Las claves para entender la crisis política y presupuestaria en Francia

La congresista Marine Le Pen viendo el discurso de Michel Barnier en la Asamblea Nacional. Foto: Reuters.
La congresista Marine Le Pen viendo el discurso de Michel Barnier en la Asamblea Nacional. Foto: Reuters.

El gobierno liderado por el primer ministro Michel Barnier está en una posición precaria, y desde la Agrupación Nacional ya lo han hecho ceder respecto a su proyecto de presupuesto para 2025. Sin embargo, los dirigidos por Marine Le Pen aún piden más, y amenazan con una moción de censura, que esta vez también viene respaldada por la coalición de izquierda.


“Un shock de esperanza”: al menos eso predijo el presidente Emmanuel Macron, el pasado viernes, luego de celebrar la reapertura de la Catedral de Notre Dame en París. Al menos en su gobierno, la esperanza se está perdiendo de a poco, a medida que la ultraderecha aprieta más y más para moldear el proyecto de presupuesto 2025 a su gusto, amenazando al primer ministro Michel Barnier con una moción de censura.

Esta vez, la izquierda y la ultraderecha formarían una extraña alianza, y si cumplen su amenaza, podrían terminar con el gobierno de Barnier: ambos bloques parlamentarios, si están juntos, cuentan con la mayoría de los diputados.

Estas son las claves de la crisis política que tiene a Francia pendiendo de un hilo:

El desequilibrio inicial

En la base de todo el problema están los resultados de las elecciones legislativas de julio. Adelantados por el presidente Emmanuel Macron luego de los europeos, los comicios dejaron el Parlamento francés en una partición que prometía inestabilidad.

En primer lugar, la coalición Nuevo Frente Popular (socialistas, ecologistas e insumisos) consiguió 182 diputados. Con 168 escaños, el grupo oficialista, Juntos, consiguió cierto poder de maniobra en el Congreso, seguido de cerca por la Agrupación Nacional, con 143 diputados.

En este desequilibrio inicial, el presidente Emmanuel Macron elevó la apuesta, poniendo al republicano Michel Barnier (centro-derecha) como jefe de gobierno. Para poder nombrarlo, necesitó así del “permiso” de la Agrupación Nacional, ya que desde el Nuevo Frente Popular habían propuesto una primera ministra propia, alegando que, al ser los primeros en los comicios, eran los con más derecho a gobernar. Le Pen y Bardella aceptaron a Barnier, y no censuraron la propuesta de Macron.

Eso fue en septiembre, y solo 3 meses después, las consecuencias de ese pacto están estallando: sin el respaldo del Nuevo Frente Popular, Barnier se encuentra cada vez más a merced de Marine Le Pen.

Michel Barnier anunciando el uso del artículo 49.3 en la Asamblea Nacional. Foto: Reuters.
Michel Barnier anunciando el uso del artículo 49.3 en la Asamblea Nacional. Foto: Reuters.

El presupuesto 2025

Estas últimas semanas, en el Parlamento se ha estado discutiendo el presupuesto para el próximo año, y con miras a cubrir un agujero de cerca de 60 millones de euros, los oficialistas empezaron a buscar de dónde se puede sacar ese dinero.

En medio de esa discusión, Marine Le Pen y su partido han venido haciendo distintas exigencias al primer ministro: una de ellas, la de no subir el precio de la luz, terminó siendo aprobada, y Michel Barnier la retiró de su proyecto de presupuesto. Otra promesa que consiguieron del republicano fue la de reducir la asistencia médica gratuita para los migrantes.

Sin embargo, la líder ultraderechista también tiene sus peros en otros asuntos del proyecto de presupuesto: el reembolso público a los medicamentos y la revalorización de las pensiones, temas relacionados con el poder adquisitivo, y donde las medidas “de austeridad” de Barnier no gustan.

El ultimátum

La apuesta subió de nivel la semana pasada, cuando en una entrevista a Le Monde, Le Pen lo dijo en estas palabras: “Hay dificultades en la negociación. Hoy es jueves. (Barnier) tiene hasta el lunes”. Le Pen había dado “cuatro líneas rojas”, de las cuales dos aún no se solucionaban en su favor: la de las pensiones y la de los medicamentos.

