Hace tan solo tres años se hablaba de su "muerte política" luego de fracasar en dos ocasiones (en 2015 y 2016) en las elecciones generales de España, siempre a la cabeza del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Incluso, en su momento, se vio obligado a dimitir a la secretaría general de su colectividad y a su escaño en el Parlamento. Sin embargo, Pedro Sánchez revalidó en las elecciones generales del domingo su liderazgo en el gobierno, después de que el PSOE se convirtiera en el claro ganador de la jornada.
Carrera política
Hace casi 11 meses, tras la moción de censura contra Mariano Rajoy (PP), Sánchez se convirtió en el séptimo jefe de gobierno desde el retorno de la democracia. Y lo hizo sin haber ganado las elecciones, sin ser diputado y con el exiguo apoyo de sus 84 escaños.
Pero antes de llegar a la cima de la política española, este Doctor en Economía, profesor universitario y exjugador de basquetbol supo de fracasos. En 2004 comenzó su carrera como concejal en el Ayuntamiento de su natal Madrid, cargo que mantuvo hasta 2009, año en que fue elegido diputado.
En 2014, siendo todavía un desconocido, se presentó a las primarias del PSOE y se transformó en el primer secretario general en ser elegido gracias a una campaña cercana con la militancia socialista. Sin embargo, más tarde se convirtió en el responsable de los peores resultados del partido en los comicios de 2015 y 2016. Así, pasó de ser la apuesta para salvar al PSOE a su sepulturero.
Pero en 2017, cuando no muchos daban un euro por él, volvió a utilizar la estrategia que lo llevó a ganar por primera vez y sin el apoyo de la dirigencia, tomó su auto, recorrió el país y se consagró nuevamente como secretario general.
En febrero de este año, a ocho meses y medio de llegar a la Presidencia, el Congreso tumbó su Ley de Presupuestos, hecho que lo obligó a a convocar a elecciones anticipadas, las mismas que ayer lo ratificaron en el gobierno.
Poder
Apostando nuevamente al todo o nada, el líder del PSOE se consolidó en las elecciones generales gracias a la indignación del votante con la izquierda y al temor por la irrupción de la extrema derecha de Vox.
Aunque en los comicios no consiguió mayoría para gobernar en solitario, podría forjar una alianza con partidos de izquierda, aunque no estaría obligado a pactar con los independentistas catalanes, los mismos que en algún momento lo levantaron y luego tumbaron su Ley de Presupuestos.
En vísperas de las elecciones, Sánchez reivindicó al PSOE como el único partido capaz de impedir la "amenaza real" de que, por primera vez desde el fin de la dictadura franquista, la extrema derecha "influya en la acción de gobierno de España". "No especulemos con el voto, nos jugamos mucho. Ganar no significa gobernar", advirtió.
Proyecto
Las elecciones generales se celebraron un mes antes de las autonómicas, municipales y europeas (previstas para el 26 de mayo) y en el marco del juicio a los líderes del proceso independentista catalán. Con el objetivo de evitar un desgaste mayor, Sánchez apostó por poner pausa y consolidarse, dejando para más adelante el debate de proyectos como el de la orientación expansiva del Presupuesto con un gran aumento en el gasto social.
Los analistas estiman que el triunfo de Sánchez si bien fue rotundo, no asegura del todo la estabilidad.
Aliados
En las elecciones del domingo, el PSOE consiguió 123 escaños, 39 más que en la anterior legislatura. Los analistas estiman que aunque podría intentar formar gobierno en solitario, una coalición con Juntas Podemos, de Pablo Iglesias, podría estar a la vuelta de la esquina.
Pero para llegar a los 176 diputados que facilitan la mayoría absoluta en el Congreso, Sánchez también podría buscar un acercamiento con Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), el Partido Nacionalista Vasco (PNV), el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT) y los nacionalistas Compromís, EH Bildu y Nueva Canarias, tal como lo hizo cuando sacó al Ejecutivo de Rajoy en 2018.