El pasado 6 de enero, mientras disfrutaba sus primeras horas de libertad, Alberto Fujimori lanzó un tuit para comunicarle al país que, al menos él, anhelaba "un Perú sin rencores". Pero el gesto conciliador del ex Presidente peruano (1990-2000) suena ahora particularmente contradictorio dado el momento que atraviesa su propia familia, con una creciente guerra pública, política y judicial entre Keiko y Kenji, sus herederos políticos.
Los Fujimori han sido un clan de más apariencias que genuina unión familiar . El quiebre se hizo evidente ya en 1992, cuando Susana Higuchi, la entonces primera dama, denunció que familiares de Alberto Fujimori habían vendido ropa donada por Japón. Dos años después no sólo se divorció de Fujimori, sino que lo acusó de torturas y de un irreparable daño mental.
"Pero Keiko y Kenji se quedaron a vivir con el padre después de la separación. Vivieron en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) con Vladimiro Montesinos, también en Pentagonito (el cuartel general del Ejército) y en el Palacio Pizarro", dice a La Tercera Luis Jochamowitz, autor de Ciudadano Fujimori, la más completa biografía del ex mandatario que acaba de ser reeditada en Perú.
Recién en su campaña de 2016 Keiko apareció junto a Higuchi. Ambas se habían distanciado de manera casi irreparable ya que la hija siempre desestimó las denuncias de la madre. A su vez, si en los 90 y los años 2000 Keiko fue la hija mimada y la heredera política de Fujimori, esto se revirtió tras la derrota electoral que sufrió la actual líder de Fuerza Popular en 2011. Desde entonces, ella comenzó a tomar distancia de él, consciente que la "mochila" de la controvertida figura de su padre era algo muy difícil de cargar.
Así, ese lugar comenzó a ser ocupado por Kenji, quien no descansó hasta que logró un indulto para su padre en diciembre pasado, aunque eso le costó la enemistad de su hermana y la posterior expulsión del partido Fuerza Popular. En esa ocasión, este congresista de 37 años, convenció a otros nueve congresistas fujimoristas para votar en contra de la vacancia de Pedro Pablo Kuczynski en el Congreso. Su "osadía" permitió la permanencia de PPK, quien días después anunció el indulto a Fujimori, condenado a 25 años de prisión por violaciones a los DD.HH.
A ojos de la opinión pública peruana, Kenji se alzó entonces como el gran ganador, mientras que Keiko perdió la mayoría en el Congreso y quedó como una líder incapaz de controlar a su propio hermano y a los fujimoristas rebeldes. Sin embargo, en marzo Keiko golpeó la mesa.
El martes 20 y al más puro estilo de los "vladivideos", los peruanos conocieron los "Kenjivideos": imágenes en las que congresistas que responden al liderazgo de Kenji intentaban sobornar -a nombre del gobierno de PPK- a legisladores leales keikistas. Ello, para que votaran contra la destitución del mandatario que iba a tener lugar el jueves 22. Fue Fuerza Popular, liderado por Keiko, el que reveló los "Kenjivideos", dejando por el suelo la imagen de su hermano menor.
Kenji contra Keiko
El escándalo generado por los videos precipitó la renuncia de Kuczynski -quien fue reemplazado por el primer vicepresidente Martín Vizcarra- y puso de manifiesto que el conflicto entre Keiko y Kenji va muy en serio.
Cuando se pensaba que la pelea había llegado hasta ahí, esta semana Kenji volvió a sorprender al ofrecerse como testigo del caso Odebrecht por el que es investigada su hermana, acusada de recibir fondos ilegales de la constructora brasileña para su fallida campaña presidencial de 2011. El lunes, la prensa peruana informó que el fiscal José Domingo Pérez acudirá al despacho de Kenji el próximo 6 de abril, en vista de que el congresista pretende demostrar en ese interrogatorio "quiénes son los corruptos".
A inicios de marzo, el ex jefe de Odebrecht en Perú, Jorge Barata, le dijo al fiscal Pérez que la constructora aportó US$ 1,2 millones a la campaña presidencial que Keiko perdió frente a Ollanta Humala.
De esta manera, si antes la guerra entre los Fujimori era política, ahora además será judicial. "Para evitar un inminente desafuero y como única medida de defensa, Kenji amenazó con acusar a su hermana, pero nadie sabe qué podría entregar", afirma el columnista del diario El Comercio, Pedro Tenorio.
"Todo está alimentado por rencores del pasado, el afecto de los padres y celos. Hay una odiosidad mutua muy antigua. Diferencias ideológicas no las hay, pero la pelea se agrava cada día más. El favor del padre lo tiene Kenji. Eso pone en un mal pie a Alberto, porque demuestra que su poder de conciliación es nulo ", concluye Jochamowitz.