Como un “extrovertido multimillonario de centroderecha”. Así describe Barack Obama al Presidente Sebastián Piñera en su libro Una Tierra Prometida (sello Debate de la editorial Penguin Random House), a la venta desde este lunes en librerías chilenas. En sus 904 páginas, el exmandatario demócrata (2009-2017) repasa su trayectoria como político y sus agitados días en la Casa Blanca, e incluye una mención a su viaje a Chile, en marzo de 2011.
En la página 805, en un capítulo que Obama denomina “La cuerda floja”, el expresidente estadounidense recuerda que su viaje a Santiago coincidió con la ofensiva de Occidente contra la Libia de Muammar Gaddafi.
“Aún así, mi gira latinoamericana siguió adelante”, cuenta, para luego narrar que “nuestra primera noche en Santiago de Chile, Michelle y yo asistimos a una cena de Estado organizada por Sebastián Piñera, el extrovertido multimillonario de centroderecha que había sido elegido Presidente apenas un año antes”.
Barack Obama dice que estaba sentado en la mesa de honor escuchando a Piñera hablar sobre el creciente mercado de vino chileno en China, “cuando sentí un toque en el hombro y al volverme me encontré con Tom Donilon, que tenía un aspecto aún más estresado que de costumbre”.
-¿Qué pasa? -le pregunté. Se inclinó para susurrarme al oído.
-Acabamos de saber que un caza estadounidense se ha estrellado en Libia.
-¿Derribado?
-Falla técnica -dijo Tom.
El asesor del Presidente demócrata le dijo a Obama que dos soldados habían logrado eyectar de sus aviones, pero que habían logrado rescatar a uno solo. “(El piloto) está bien, pero el artillero sigue desaparecido”, le comentó al mandatario. Acto seguido, le dijo que el Pentágono tenía un equipo de búsqueda que ya estaba desplegado y que le informaría apenas tuviera novedades sobre el destino del artillero perdido.
“Mirada inquisidora”
Sin embargo, desde ese momento la mente de Obama solo tuvo espacio para una cosa: Libia. “Mientras Tom se alejaba, Piñera me lanzó una mirada inquisidora”, señala Obama.
-¿Todo bien? -preguntó.
-Sí, lamento la interrupción -respondí, mientras repasaba mentalmente los escenarios posibles, la mayoría de ellos malos.
Durante los siguientes noventa minutos o así, sonreí o asentí mientras Piñera y su mujer, Cecilia Morel, nos hablaban de sus hijos, de como se habían conocido y de cuál era la mejor época del año para visitar la Patagonia.
Barack Obama
En sus memorias, el expresidente no solo repasa sus viajes y los encuentros que sostuvo con sus pares de los países más diversos del planeta, sino que también detalla el tipo de ceremonia o acto cultural con el que solía ser agasajado. En el caso de Chile, Obama tiene palabras para Los Jaivas, que ofrecieron un mini recital en el patio de Los Cañones en La Moneda.
“Grupo folk-rock”
“En un momento dado, un grupo chileno de folk-rock llamado Los Jaivas empezó a interpretar lo que sonaba como una versión en español de Hair”, narra, en referencia al musical emblemático de los hippies de los años 60″. Para Obama y los invitados a la cena, Los Jaivas interpretaron Arauco tiene una pena, Amor americano, Violeta ausente y Todos juntos.
El concierto de Los Jaivas para Barack Obama levantó en ese momento una serie de críticas, que aludían a que supuestamente se habían “vendido” a Estados Unidos. A tal punto llegó esta “controversia”, que la propia banda chilena debió emitir un comunicado en el que explicó que durante su larga y elogiada carrera musical su idea siempre había sido “mostrar musicalmente y transversalmente nuestra historia, nuestra realidad y nuestra cultura, sin distinciones políticas, de raza, religión o cualquier otra discriminación”.
Para Obama no era para nada extraño tener a una banda tocando en el palacio presidencial. El mismo, junto a Michelle, organizó una serie de eventos musicales en la mismísima Casa Blanca, con músicos como Stevie Wonder, B.B. King, Paul McCartney y Bob Dylan. Sobre éste último cuenta: “Los conciertos eran absolutamente electrizantes. Aún recuerdo a Bob Dylan con su guitarra, reinterpretando con dulzura The Times They Are A-Changin’. Cuando terminó bajó del escenario, me dio la mano, le dedicó una pequeña sonrisa y una reverencia a Michelle, y desapareció sin decir una palabra”.
Mientras Los Jaivas interpretaban parte de su clásico repertorio, Obama seguía con su mente en Libia: “No podía pensar en otra cosa que en el joven soldado que había enviado a la guerra y que ahora estaría posiblemente herido, o capturado o algo incluso peor. Sentía que estaba a punto de estallar”.
No volví a ver a Tom dirigiéndose hacia nosotros hasta que Michelle y yo estábamos a punto de subir a la Bestia (la limusina presidencial) una vez finalizada la cena. Jadeaba ligeramente.
Barack Obama
-Lo tenemos -dijo-. Parece que lo recogieron unos libios amigos y estará bien.
“En ese momento tuve ganas de besar a Tom, pero besé a Michelle. Cuando alguien me pide que describa lo que se siente al ser Presidente de Estado Unidos, pienso a menudo en ese rato que pasé, impotente, en la cena de Estado en Chile”.