Los serbios que están manifestándose en la ciudad étnicamente dividida de Mitrovica, en el norte de Kosovo, levantaron nuevas barricadas el martes, horas después de que Serbia dijera que había puesto a su Ejército en máxima alerta de combate tras semanas de escalada de tensiones entre Belgrado y Pristina.
El Ministerio de Defensa serbio declaró a última hora del lunes que, en respuesta a los últimos acontecimientos en la región y a su convicción de que Kosovo se está preparando para atacar a los serbios y retirar por la fuerza las barricadas, el Presidente Aleksandar Vučić había ordenado que el Ejército y la policía de Serbia se pusieran en máxima alerta. “No hay motivos para que cunda el pánico, pero sí para estar preocupados”, declaró a última hora del lunes el ministro de Defensa serbio, Miloš Vučević, a la televisión RTS.
Por su parte, el ministro del Interior de Kosovo, Xhelal Sveçla, dijo el martes que Serbia, bajo la influencia de Rusia, busca desestabilizar a Kosovo apoyando a la minoría serbia que ha estado bloqueando carreteras. “Es precisamente Serbia, influenciada por Rusia, la que ha elevado un estado de preparación militar y está ordenando la instalación de nuevas barricadas, con el fin de justificar y proteger a los grupos criminales que aterrorizan (...) a los ciudadanos de etnia serbia que viven en Kosovo”, afirmó Sveçla en un comunicado.
Serbia niega que esté tratando de desestabilizar a su vecino y dice que solo quiere proteger a su minoría en el país. El Presidente serbio, Aleksandar Vučić, dijo el martes que Serbia “continuará luchando por la paz y buscará soluciones de compromiso”.
La Unión Europea (UE) ha pedido “máxima contención” a todos los actores involucrados y ha solicitado a los líderes serbios y kosovares que “contribuyan personalmente a una solución política”.
Orígenes del conflicto
Para el nacionalismo serbio, Kosovo es una región considerada cuna de su nación y fue el lugar donde se fundó su Iglesia Ortodoxa. La gran batalla de Kosovo en 1389 marcó un hito histórico para Serbia, que perdió contra los otomanos la región kosovar. Esa superficie (mayor a la actual) fue islamizada junto con el resto de territorios otomanos de los Balcanes. Durante los cinco siglos que duró la presencia otomana, el número de albaneses que se asentaron en Kosovo creció considerablemente.
Justamente esa disputa étnica fue la que generó grandes tensiones históricas, debido a que los serbios consideran que los albaneses se han apropiado del territorio. Esta retorica es negada por parte de los albanokosovares, que defienden descender de pueblos que estaban presentes en la región desde el siglo V a.C.
En 1913, durante la primera Guerra de los Balcanes, Serbia volvió a obtener el territorio kosovar. En los años siguientes, los albaneses acusaron a Serbia de promover el asentamiento de serbios en Kosovo con el objetivo de expulsarlos. Para evitar tensiones en la región, el dictador yugoslavo Josip Broz Tito dio a Kosovo mayor autonomía dentro de la propia Serbia. No obstante, con su muerte y el estallido de la guerra de Yugoslavia, el nacionalismo kosovar y el serbio vivieron un aumento de su rivalidad. Ambos se acusaban mutuamente de limpiezas étnicas, algo que fue aprovechado por el entonces Presidente serbio Slobodan Milosevic, cuyo ascenso político se encontraba motivado, entre otras cosas, por su cruzada contra la población albanokosovar.
El enfrentamiento armado llegó varios años después a Kosovo en comparación a otras regiones yugoslavas. Cuando Eslovenia, Croacia y Bosnia y Herzegovina ya eran considerados países independientes, Kosovo todavía estaba considerado como territorio autónomo serbio. Fue en 1996 cuando surgió el Ejército de Liberación de Kosovo, que comenzaría con sabotajes y ataques contra fuerzas de seguridad serbias.
En el año 1998 empezaría definitivamente el conflicto directo entre serbios y kosovares, estos últimos apoyados, entre otros, por Albania. De hecho, buena parte de esa milicia kosovar apuntaba más hacia una unión con Albania (en lo que se consideraba la Gran Albania) que por un Estado independiente. Todavía hoy muchos kosovares buscan esta unión, y la bandera albana ondea en todo el territorio.
