesgos de una guerra entre la OTAN y Rusia, Hoffmanm argumenta en su hilo que Moscú no planearía una guerra convencional por tierra, como la que está llevando a cabo en Ucrania. “Ya antes de sufrir pérdidas sustanciales en el campo de batalla de Ucrania, Rusia sabía que sería inferior en tal escenario”, asegura el experto.
“La manera rusa de pensar una guerra con la OTAN tiene como basa los conceptos de ‘control de la escalada’ y la ‘gestión de la escalada’. El objetivo primario de Rusia en una guerra con la OTAN es el de gestionar efectivamente la escalada, de tal modo que la guerra acabe rápidamente y en términos que le sean favorables a Rusia”, explica Hoffmann. En su opinión, dado que la OTAN y Estados Unidos tienen una superioridad “convencional” en términos de ejércitos, la opción rusa es que las hostilidades terminen luego.
En ese sentido, Rusia no buscaría una victoria convencional “en el campo de batalla”, como sí lo está buscando en Ucrania, sino una coerción que someta a la OTAN, al señalar su habilidad de “progresivamente, causar cantidades de daño cada vez mayor”. “Esto podría significar, en particular, ataques de alto rango contra infraestructura civil crítica en distintos países europeos de la OTAN. El mensaje a los gobiernos occidentales sería: ‘No vengan con su respaldo a sus aliados de Europa del Este, a menos que quieran ver a su población sufrir’”, comenta Hoffmann.
La principal amenaza, asegura el experto, vendría acompañando este tipo de ataques: Rusia iría extendiendo su “paraguas nuclear” sobre cualquier territorio que capturase a la OTAN en un primer ataque. “Esto envía un segundo mensaje: cualquier intento de retomar ese territorio, particularmente por parte de fuerzas externas de la OTAN (EE.UU.), resultará en una escalada nuclear”, advierte. La idea es que el miedo psicológico a la escalada sería aquello que “abriría la puerta de las negociaciones sobre el futuro de la OTAN”, en términos de Rusia.
A grandes rasgos, no se trataría de una guerra en que dos fuerzas se enfrenten, sino principalmente una competición de “toma de riesgos”, en la que lo importante sería ser “el último en ceder” en caso de ser confrontado a un prospecto de guerra a gran escala y ataques nucleares. “Como saben los historiadores de la Guerra Fría, el balance de poder militar no determina el resultado de las competiciones de toma de riesgo”, comenta Hoffmann. En este cuadro, Rusia no necesitaría “empatar” la fuerza convencional de la OTAN, sino solo aparentarla “estratégicamente”.
“Y acá está el tema: la actual guerra en Ucrania le está enseñando a Rusia una lección cruel, y es que a Occidente le falta resolución. La separación doméstica y las interminables discusiones sobre la escalada solo refuerzan la creencia rusa de que la OTAN se retraerá en caso de que se le presione. Esto significa que Rusia no necesita mejorar su fuerza convencional. En mi opinión, los escenarios en los que tenemos entre cinco y diez años para rearmarnos tras el fin de la guerra son demasiado optimistas”, indica el hilo.
De acuerdo con Hoffmann, más bien Europa tendría entre “2 o 3 años” para rearmarse, de tal manera que pueda tener una “fuerza de disuasión creíble” que impida a Rusia intentar cualquier expansión: “Si no, corremos el grave riesgo de que Moscú nos desafíe, más temprano que tarde”.
Terminando el hilo, Hoffmann señala que hoy la OTAN debe negar a Rusia cualquier habilidad de tomar territorio de alguno de sus países miembros, o de atacar infraestructura crítica. Y no solo eso, sino también tener una “seria discusión”, no solo sobre como disuadir a Rusia, sino también como sería pelear una guerra contra ella. “¿Estamos preparados para tomar represalias contra la infraestructura civil crítica rusa en caso de que Rusia ataque la nuestra primero? ¿Cómo reaccionamos ante el primer uso nuclear ruso?”, se pregunta el experto.
“Desde 2014, los intelectuales rusos han debatido extensa y públicamente cómo ganar una guerra contra la OTAN. ¿Dónde está nuestro debate? Lo que necesitamos, especialmente en Europa, es un esfuerzo de toda la sociedad para poner nuestros asuntos en orden. No se puede negar que esto tendrá un costo significativo, pero no veo ninguna otra opción viable. Considerando los peores escenarios, como deberíamos, el tiempo ya se ha acabado”, termina el hilo de Hoffmann.
Suelo congelado
En paralelo con tan pesimistas pronósticos, las actualizaciones del think tank norteamericano Instituto para el Estudio de la Guerra, que viene siguiendo día a día el desarrollo del conflicto entre Moscú y Kiev, traen noticias poco positivas para Ucrania. Acercándose lo peor del invierno, el organismo asegura que el endurecimiento del suelo crearía “condiciones propicias” para el avance de vehículos pesados.
En un informe reciente, el Instituto publicó: “Fuentes rusas aseguran que las fuerzas rusas están preparándose para lanzar una nueva ofensiva en las próximas semanas, una vez que el suelo se congele en el este y sur de Ucrania. El crítico literario e historiador alternativo ruso Sergey Pereslegin afirmó el 12 de enero que las fuerzas rusas lanzarán un esfuerzo ofensivo a gran escala en Ucrania en algún momento entre el 12 de enero y el 2 de febrero, después de que el suelo se congele y probablemente después de que las fuerzas ucranianas se ‘agoten’ de defender sus posiciones en Avdiivka y orilla este del Óblast de Kherson”.
En el mismo informe, el Instituto destaca que, teniendo cerca de medio millón de efectivos en territorio ucraniano, hoy por hoy Rusia puede permitirse el “rotar personal” y mantener el ritmo de sus ofensivas.
Pero no solo desde la academia temen por una ofensiva rusa, ya que el gobierno sueco ha empezado a advertir a su población, suscitando un intenso debate y compras de emergencia entre sus ciudadanos.
El comandante de las Fuerzas Armadas Suecas, Micael Bydén, mostró en una presentación fotos de casas quemadas y bombardeadas en Ucrania. “¿Creen ustedes que esto podría ser Suecia? La guerra de Rusia contra Ucrania es una etapa, y no un objetivo final. La meta es establecer una esfera de influencia, y destruir el orden mundial basado en normas”, aseguró Byden. El mensaje también fue apoyado por el ministro de Defensa Civil, Carl-Oskar Bohlin, que reiteró que “podría haber una guerra en Suecia”.