Habían pasado apenas cuatro años y medio del fatídico asesinato de John F. Kennedy en Dallas, y el mundo volvió a sacudirse con la muerte de otro de los integrantes de la influyente dinastía política de Estados Unidos. El 6 de junio de 1968, casi 26 horas de horas después de ser atacado en Los Ángeles, fallecía Robert Francis Kennedy, uno de los hermanos menores de JFK.
El senador y exfiscal general llevaba varios meses en dura campaña política para conquistar la nominación del Partido Demócrata para la Presidencia. Pero todo se truncó el 5 de junio de 1968. A las 00:03 de ese día, minutos después de que ganara las elecciones primarias de California, Bobby Kennedy fue atacado mortalmente por Sirhan Bishara Sirhan, un cristiano palestino de nacionalidad jordana.
Todo ocurrió en el pasillo que conducía del salón principal a la cocina del Hotel Ambassador de Los Ángeles. El joven de 24 años tenía un arma en sus manos, un revólver Iver Johnson calibre 22, con el cual disparó en varias ocasiones contra el político. Los proyectiles se alojaron en el brazo izquierdo, en la pierna derecha y en el cuello del senador. Después de unos 30 minutos, Kennedy fue transferido al Hospital del Buen Samaritano para someterse a una cirugía. Pero los intentos fueron infructuosos. A la 01:44 del 6 de junio fue declarado muerto.
El 3 de marzo de 1969, ante el tribunal de Los Ángeles, Sirhan admitió ser el autor del asesinato. Aunque en principio fue sentenciado a muerte, la pena fue conmutada a cadena perpetua en 1972. Desde entonces sus solicitudes de libertad condicional han sido denegadas repetidamente.
Pero a 50 años del asesinato de Robert Kennedy, las teorías de la conspiración todavía abundan. El último en sumar su voz al coro de quienes creen que hubo un segundo tirador es uno de los hijos de la víctima: Robert F. Kennedy Jr. En una entrevista publicada el sábado pasado en el diario The Washington Post, el activista y abogado ambiental de 64 años puso en duda que Sirhan haya sido el asesino de su padre.
Y existirían motivos para las sospechas de Kennedy Jr. Según el Post, a lo largo de los años apareció nueva evidencia que sugiere que, esa noche, podrían haber habido hasta 13 disparos. La pistola de Sirhan solo contenía ocho proyectiles. También ha habido desacuerdos entre los expertos con el correr del tiempo, acerca de si algunas de las balas recuperadas fueron disparadas desde la misma arma. Incluso, hay quienes creen que Sirhan pudo haber sido sometido a hipnosis coercitiva.
Paul Schrade, director del sindicato United Auto Workers de California, que resultó herido el día del tiroteo, asegura que fue él quien convenció a Kennedy Jr. de reexaminar la evidencia sobre un segundo pistolero. "Una vez que Schrade me mostró el informe de la autopsia", indicó el hijo de RFK al Post, "entonces sentí que era algo que no podía descartar; que es lo que quería hacer".
Encuentro con el asesino
Kennedy Jr., quien al momento del asesinato de su padre tenía solo 14 años, narró al periódico que había llevado a cabo sus propias pesquisas sobre el acontecimiento. Por eso ahora cree que hubo un segundo pistolero. Así, ha exigido una nueva investigación. También reveló que visitó a Sirhan en diciembre pasado en el Centro Correccional Richard J. Donovan, cerca de San Diego. "Llegué a una instancia en la cual tenía que ver a Sirhan", expresó el hijo del asesinado senador. "Fui allí porque tenía curiosidad y estaba perturbado por lo que había visto en la evidencia". "Me molestaba pensar que podrían haber condenado a la persona equivocada por la muerte de mi padre", indicó.
Aludiendo al cargo de fiscal general que desempeñó RFK, Kennedy Jr. agregó: "Mi padre era el principal agente de la ley en este país. Creo que le habría molestado si alguien hubiera sido encarcelado por un crimen que no cometió".
Pese al convencimiento mostrado por Kennedy Jr. sobre la presunta existencia de un segundo pistolero, su tesis genera resistencia. Es el caso del abogado Russell Iungerich. Él trabajó como fiscal general adjunto para el estado de California cuando los funcionarios reabrieron el caso del asesinato de Robert Kennedy, en 1975. A su juicio, las palabras del hijo de RFK no tienen ningún mérito. "Sus comentarios están muy equivocados", indicó al Post. "Cuando se considera toda la evidencia producida en las audiencias, no hay forma de que esta se pueda configurar para decir que hubo un segundo tirador. RFK Jr. puede creer esa versión porque habló con Sirhan", señaló. Sin embargo, recordó que Sirhan había trabajado como peón de establo en Hollywood Park, donde un caballo le había pateado la cabeza, generando un cierto daño cerebral. "Además, tenía un pensamiento delirante sobre RFK", comentó.
El periodista de investigación estadounidense Dan E. Moldea, autor del libro The Killing of Robert F. Kennedy (1995), tampoco avala la tesis de un segundo tirador. "Sirhan asesinó a Robert Kennedy, y actuó solo. El presunto segundo pistolero mencionado, (el guardia de seguridad) Thane Eugene Cesar, es un hombre inocente, acusado injustamente", dijo a La Tercera. Y agregó: "Con su declaración de que el hombre que asesinó a su padre es inocente, está claro que Robert Kennedy Jr. ha sido engañado, estafado y corrompido por la idea masiva de una conspiración".
Si bien Moldea opina que el motivo de Sirhan para asesinar a RFK "tenía menos que ver con la política y más con sus propios problemas personales", Larry Tye, autor del bestseller Bobby Kennedy: The Making of a Liberal Icon (2016), comentó a La Tercera que Sirhan "era antiisraelí y antiKennedy, y culpó a Bobby por apoyar al Estado de Israel con armas y otra ayuda". "Es irónico que Bobby creciera tratando de escapar del estigma del antisemitismo asociado con su padre, Joseph P. Kennedy, y terminara siendo asesinado porque era demasiado prosemita", afirmó.
En la misma línea, Jack Bohrer, autor del libro The Revolution of Robert Kennedy (2017), comentó a este diario que en los escritos encontrados en el departamento de Sirhan, éste da a entender que había escogido el 5 de junio para el asesinato por ser el primer aniversario del inicio de la Guerra de los Seis Días, entre Israel y sus vecinos países árabes. Con todo, descarta que existiera otro atacante ese día. "Me parece que hubiera sido muy difícil, si no imposible, que otro pistolero escapara sin ser detectado", dijo.