La organización Museum of Civilian Voices reunió por primera vez los testimonios de niñas y niños ucranianos que fueron trasladados ilegalmente a Rusia y Bielorrusia y que lograron regresar a casa con sus familias. Entre los testimonios compartidos, se repite el abuso psicológico emprendido por las fuerzas militares rusas durante el tiempo de cautiverio, la discriminación recibida por el entorno ruso y la incertidumbre de no saber si volverían.
Los niños fueron llevados a la fuerza y con prohibición de salir del territorio. En sus lugares de cautiverio, fueron testigos de las atrocidades cometidas durante las operaciones militares rusas. Valeriia Halych, una de las víctimas de 17 años que estuvo retenida en la región de Luhansk por un año y medio, intentó escapar tres veces. “Todos los días pensaba ‘mi mamá me encontrará’, lo único que quería era abrazarla”, cuenta Halych.
Según registros oficiales del Gobierno de Ucrania, hasta este jueves se cuentan 2108 niños desaparecidos, 19.546 niños deportados y/o desplazados por la fuerza a territorios de Rusia o a los territorios que ha ocupado, 531 fallecidos, 1237 heridos y 13 abusados sexualmente. Se ha encontrado a 24.096 niños, pero sólo 388 han podido regresar a Ucrania.
Aún con estas cifras, el gobierno ucraniano advierte que “es imposible determinar el número exacto de niños heridos debido a las hostilidades activas y la ocupación temporal de una parte del territorio ucraniano”. Los niños relataron a la fundación el momento en que empezaron a escuchar los primeros disparos y bombardeos en sus pueblos de origen, que fueron tomados por Rusia.
“Primero hubo disparos, luego un avión sobrevoló y nos empezamos a reunir. Me acuerdo cuando llegaron los rusos, había batallas muy fuertes para la ciudad. Dijeron ‘¿quieren que sus hijos se vayan de vacaciones?’ y mi mamá firmó unos documentos y nos dijo que nos alistáramos. Fuimos detenidos por cinco semanas completas”, contó Kyrylo, quien al volver a su pueblo, lo vio completamente destrozado.
Kyrylo y su hermano mayor habían sido llevados por el ejército ruso de su pueblo Izium a Rusia durante las batallas por la ciudad, que fue tomada por los militares rusos. Sus padres, preocupados por su seguridad, los enviaron lejos del frente. Aunque inicialmente se les prometió que sería por unas semanas, los niños fueron retenidos en el territorio de Krasnodar por un tiempo prolongado. Mientras tanto, Izium fue liberado por el ejército ucraniano.
Como parte de la discriminación influenciada por la propaganda del Kremlin difundida por los medios de comunicación, los niños constantemente recibieron comentarios sobre que Ucrania había sido el invasor y que la guerra era culpa de Ucrania. El idioma también fue una dificultad que los niños debieron enfrentar en su tiempo cautivos. Los compañeros rusos de estudio de Halych constantemente le decían “Oye tú, tu idioma es feo, estás por debajo nuestro”.
“Absolutamente todo el mundo tenía lavado el cerebro. (...) Mis compañeros más tarde escribieron que deseaban que yo muriera allí. Mucha gente finge que van por la paz. ‘Estoy en contra de todo eso’. Pero después, cuando me fui, fueron las personas más fervientes en escribir ‘muérete’”, relató Valeriia.
“En los estudios había niños y niñas de la región de Jersón, de 14 años en ese momento. Todos estaban desconcertados. Pero luego [los rusos] dijeron que nosotros estábamos pobremente desarrollados. Siempre se consideraron de una raza superior, que por qué siquiera fuimos a su territorio. Empezaban a decir ‘tú no eres nadie aquí y tu nombre no es nada’. Empezaban altercados verbales que luego casi se transformaban en peleas”, cuenta Oleksii.
La Primera Dama ucraniana, Olena Zelenska, pidió en septiembre pasado a los líderes mundiales que ayudaran a garantizar el regreso de miles de niños ucranianos secuestrados por Rusia, mientras los medios estatales bielorrusos publicaban fotografías de docenas de niños ucranianos que llegaban a Bielorrusia desde partes de Ucrania ocupadas por Rusia.
En Rusia, “les dijeron que sus padres no los necesitan, que su país no los necesita, que nadie los está esperando”, dijo Zelenska. “A los niños secuestrados se les dijo que ya no son niños ucranianos, que son niños rusos”, añadió.
“Estuve en un campamento en Rusia, donde pasé casi la mitad de un año. Quería tanto ir a casa, todos allí querían ir a casa. Yo tenía mucho miedo de no volver a casa”, contó Daria, quien estuvo escondida con su hermana en un baño del departamento de su abuela, cerca de una base militar rusa de la que salían los fuertes ruidos de los bombardeos.
En marzo del año pasado, la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra el presidente ruso Vladimir Putin y la comisionada rusa para los derechos del niño, María Lvova-Belova, por su participación en la deportación ilícita de niños ucranianos. Esta orden supuestamente complicó los viajes internacionales de Putin, lo que lo llevó a emplear aviones de combate para escoltarlo durante su reciente visita a Medio Oriente.
Según el sitio web de Museum of Civilian Voices, recientemente los niños y niñas descansaron, se recuperaron y se sometieron a un curso de rehabilitación en el Blogger Camp en un sanatorio en la región de Zakarpattia, en el marco del proyecto de la Fundación “Rinat Akhmetov para los niños. Recreación pacífica para los niños de Ucrania”.