La amenaza implícita era la censura, que ya contaba con los votos de la izquierda para aprobarse, y que, de sumarse a esto la ultraderecha, llegaban al 50%+1 para destituir a Barnier. Las negociaciones continuaron, con conversaciones entre la Agrupación Nacional y el gobierno durante toda la semana, e incluso una llamada telefónica Le Pen–Barnier este domingo. Todo, sin llegar a un acuerdo.

Al final, Barnier no tenía los votos para aprobar su Presupuesto 2025, y se vio en la necesidad de usar un mecanismo conocido y poco querido: el 49.3, el artículo de la Constitución que permite aprobar una ley desde el Ejecutivo, sin el apoyo del Legislativo.

Marine Le Pen hablando con los periodistas a la salida del Hemiciclo. Foto: Reuters.
Marine Le Pen hablando con los periodistas a la salida del Hemiciclo. Foto: Reuters.

El 49.3 y la moción

Este lunes, la respuesta al ultimátum fue clara: el gobierno de Michel Barnier no presentará su presupuesto para que se vote en el Parlamento, y lo aprobará directamente usando el decreto 43.9, que “compromete la responsabilidad del gobierno” para saltarse la Asamblea Nacional.

Con esto, el primer ministro se niega a adoptar nuevas concesiones alrededor del presupuesto de la Seguridad Social. “Hemos llegado al momento de la verdad, y pienso sinceramente que los franceses no nos perdonarán el preferir intereses particulares, frente al futuro de la nación”, indicó Barnier frente al Hemiciclo esta tarde, justificando su decisión.

Sin tardarse mucho, el Nuevo Frente Popular ingresó, de la mano de la jefe de los diputados insumisos, Mathilde Panot, su moción de censura, que tendrá que ser votada, o este miércoles o este jueves.

Alguna esperanza en el Partido Socialista

De momento, la suma de votos del Nuevo Frente Popular y la Agrupación Nacional dan lo suficiente para la censura contra Michel Barnier y su gobierno. Si estos números se mantienen, el gobierno de Michel Barnier se convertiría en el más breve de la historia de la Quinta República Francesa, además de ser la primera vez que se emplea esta fórmula desde la caída del Ejecutivo de Georges Pompidou en 1962.

Aunque en general el NFP ha mostrado un comportamiento de bloque, sin muchas rebeldías entre los partidos que lo forman, hay voces dentro del Partido Socialista que han mostrado su desacuerdo con censurar a Barnier. Esto, alegando que sería “dejar caer a Francia” en la inestabilidad. Uno de los pesos pesados del PS, la alcaldesa de París Anne Hidalgo, indicó que no está de acuerdo con votar la censura.

Sin embargo, Oliver Faure, el líder del partido, ya dejó claro que los socialistas se alinearán con el NFP: “La Secretaría Nacional del PS confirma por unanimidad el voto de una moción de censura”.

Michel Barnier luego de dar su anuncio en la Asamblea Nacional. Foto: Reuters.
Michel Barnier, luego de dar su anuncio en la Asamblea Nacional. Foto: Reuters.

Después de la censura

Si el gobierno de Barnier es derrocado, el país se vería sumido en su segunda crisis política en medio año, y Macron tendrá que nombrar a un nuevo primer ministro, sin opción de llamar a nuevas elecciones legislativas hasta julio 2025.

Respecto al presupuesto, no obstante, la Constitución francesa incluye disposiciones para adoptar legislación financiera y evitar un cierre gubernamental al estilo estadounidense. Por un lado, está la posibilidad de una “ley especial” donde el gobierno en funciones solicite “de urgencia al Parlamento la autorización de utilizar los impuestos”, para así, al menos, pagar los servicios juzgados indispensables que permiten al Estado funcionar.

El presupuesto del año pasado también se renovaría al euro, y no se podrían crear nuevos impuestos. Saldrán, por tanto, varias disposiciones deseadas por Michel Barnier, como la imposición a los más ricos o el aumento de los impuestos sobre la electricidad. “El proyecto de ley de finanzas de 2024 se aprobará nuevamente”, tradujo Marine Le Pen a los periodistas, en una de sus últimas reuniones con el primer ministro.

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