La sensación generalizada en la izquierda francesa es una: la hora es grave. Pocas horas después de conocerse los resultados de la primera vuelta de las elecciones legislativas, la Place de la République en París estaba atestada de personas tomando parte en el evento del Nuevo Frente Popular, la coalición de los socialistas, comunistas, ecologistas e insumisos.
Con el 28% de los votos, y un montón de escaños que quedaban por pelear en el balotaje, el ambiente no era de fracaso total: se había superado al macronismo, y estaban a cuatro puntos de empatar la extrema derecha. En una plaza rodeada de policías, con la estatua enorme de Marianne –símbolo que personifica a la República Francesa– entre luces, banderas y rayada como nunca, el público cantó la noche del domingo “El pueblo unido jamás será vencido” (en español) y “Bella ciao” (en italiano), el himno de resistencia partisana.
Pero entre la esperanza y el miedo a ver a Jordan Bardella, el joven presidente del partido de extrema derecha Agrupación Nacional, como primer ministro, la segunda emoción fue la que más persistió entre los asistentes del evento.
Clarisse (34) resumió su impresión en tres palabras: “Una gran tristeza”. “No sé que más decir, pero es una gran tristeza, y una incomprensión, finalmente, de eso que es Francia. Los resultados no representan la Francia que conocí, y aquella a la que pertenezco. Y de golpe, por eso hay una gran tristeza, es difícil de comprender”, agregó.
Philippine (26) comparte el análisis. “Es un sentimiento un poco mezclado, porque estamos obligados a mirar de frente la realidad de nuestro país hoy. Uno en que 12 millones de franceses votaron por la extrema derecha”, comenta la joven, sentada a los pies de la estatua de Marianne con un grupo de amigos.
Un poco más cerca del escenario, Benjamin (25) indica: “Podemos creer que estamos en la derrota, en la sensación de que todo esta perdido, pero no es el caso. Existe la sensación de que todavía estamos a tiempo de recuperarlo todo, todavía estamos a tiempo de salvarlo. Esta semana tenemos tiempo, todavía estamos a tiempo de transformar las conciencias. No fue una aniquilación lo que tuvimos, no fue una destrucción total de nuestro sector”.
El fantasma de la extrema derecha, de todos modos, flotaba en la plaza. Es la primera vez que la Agrupación Nacional (ex Frente Nacional) consigue tan alta votación en legislativas, y ya los expertos no hablan de que el partido ultra “gane o pierde”, sino más bien de que consiga “mayoría relativa o absoluta”.
Desde las elecciones europeas, cuando el partido de Marine Le Pen y Bardella obtuvo el 31% a principios de mes, ese fantasma parece estar en todas partes. Jéremy (48) comenta al respecto: “Uno de los peligros, considerando que los medios de comunicación están muy apegados a la extrema derecha, es que, como Francia todavía tiene una parte de su población que es muy racista, pero que antes se había sentido cohibida y avergonzada, ahora se vea a sí misma desinhibida en su manifestación de racismo e intolerancia frente a, por ejemplo, los derechos de los homosexuales”.
A su parecer, consiga o no gobernar Agrupación Nacional, “vamos a ver un aumento de la violencia, por parte de sectores intolerantes de Francia que se sienten legitimados para actuar ahora y no están inhibidos”. Esto último, también haciendo referencia a las distintos grupos de extrema derecha que se han visto no solo en París, sino también en Lyon, Angers y Nancy, y que han sido sorprendidos intimidando y atacando en marchas de izquierda.
Benjamin coincide en el riesgo que ello implica: “El peligro es para todos los que vivieron el ostracismo cuando eran niños porque eran homosexuales, a todas las personas que, como yo, que son judías, y que se les ha hecho bromas una y otra vez sobre el hecho de ser judíos, que muchas veces, también tenía gente que me decía que les gustaría que me exterminaran como pueblo. Todas las personas que comparten este principio de ser condenados al ostracismo por un color de piel, por una religión, todas estas personas, vemos la violencia que se ha desatado desde hace algún tiempo, desde hace algunas semanas, ya que la victoria de Agrupación Nacional está casi adquirida, en las conciencias de algunos”.
Al día siguiente, en algunos canales de televisión más cercanos a Agrupación Nacional (BFMTV y CNews), los comentaristas dirían que “no había ninguna bandera francesa en République”. En efecto, había banderas de Palestina, de Nueva Caledonia, lienzos por el Nuevo Frente Popular y por la antigua NUPES, la coalición de las legislativas de 2022. Había banderas LGBT, rojas y negras, de la comunidad trans, y entre todo eso, también unas cuantas banderas de Francia.
“Los peligros de la extrema derecha son, ante todo, el rechazo de los demás. Es la manera de crear sociedad, la visión que tiene la ultraderecha de crear sociedad, no es la mía. No es mía y es más, creo que es una visión sumamente peligrosa. Allí no vamos a hablar de economía, ni siquiera vamos a hablar de trabajo o lo que sea. Son simplemente cuestiones puras y simples de humanidad y valor. Y ahí hay una enorme ruptura con la extrema derecha. Porque su proyecto es claramente dividirnos, es racista, es profundamente racista”, opina por su parte Philippine.
“Hay incluso grandes riesgos de que nuestra democracia deje de serlo: que las cosas cambien y el Estado de derecho desaparezca, que ya no haya respeto por la minoría que se expresa y por todas las minorías. Así que sí, tenemos mucho miedo de que se produzca un giro dramático en caso de que ganen”, indica la joven.
Para Clarisse, en tanto, las consecuencias de tener a Bardella y sus ministros en el gobierno pueden ser dramáticas: “Puede llevar a Francia en un movimiento que no podrá controlar. Porque la extrema derecha en el poder significa decisiones que serán contradictorias con los valores que defendemos, que defendemos no solo como una sociedad progresista, sino que simplemente estarán en contradicción con nuestra Constitución, con nuestro sistema legal. Y, como resultado, posiblemente la negación de lo que Francia representa y lo que Francia normalmente defiende en la plataforma internacional”.
“Y, sin embargo, hay un poco de alegría”, reflexiona finalmente Philippine: “¿Por qué? Porque la izquierda se unió, y la relación de fuerzas cambió en definitiva. Durante todo este tiempo, nos decían que era el centro y la derecha contra la extrema derecha”. Al menos, en las últimas elecciones presidenciales (2017 y 2022), la situación había sido esa: para hacer “la represa republicana” contra Marine Le Pen, el llamado de todos los otros sectores fue el de votar por Emmanuel Macron en segunda vuelta.
“Hoy hay otra oportunidad, hay otra forma en que podemos juntarnos. Vemos que esto ha unido ha mucha gente, que llegamos en segunda posición”, celebra Philippine, constatando un hecho que se notó desde el momento que Macron disolvió la Asamblea: a pesar de ser una campaña “exprés”, los partidos del Nuevo Frente Popular llegaron a un acuerdo rápidamente para ir en la misma lista, bajo el miedo que provocó el resultado de las elecciones europeas.
Pese al temor, y quizás por eso mismo, Benjamin no piensa bajar los brazos: “Nosotros no vamos a parar de luchar: hay un deber ahí. No vamos a estar en la colaboración. Está el deber de lucha contra esa gente, antes y después de las elecciones”.