Por distintas razones, las dos mayores instituciones británicas se encuentran en medio de crisis simultáneas: el gobierno y la monarquía. Si bien a lo largo de la historia se han ayudado mutuamente en momentos de complejidad, ahora ambas deben resolver sus propios asuntos.
La primera crisis se desató el miércoles cuando el primer ministro, Boris Johnson, admitió haber asistido a una fiesta en el jardín poco después de haberse recuperado del virus en mayo del año pasado, violando las reglas de confinamiento, una situación que gatilló crecientes llamados para su renuncia.
Horas más tarde, un juez federal en Manhattan rechazó la oferta del segundo hijo de la reina, el príncipe Andrés, de desestimar una demanda por abuso sexual en su contra. Posteriormente, el Palacio de Buckingham anunció que obligaría a Andrés a renunciar a todos sus títulos militares y al honorífico “Su Alteza Real”. Él “defiende este caso como un ciudadano privado”, dijo el palacio en un escueto comunicado.
En un artículo el diario The New York Times señala que lo que los dos casos tienen en común, según los críticos, es la falta de rendición de cuentas por parte de los principales actores. Johnson, al disculparse por el partido, reconoció la ira que sentiría el público “cuando piensen que en Downing Street las personas que las hacen no están siguiendo las reglas correctamente”. Pero insistió en que vio la reunión como un “evento de trabajo”, uno al que asistió por solo 25 minutos, una coartada que culpó a sus subordinados que organizaron la reunión.
Andrés, por su parte, no ha comentado sobre su revés legal. Pero él y sus abogados han maniobrado para evitar confrontar las acusaciones de Virginia Giuffre en un juicio. Sus abogados intentaron que el caso fuera desestimado por motivos jurisdiccionales y, más recientemente, sobre la base de un acuerdo de conciliación entre la víctima, Virgnia Giuffre, y Jeffrey Epstein.
El equipo legal de Andrés, indicó el diario The Times, esperaba averiguar a qué miembros de su familia se les pedirá que presten testimonio bajo juramento. El Daily Mail indicó que de ser interrogadas, es probable que se les pregunte sobre la coartada de Andrés para la noche de 2001 cuando Giuffre, supuestamente una de las “esclavas sexuales” de Epstein, dijo que se acostó con el príncipe en la casa de Ghislaine Maxwell después de bailar juntos en Tramp, un club de alto nivel de Londres.
Una fuente bien ubicada en el palacio dijo al diario que la reina Isabel II y sus asesores habían decidido seguir “el mismo modelo” de destierro efectivo con Andrés como lo había hecho con el duque y la duquesa de Sussex, Harry y Meghan. “Han tomado esta decisión para aislar a la institución de ser golpeada por toda la metralla que está volando”, agregaron.
“Sigue el mismo modelo que la separación de los Sussex. La eliminación de títulos y patrocinios significa que la institución ahora puede decir legítimamente que no está involucrada”, indicó la fuente. “Fue una decisión despiadada y rápida que habría sido recomendada por el príncipe de Gales y el duque de Cambridge (Guillermo) y sancionada por la reina”, añadió.
Otras fuentes dijeron que la decisión le habría “dolido” enormemente a la reina, dada la posición de Andrés como su supuesto hijo favorito.
Por otro lado, mientras el gobierno intentaba apaciguar los ánimos por la fiesta de mayo, el jueves en la noche se dio a conocer que se habían realizado dos fiestas en Downing Street en la víspera del funeral del príncipe Felipe. Una situación por la que el gobierno se tuvo que disculpar el viernes; la fiesta de despedida del director de comunicaciones, con bebidas y baile hasta avanzada la noche, tuvo lugar el 16 de abril de 2021, la víspera del funeral en el que la reina Isabel II se sentó a solas debido a las normas de distanciamiento social para frenar la trasmisión del coronavirus.
El vocero de Johnson, Jamie Davies, dijo que el gobierno reconoce que la fiesta en mayo pasado provocó un “profundo malestar en la opinión pública”. “Es profundamente lamentable que esto tuviera lugar en una época de luto nacional, y el N° 10 ha enviado sus disculpas al palacio”, dijo, en alusión a la oficina en el número 10 de Downing Street.
A lo largo de la historia existen varios episodios en los que ambas instituciones se han ayudado. Por ejemplo, cuando Johnson fue hospitalizado con Covid en abril de 2020, las noticias alarmantes sobre el tema llegaron poco después de un discurso televisado de la reina en el que aseguró al público británico que después de que la pandemia decaiga, “nos volveremos a encontrar”, indicó The New York Times.
