Cada Presidente que arriba a la Casa Blanca tiene la potestad para cambiar la decoración del palacio presidencial, que incluye los elementos que adornan el Salón Oval. Aunque el estilo de las cortinas, alfombras o mobiliario podría parecer algo frívolo, los cuadros, bustos y fotos que cada mandatario entrante suele colocar en su escritorio poseen un alto simbolismo, y en algunas ocasiones, sirven como una suerte de guía sobre los parámetros en los que se moverá el nuevo jefe de Estado o a qué figuras admira y por qué.
En el caso de Donald Trump, conocidas fueron las cortinas doradas que mandó a instalar en su primera semana como Presidente. Además, colocó un busto de Winston Churchill que en su momento le regaló Tony Blair a George W. Bush como símbolo de la hermandad entre ambas naciones tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. También movió el busto de Martin Luther King que tenía Barack Obama y lo reemplazó por uno de Theodore Roosevelt.
En su primer día como Presidente, Joe Biden envió señales claras respecto de dónde estará puesto su horizonte. Por eso, ahora el busto de Martin Luther King, líder de los derechos civiles asesinado en 1968, ocupa un lugar relevante en el Salón Oval. También ahora hay imágenes de Robert Kennedy, Rosa Parks y Cesar Chavez. El nuevo mandatario demócrata también reemplazó el óleo de Andrew Jackson, el Presidente que forzó a los nativos americanos a dejar sus tierras ancestrales, por uno de Benjamin Franklin, padre fundador de Estados Unidos.
En un plano también de alto simbolismo, en sus primeras horas Biden anunció que Estados Unidos regresa ahora al Acuerdo climático de París. Y en un plano más concreto e inmediato, el jueves firmó una serie de órdenes para intentar frenar la pandemia de coronavirus, autorizó un uso mayor de la Ley de Producción para Defensa, con el fin de acelerar la vacunación.
Al mismo tiempo, Biden firmó una serie de decretos para revertir varias de las más polémicas medidas de su predecesor. En sus cuatro años, Trump firmó más de 400 decretos para frenar la inmigración y castigar a las personas sin papeles. Biden ya revirtió varias de esas normativas y puso en marcha una inédita agenda migratoria, que incluye un proyecto de ley para legalizar a los 11 millones de extranjeros indocumentados que residen en Estados Unidos.