En momentos en que el Presidente norteamericano, Joe Biden, se encuentra en una gira por Asia, su gobierno intenta salvar la Cumbre de las Américas que se desarrollará en el país en junio y en el que Estados Unidos es anfitrión por primera vez. La cumbre corre el peligro de derrumbarse debido a las preocupaciones sobre la lista de invitados.
A principios de este mes, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, condicionó la participación de su país hasta que se confirmara la invitación -por parte de Washington- de todos los países del hemisferio, argumentando que ningún país debe ser excluido de la cumbre. Funcionarios estadounidenses habían señalado en varias ocasiones que los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela no serán invitados a la cumbre debido a su historial de derechos humanos.
Sin embargo, en los últimos días, el gobierno estadounidense ha dado marcha atrás en algunas políticas del expresidente Donald Trump relacionadas con Cuba y ha suavizado algunas sanciones energéticas a Venezuela, señalando la importancia de la asistencia a la cumbre y la importancia de evitar un boicot embarazoso por parte de países clave en un momento político difícil para Biden.
Según explica la agencia The Associated Press, una cumbre vacía socavaría los esfuerzos de Estados Unidos para reafirmar su influencia en América Latina ante los avances de China en la región, al tiempo que aumentan las preocupaciones sobre un retroceso democrático en la zona.
Un funcionario del gobierno de Estados Unidos dijo a la cadena CNN que la administración Biden está evaluando opciones para incorporar “las voces del pueblo cubano, venezolano y nicaragüense en el proceso de la cumbre”.
De momento, Biden considera invitar a un representante cubano para que asista como observador a la cumbre, según un funcionario estadounidense que habló con la agencia y que solicitó el anonimato para hacer declaraciones sobre deliberaciones delicadas. Se desconoce si Cuba aceptará la invitación, que será extendida a algún funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de la isla, no al canciller mismo.
El Presidente mexicano ha indicado su deseo de “que se invite a todos” e indicó que espera que se alcance una solución. Agregó que tenía mucha confianza en el Presidente Biden, del que dijo ha sido respetuoso con México. “Faltan días, espero que esta semana podamos informar, para no estar especulando, ni con conjeturas, filtraciones; una vez que tengamos todos los elementos, vamos a fijar nuestra posición aquí”, agregó López Obrador.
La semana pasada, EE.UU. y México mantuvieron conversaciones sobre las opciones específicas de México para asistir a la cumbre, según una fuente familiarizada con las discusiones que conversó con la cadena CNN. Las conversaciones están en curso y aún no se ha tomado una decisión, dijo la fuente.
El exsenador Christopher Dodd, que actúa como asesor especial para la cumbre, dirigió las discusiones por parte de EE.UU. por teléfono, dijo a la cadena un funcionario de la Casa Blanca. Las discusiones fueron amplias e incluyeron conversaciones sobre la asistencia de México.
En la misma línea, el ministro de Exteriores de Argentina, Santiago Cafiero, y su homólogo mexicano, Marcelo Ebrard, anunciaron el lunes que mantendrán una reunión el jueves para acordar su posición sobre la cumbre.
“Algunos no van a ir, como Venezuela, Cuba, Bolivia y algunos países caribeños. Otros mandarán a sus cancilleres y otros, como Alberto Fernández, Presidente de Argentina, irán, pero con protesta incluida”, afirmó en declaraciones al diario La Nación una alta fuente diplomática de la Presidencia argentina. Fuentes diplomáticas de ese país han señalado que “todo indica que el Presidente argentino participará y en su discurso principal planteará la contradicción de hacer una cumbre sobre democracia y migraciones mientras se mantienen países excluidos, y más con su rol de presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)”.
En otra muestra de los esfuerzos que está haciendo Washington, el Presidente Biden envió a Dodd a Brasil para tratar de convencer a su Presidente, Jair Bolsonaro, de que no falte a la cumbre. Según la agencia Reuters, el mandatario no tiene previsto asistir al encuentro y por eso el exsenador se reunió con él.
“Reiteré nuestro deseo de que Brasil sea un participante activo en la cumbre, ya que reconocemos la responsabilidad colectiva de avanzar hacia un futuro más incluyente y próspero”, dijo Dodd en un comunicado. Las relaciones entre los dos países se han enfriado desde que Biden asumió el cargo. Bolsonaro ha tardado en reconocer la elección de Biden y los dos presidentes no han hablado. “Como uno de los socios más importantes de Estados Unidos en la región, lo que hacemos juntos con Brasil marca la diferencia”, dijo Dodd.
Para los expertos la incertidumbre es indicio de una caótica planeación del encuentro, cuya realización está programada para que se desarrolle entre el 6 y el 10 de junio en Los Ángeles. Normalmente, las reuniones con jefes de Estado son organizadas con bastante antelación con agendas claras y listas de invitados también claras. “No hay excusa de que no tuvieron tiempo suficiente”, sostuvo a AP, Ryan Berg, alto miembro del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales. “Esta es nuestra oportunidad para establecer una agenda regional. Es una gran oportunidad. Y me temo que no la vamos a aprovechar”.
Ned Price, en declaraciones a nombre del Departamento de Estado, dijo que la primera ronda de invitaciones fue cursada el jueves, pero podría haber adiciones. Declinó precisar quiénes ya recibieron las invitaciones. Señaló que eran “comprensibles” las conjeturas sobre quiénes acudirían y señaló que Biden será el primer mandatario estadounidense que participe en la cumbre desde 2015, cuando el Presidente Barack Obama viajó a Panamá.
El expresidente Donald Trump no asistió a la siguiente cumbre en Perú en 2018 y envió en su lugar al vicepresidente Mike Pence. “La prioridad de nuestra agenda es que trabajemos juntos sobre los desafíos centrales que enfrenta nuestro hemisferio”, declaró Price, como la migración, el cambio climático y las repercusiones económicas de la pandemia de coronavirus.