"En noviembre armamos un plan para pronunciarnos en enero, no para enfrentarnos militar con militar, sino para desconocer al régimen de Nicolás Maduro y levantar la voz de libertad al pueblo venezolano", cuenta a La Tercera desde Colombia el exagente de la Guardia Nacional venezolana, Harry Solano. Este exuniformado desertó el pasado 21 de enero, dejando en su país a su esposa y tres hijos, de 4, 6 y 15 años. "Íbamos a tener un éxito total, cerca de 550 guardias llegaríamos hasta (el Palacio de) Miraflores, pero en el tercer comando, cuatro militares de importancia nos traicionaron y se nos salió de las manos", revela.

Una de las grandes apuestas de Juan Guaidó, el presidente encargado de Venezuela, era que el pasado 23 de febrero parte importante de las FF.AA. desertara a su favor durante la entrega de ayuda humanitaria en la frontera con Colombia y Brasil. Aunque ambas apuestas no se concretaron, desde entonces cientos de militares han desertado. Según Guaidó, se trata de 700 efectivos, número menor si se considera que las FF.AA. chavistas están compuestas por 225 mil soldados, aunque sí podría tratarse de un fenómeno creciente.

De esta manera, la imagen de militares venezolanos cruzando la frontera a Colombia a pie y otros en tanquetas, un día después del concierto Venezuela Aid Live, marcó un precedente. Aunque el alto mando se mantiene leal a Nicolás Maduro, algunos desertores podrían llegar a Chile. Así lo aseguró el Presidente de Colombia, Iván Duque, en la antesala de la cumbre de Prosur tras una reunión con Sebastián Piñera.

"Desde el 23-F, cuando el gobierno de Maduro cerró las fronteras, muchos militares comenzaron a huir del país. Un día después, recibimos a 75 militares que tras cruzar la frontera pasaron a ser refugiados o migrantes. Algunos venían con familias, por lo que en total eran 90. La mayoría huyó en cuestión de segundos. Ahora están resguardados por Acnur. Cerca del 95% llegó solo con su cédula de identidad, uniforme y el arma de servicio", comenta a La Tercera, Carlos Torrado, miembro de la pastoral social de la diócesis de Cúcuta.

Dos uniformadas venezolanas, una de la policía y la otra de la Guardia Nacional, contaron a este diario, bajo condición de anonimato ya que como reciben ayuda de Acnur no pueden dar sus nombres, que huyeron debido a la crisis y por temor. Desde febrero permanecen resguardadas en "hoteles" en Cúcuta. Ambas coinciden que esperaban que un mayor número de militantes venezolanos desertaran por el descontento que hay en los cuarteles.

"La crisis es peor en los cuarteles. En el rancho (comedor) sólo desayunamos una arepa y un vaso de agua, a la hora de almuerzo cualquier grano con un poco de arroz o pasta y de cena de nuevo arepa y agua. Imagínate la nutrición de los militares. Sin hablar del sueldo mensual, que me alcanzaba para el pasaje o para un kilo de queso", dice Solano.

El estamento castrense representa uno de los pilares que mantienen en pie a Maduro. Por esto, Guaidó ofreció a los militares una ley de amnistía, aprobada el 15 de enero por la Asamblea Nacional, que tiene el objetivo de lograr una "transición política".

"Hay encuestas que estiman que el 80% de los militares está en contra de Maduro, pero por temor o incertidumbre no toman una acción contundente", sostiene a La Tercera, José Antonio Colina, exmilitar exiliado en EE.UU., que fue parte del grupo de la Plaza de Altamira que en octubre de 2002 exigieron la renuncia de Hugo Chávez. "La gran diferencia entre hoy y 2002 es que las FF.AA. no es la misma estructuralmente. Ahora hay alrededor de 3.000 generales y antes eran 1.000. Esa fue una estrategia de Chávez para comprar conciencia". Y concluye: "falta que un militar de alto rango de la cúpula que tenga comando de tropas respalde a Guaidó porque él aglutina el descontento social, pero no logra capitalizar el militar, porque no viene de ese estamento".