Responsables del Reino Unido y la Unión Europea se sientan a conversar este lunes para intentar poner un marco a las negociaciones para un acuerdo posbrexit, que si no se logra traería consecuencias devastadoras para ambas economías.
El negociador europeo, Michel Barnier, y su homólogo británico David Frost se reúnen este lunes para discutir sobre el “formato” de las negociaciones, indicó la Comisión Europea.
Las negociaciones se encuentran actualmente encalladas después de que la delegación británica se opusiera a seguir negociando mientras no se produjera un “cambio fundamental en la posición” de los europeos. Un portavoz del primer ministro Boris Johnson había asegurado incluso que para Londres las negociaciones comerciales habían “acabado”.
“El balón está en su campo”, insistió el domingo el ministro de Gobierno británico, Michael Gove, sobre esta partida de ajedrez entre Londres y Bruselas. Añadió que la posibilidad de seguir negociando seguía “entreabierta” si la UE cambiaba “su posición”.
Acelerar los preparativos
El vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, se reunió este lunes por la mañana con Gove para discutir sobre la aplicación del primer acuerdo del Brexit, alcanzado en 2019 y que se consumó el pasado 31 de enero con la salida oficial del Reino Unido de la UE.
Según la agencia Bloomberg, el gobierno británico contempla renunciar a algunos de los aspectos más controvertidos del proyecto de ley que vulnera algunos de los artículos del primer tratado del Brexit, lo que facilitaría las negociaciones con la UE.
El anuncio de este proyecto de ley indignó a los dirigentes europeos y obstaculizó las negociaciones con Bruselas, que abrió un procedimiento de infracción al Reino Unido.
Esta polémica iniciativa legislativa, que será debatida este lunes y el martes en la Cámara de los Lores, también cuenta con numerosos detractores entre los británicos.
Un grupo de arzobispos publicó este lunes una tribuna en el Financial Times en la que criticaron las “enormes” consecuencias “morales”, “políticas” y “legales” que comportaría esta ley, que podría vulnerar el derecho internacional.
Si Londres y Bruselas no alcanzaran un acuerdo comercial, las autoridades británicas aseguran que asumirían este “no deal” y se restablecerían tasas aduaneras entre el Reino Unido y los 27 países miembros de la UE, lo que podría suponer unas duras consecuencias económicas en un Viejo Continente ya debilitado por el coronavirus.
Las negociaciones giran en torno a tres cuestiones: el acceso de los europeos a las reservas pesqueras de las aguas británicas, las garantías que exige Londres en materia de competencia y la manera con la que se resolverían los desacuerdos comerciales en el futuro tratado.
El gobierno británico pedirá esta semana a las empresas que aceleren sus preparativos para adaptarse a las nuevas reglas aduaneras que se aplicarán a partir de enero.
También impulsará en los próximos días una campaña de información con el eslogan “El tiempo apremia”.
“A finales de este año, abandonaremos el marco único europeo y la unión aduanera, lo que significa que habrá nuevos desafíos y nuevas oportunidades para las empresas”, declaró Gove en un comunicado. “Los cambios se producirán en tan solo 75 días y el tiempo apremia para que las empresas actúen”.
BusinessEurope, la organización patronal europea, pidió responsabilidad a ambas delegaciones para que “alcancen un acuerdo”, “la única manera de evitar caer en la incertidumbre y una perturbación mayor”.