El caso de Jovenel Moïse, el presidente haitiano que fue asesinado en 2021, dio un giro enorme esta semana, cuando el juez Walther Voltaire emitió un informe final en el que acusó a figuras del más alto perfil en el país caribeño, de estar involucrados en la muerte del mandatario. Los acusados más importantes son la misma viuda del presidente, Martine Moïse, así como al ex primer ministro Claude Joseph y al ex director de la Policía Nacional, Léon Charles.
Las acusaciones presentadas incluyen una serie de delitos graves como asociación para delinquir, robo a mano armada, terrorismo, asesinato y complicidad en asesinato, todas en relación con el asesinato de Jovenel Moïse. “Existen cargos concordantes y pruebas suficientes para justificar su responsabilidad en los hechos que se les imputan”, indicó la decisión del magistrado, remitiéndolos “al Tribunal Penal, reunido sin asistencia de jurado, para ser juzgados por los hechos de asociación para delinquir, robo a mano armada, terrorismo, asesinato y complicidad en asesinato, delitos cometidos en perjuicio de Jovenel Moise”.
Los cargos más graves los enfrenta el ex director de policía Léon Charles, que hoy representa de manera permanente a Haití frente a la OEA: se le acusa de homicidio, intento de homicidio,posesión y portación ilegal de armas, asociación delictuosa contra la seguridad interna del Estado, y asociación de delincuentes.
El asesinato de Jovenel Moïse, ocurrido el 7 de julio de 2021 en su residencia de Puerto Príncipe, fue un acto de violencia que conmocionó a Haití y inició una crisis política que hasta el día de hoy solo empeora. Moïse fue brutalmente torturado y asesinado por un grupo de mercenarios, en su mayoría de origen colombiano, mientras que su esposa resultó gravemente herida en el ataque y fue trasladada de urgencia a Miami para recibir atención médica.
La investigación posterior ha revelado la complejidad del asesinato, que contó con la participación de casi 50 sospechosos, algunos de los cuales fueron extraditados a Estados Unidos y enjuiciados por su presunta implicación en el crimen. El caso ha desatado una serie de interrogantes sobre quiénes estaban realmente detrás del asesinato de Moïse y cuáles eran sus motivaciones.
Según los fiscales, todo se trató de un complot orquestado entre Haití y Florida, y cuyo plan era secuestrar o matar a Moïse, de 53 años en ese entonces. Uno de los participantes confesos en este complot es el exsenador Joseph Joel John, de 52 años.
Condenado a cadena perpetua frente a un tribunal de Miami, Joseph Joel John indicó al respecto de la conspiración que, en el momento en que se decidió asesinar al presidente, él no pudo echarse atrás por miedo a morir. Hablándole al juez José Martínez, pidió: “Magistrado, apiádese de mí”, para luego pedir perdón a los allegados de la víctima y al pueblo haitiano por un “crimen odioso que jamás debería haber ocurrido”.
John afirmó que su intención no era la de asesinar al mandatario, sino llevarlo ante la justicia por su gestión deficiente, sus acciones han sido objeto de escrutinio y debate. El exsenador se había declarado culpable de proporcionar vehículos y recursos para realizar el magnicidio, además de encontrarse con los conspiradores, tanto en Haití como en Florida.
Respecto a la viuda de Moïse, Martine Moïse, el juez aseguró que sus declaraciones obre el asesinato de Jovenel “están tan plagadas de contradicciones que dejan mucho que desear y la desacreditan”. Ni Charles ni Martine Moïse han declarado, de momento, respecto a las acusaciones que se le imputan. Por su parte, Joseph, el ex primer ministro, compartió una declaración con The Associated Press acusando al nuevo primer ministro, Ariel Henry de “socavar” la investigación y beneficiarse de la muerte del presidente.
“Henry... está utilizando el sistema de justicia haitiano como arma, procesando a opositores políticos como yo. Es un golpe de estado clásico. No lograron matarnos a Martine Moise y a mí el 7 de julio de 2021, ahora están utilizando el sistema de justicia haitiano para promover su agenda maquiavélica”, acusó. De paso pidió, como viene haciendo desde hace un tiempo, la renuncia del primer ministro Ariel Henry.
Estos acontecimientos se desarrollan en un contexto de profunda crisis en Haití, que abarca el aspecto político, pero también una grave situación de seguridad. El país enfrenta desafíos significativos, incluida la presencia de pandillas armadas que controlan vastas áreas del territorio y un aumento alarmante de la violencia. La situación se ve agravada por la falta de estabilidad política, con protestas antigubernamentales que exigen la renuncia del primer ministro Ariel Henry, quien asumió el cargo tras el asesinato de Moïse en medio de una crisis de legitimidad.
Ariel Henry llegó al cargo de primer ministro el 5 de julio de 2021, dos días antes de que Moïse fuera asesinado en su domicilio. En ese momento, Canada, Estados Unidos y Francia lo reconocieron como la autoridad en la isla. A pesar de sus promesas de realizar elecciones democráticas, aún no habría manera de hacerlas en el país, considerando la fuerte violencia y el rol de las pandillas.
Precisamente hace dos semanas, seis personas murieron y más de una decena resultaron heridas durante manifestaciones en Haití. Estas protestas exigían la salida de Henry del poder, luego de 30 meses siendo el líder “de facto” en la isla.