La causa kosovar comenzó a recibir cada vez más apoyo internacional, en especial de Estados Unidos. La participación de la OTAN fue crucial para la retirada serbia de Kosovo que, bajo “razones humanitarias”, bombardeó en 1999 ciudades serbias dejando cientos de muertos.
Desde 2011, Kosovo y Serbia realizan negociaciones poco fructíferas para normalizar sus relaciones. Las autoridades kosovares proclamaron en 2008 una independencia que Belgrado no reconoce y que ha sido apoyada por Estados Unidos y la mayoría de los socios de la UE, pero no por Rusia, China, India, Brasil o España, entre otros Estados.
Nuevo foco de tensión
Todo se inició en 2021, cuando Kosovo ordenó que todos los conductores que entraran en su territorio desde Serbia utilizaran patentes provisionales válidas durante 60 días, una medida que ya aplicaba Serbia desde 2008 para los conductores que entraran desde Kosovo. Así, esta tensión se acrecentó cuando se anunció que comenzaría a regir una ley kosovar por la cual las personas provenientes de Serbia debían entregar sus documentos de identidad, que serían reemplazados por documentos emitidos por Pristina. Sin embargo, posteriormente el gobierno kosovar se retractó de la medida.
De los 1,8 millones de habitantes de Kosovo, el 92% son albaneses y solo el 6% serbios (el resto son bosnios, goranos, turcos y romaníes). Entre ese 6%, unos 50.000 habitantes de estas zonas de mayoría serbia se niegan a utilizar patentes kosovares, porque no reconocen la independencia de Kosovo. Otros países sí lo han reconocido como país independiente.
Kosovo, de gran mayoría albanesa, se separó de Serbia tras una guerra en 1998-1999. Pero muchos serbios, tanto fuera como dentro de este territorio, consideran a Kosovo como la cuna de la nación serbia.
Unos 600 miembros de etnia serbia dimitieron de la policía de Kosovo en noviembre por los planes de sustituir las patentes serbias por matrículas locales.
La UE tuvo que negociar un difícil acuerdo: Kosovo renunció a imponer multas a los que no cambien sus placas y Serbia aceptó dejar de emitir registros con las iniciales de las ciudades de Kosovo.
Pero en los últimos días, Belgrado ha incrementado su presencia armada en la frontera tras las noticias contradictorias sobre un tiroteo en el que nadie resultó herido.
Los informes de Belgrado afirmaban que se había atacado a personas de etnia serbia, pero las autoridades kosovares de Pristina rechazaron esta afirmación.
Las nuevas tensiones étnicas estallaron el 10 de diciembre, cuando los serbios levantaron múltiples barricadas e intercambiaron disparos con la policía tras el arresto de un exagente serbio por presuntamente agredir a personal en servicio durante una protesta anterior.
Influencia rusa
En agosto, el gobierno de Kosovo dijo que Serbia estaba avivando las tensiones étnicas y afirmó que Rusia la apoyaba. Belgrado y Moscú son aliados tradicionales.
Según el diario The Washington Post, las divisiones geopolíticas sobre Kosovo se han agudizado tras el ataque a Ucrania por parte de Vladimir Putin, un abierto partidario de Serbia. El líder del Kremlin ha criticado a Occidente por lo que califica de un doble estándar. Ha comparado la causa de Kosovo, que ha sido reconocida por la mayor parte del mundo occidental, con la de dos regiones en el este de Ucrania controladas por prorrusos desde 2014.
A su vez, los líderes de Serbia y Kosovo han utilizado la guerra en Ucrania para intensificar su retórica. Existe el riesgo de que una escalada se extienda a otras partes de los volátiles Balcanes occidentales, incluida Bosnia y Herzegovina. Aún así, una fuerza de paz liderada por la OTAN, de casi 3.800 soldados, ha ayudado a mantener la paz en Kosovo durante años y ha dicho que está preparada para intervenir si la estabilidad se ve amenazada.
La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova, atribuyó la actual tensión de Kosovo a que las autoridades kosovares imponen “normas discriminatorias sin fundamento”.
Esta misma idea fue repetida la semana pasada por la primera ministra serbia, Ana Brnabić, quien declaró que “estamos realmente al borde de un conflicto armado” y culpó a Pristina de tomar medidas unilaterales.