“Estoicas, dignas y reconfortantes, las palabras de la reina ayudaron a anclar al país durante los inquietantes días que siguieron; no es la primera vez que la monarquía actúa como una fuerza estabilizadora para el gobierno durante eventos tumultuosos”, añadió la publicación.
Otro hecho ocurrió en 1997 tras la muerte en París de Diana cuando el entonces recién elegido primer ministro laborista, Tony Blair, persuadió a la reina para que adoptara un tono más empático al reaccionar ante el fallecimiento de la madre de los príncipes Guillermo y Harry. Eso desactivó una creciente ola de resentimiento contra la monarca, sostuvo The New York Times.
El complejo momento de Johnson
El primer ministro ha enfrentado un aluvión de críticas a raíz de una serie de acusaciones sobre las fiestas que incumplen las reglas del Covid en Downing Street. La mayoría de los británicos ahora cree que Johnson debería renunciar, según una encuesta realizada por YouGov, que incluye a un tercio de los votantes conservadores.
Desde que surgieron las revelaciones a principios de diciembre, los índices de popularidad del primer ministro también han caído a un mínimo histórico. Las encuestas sugieren que el 12 de enero, solo uno de cada cinco adultos seguía viendo favorablemente al primer ministro, en comparación con el 42% hace seis meses.
YouGov descubrió que sus índices de favorabilidad neta estaban casi en línea con los peores resultados que enfrentó Jeremy Corbyn, el exlíder laborista, y más bajos que los vistos por su predecesora, Theresa May. Este declive continuo significa que el Primer Ministro está en camino de convertirse en uno de los líderes menos queridos desde al menos la década de 1980.
El 10 de diciembre, la encuesta de Monitoreo Político de Ipsos Mori mostró que Johnson tenía los peores índices de aprobación neta para un Primer Ministro en ese momento de su administración desde John Major.
Ante esto, el parlamentario conservador Oliver Johnson señaló que Johnson luchará contra la “cultura subyacente” en Downing Street que permitió celebrar varias fiestas en pleno confinamiento. “Puedo asegurar que el Primer Ministro está muy arrepentido y lamenta profundamente lo sucedido”, aseguró el político a BBC, tras ser consultado por las fiestas.
“Pero lo más importante es que está decidido a garantizar que esto no ocurra y que abordemos la cultura subyacente en Downing Street”, añadió.
Una alta funcionaria, Sue Gray, está investigando una serie de acontecimientos festivos revelados por los medios de comunicación.
En este contexto, la creciente presión sobre Johnson ha avivado las especulaciones en torno a una posible dimisión o cese y, de forma paralela, sobre los nombres de su reemplazo. Si Johnson renunciara se iniciaría una carrera por la sucesión entre los conservadores, sin necesidad de convocar nuevas elecciones.
Los tories también pueden forzar la salida del primer ministro, con una moción de censura. El exministro de Exteriores Dominic Raab ejerce actualmente como viceprimer ministro, pero su pérdida de peso político le deja fuera de las posibilidades a diferencia de otros miembros del actual gobierno, entre ellos el ministro de Finanzas, Rishi Sunak.
Sunak, de 41 años e hijo de inmigrantes, ha sido visto en estos últimos meses como el relevo natural para el Partido Conservador, pero su popularidad parece haber descendido recientemente, especialmente entre los dirigentes tories, según el diario The Guardian. Un 46% de los votantes conservadores creen que Sunak lo hará mejor que Johnson, según una encuesta de la firma YouGov publicada la semana pasada. El sondeo sitúa también a Sunak como favorito para remplazar a Johnson, con un nivel de apoyo del 33%, siete puntos por encima de la ministra de Exteriores, Liz Truss.
Sunak y Truss son los principales favoritos en una terna que también incluye los nombres del ministro de Sanidad, Sajid Javid, del Interior, Priti Pattel, de Empresas, Kwasi Kwarteng, o de Educación, Nadhim Zahawi, entre otros. También hay diputados, como Penny Mordaunt, Steve Baker y, sobre todo, Jeremy Hunt. Este último, antiguo ministro de Exteriores, fue el principal rival de Johnson en las últimas primarias.
Mientras el equipo de Johnson ha comenzado a trabajar en una estrategia de sobreviviencia que fue bautizada por la prensa como Operation Save Big Dog (Operación Salvar al Jefe). El plan consiste que una vez que Gray emita su informe -que se especula evitará la sugerencia de actos delictivos- comenzarán los despidos en el gobierno. Uno de los que se señala que podría salir es Martin Reynolds, el secretario privado de Johnson que envió el correo electrónico a más de 100 personas para convocarlas a una de las fiestas; o Jack Doyle, director de Comunicación de Johnson. Esto vendría acompañado con la remodelación de todo el equipo de Downing Street.