Con un apretón de manos se dio inicio a la histórica cumbre entre Donald Trump y Kim Jong Un, en un lujoso hotel en pleno centro de Hanoi. Ahí hablaron brevemente con la prensa, y Kim agradeció la "valiente decisión" del Presidente de Estados Unidos de empezar a dialogar con Corea del Norte. Después de eso, tuvieron una reunión privada por 20 minutos, para terminar el día con una cena íntima junto a sus equipos de trabajo. El mandatario estadounidense había iniciado la jornada con un tuit donde insistía en que Pyongyang puede convertirse en una superpotencia económica si se desnucleariza.
Aún se especula sobre los efectos de esta segunda cumbre, luego de que en la primera no se lograran mayores avances. Sin embargo, los expertos esperan que el diálogo sea fructífero. Esto implicaría una mayor apertura hacia la región y el resto del mundo, aunque el plan económico de Kim para lograrlo aún es un misterio.
Según los analistas norcoreanos, el mandatario estaría estudiando un modelo que le permita integrarse al mundo sin perder su carácter socialista ni sus privilegios. Es por eso que los expertos aseguran que Kim debería entonces fijarse en China y Vietnam, ejemplos de partidos comunistas que incorporaron el capitalismo sin sacrificar el partido único.
Por su situación geográfica, la economía norcoreana estará siempre vinculada a la de China, pero diplomáticos norcoreanos han señalado que Pyongyang no quiere depender mucho de Beijing. Corea del Norte es profundamente nacionalista, y la ideología del régimen se basa en la autosuficiencia económica. Por eso, estarían más interesados en el modelo vietnamita, un país comunista más pequeño que China donde el gobierno conserva el control total, beneficiándose al mismo tiempo de una economía de mercado.
Kim podría seguir los lineamientos de las reformas vietnamitas Doi Moi, que en 1986 fortalecieron la economía, hasta entonces centralizada, a través de un reconocimiento del sector privado y la apertura a inversionistas extranjeros, todo bajo el mandato estricto del Partido Comunista.
Mike Breen, presidente de Insight Communications, asegura que hay una diferencia importante entre China y Vietnam en términos de liderazgo. Por eso, piensa que el modelo chino sería mejor para Corea del Norte porque "Beijing ha pasado del liderazgo colectivo del Partido Comunista al liderazgo autoritario bajo Xi Jinping, y esto le queda mejor a Kim". Además, dice que si Corea del Norte siguiera el modelo chino "se encontraría rodeado de una tremenda buena voluntad, porque Estados Unidos, Rusia, China, Japón y, por supuesto, Corea del Sur, querrían invertir y ayudarlos a desarrollarse". Sin embargo, el experto no descarta que el mandatario norcoreano se inspire también en el modelo vietnamita.
Por su parte, Mike Green, analista del Center for Strategic and International Studies, asegura que Kim no elegirá ninguno de los dos modelos: "Está buscando proyectos que estén completamente controlados por su régimen y que proporcionen dinero a cambio de mano de obra o minerales, muy diferentes de Vietnam o China", señala el experto.
Katie Stallard, analista del Wilson Center, cree que lo que hay que preguntarse es si alguno de estos modelos podría funcionar para Kim, y advierte que el verdadero peligro de abrir la economía para el mandatario es que también ingresa información, lo que erosiona su control sobre el poder: "Como advirtió Deng Xiaoping durante el debate sobre la apertura en China, 'si abres la ventana para que entre aire fresco, debes esperar a que lleguen algunas moscas'. Para Deng, estas 'moscas' valían los beneficios, pero para Kim podría incluir información que amenaza la supervivencia de su régimen", señala la experta.
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