Las revelaciones sobre Chile en los nuevos archivos de JFK

La reciente desclasificación de nuevos archivos sobre el asesinato del presidente John F. Kennedy ha dejado al descubierto algunos hechos inéditos de la información que la inteligencia estadounidense manejaba sobre nuestro país. Investigadores que han revisado este material histórico comentan a La Tercera la importancia de sus hallazgos.
“Tenemos una cantidad tremenda de documentos, hay mucho que leer. No creo que vayamos a editar nada”, prometió el presidente estadounidense Donald Trump el pasado 17 de marzo, al anunciar la desclasificación de 80 mil páginas sin editar de archivos relacionados con el asesinato de John F. Kennedy, cumpliendo así una promesa de campaña de larga data. “Las personas han esperado esto durante décadas”, añadió el republicano.
Al día siguiente, los Archivos Nacionales de EE.UU., responsables de la custodia de los documentos sobre el asesinato del carismático 35º presidente de Estados Unidos, a sus 46 años, en 1963, iniciaron la desclasificación en su página web. La revisión de los archivos ha permitido dejar al descubierto nuevos antecedentes de la interacción de Washington con los gobiernos de la época. Y, en el caso de Chile, hay datos reveladores.

Peter Kornbluh, analista especializado en Chile del Archivo de Seguridad Nacional estadounidense, con sede en la Universidad de George Washington, proporcionó a La Tercera documentos que detallan lo que la CIA denominó “Operación WUDOOR”, un esfuerzo conjunto de la Agencia Central de Inteligencia y el FBI para instalar dispositivos de escucha en la Embajada de Chile en Washington, tras la investidura del presidente socialista Salvador Allende en 1970.
El informe del FBI cita 15 páginas de la compilación original “Joyas de la Familia”, que detallan una infiltración de la CIA y el FBI en la Embajada en 1971 para instalar dispositivos de escucha y un posterior allanamiento, presumiblemente para reemplazarlos o retirarlos. Las referencias a “Joyas de la Familia”, según el informe del FBI, “se refieren a la cobertura (de espionaje) de un establecimiento extranjero en este país (posteriormente identificado como la Embajada de Chile) iniciada entre mayo de 1971 y febrero de 1973. También se hace referencia a un robo a este establecimiento, reportado por la prensa, en mayo de 1973, y a la negativa de esta Oficina a investigar el robo por falta de jurisdicción”.

“Estos documentos son los más impactantes de lo que se ha encontrado hasta la fecha en los papeles de JFK. Provienen de resúmenes del FBI de un extenso expediente de la CIA llamado ‘Las Joyas de la Familia’, una recopilación de 700 páginas sobre las actividades ilegales de la CIA, redactada por agentes de la CIA en 1973, cuando los escándalos sobre el espionaje interno de la CIA estallaron en la prensa (antes de las revelaciones sobre el intento de la CIA de derrocar a Allende)”, comenta Kornbluh a La Tercera.
Un memorando expuesto en la reciente publicación, en tanto, revela que para enero de 1961, el mes en que JFK asume la presidencia, “el 47% de los oficiales políticos que servían en las embajadas de Estados Unidos eran CAS”, es decir, agentes de inteligencia que trabajaban bajo apariencia diplomática conocidos como Fuentes Estadounidenses Controladas, según informó el ayudante de la Casa Blanca, Arthur Schlesinger Jr., en un memorando Top Secret sobre “Reorganización de la CIA”. En el caso de Chile, según el documento, 11 de los 13 “funcionarios políticos” de la embajada de EE.UU. en Santiago eran agentes encubiertos de la CIA.
Al respecto, Kornbluh comenta: “Tras la publicación sin censura de este importante documento sobre la ‘Reorganización de la CIA’, hemos aprendido que la CIA utiliza ampliamente ‘Fuentes Estadounidenses Controladas’ (CAS), es decir, agentes encubiertos que se hacen pasar por diplomáticos en todo el mundo (...) En todo el mundo, había casi la misma cantidad de agentes de la CIA en las embajadas que de diplomáticos reales, un secreto que la CIA ha logrado mantener durante más de seis décadas. Es probable que esta proporción se mantenga también en la mayoría de los principales países latinoamericanos. Debido a la dinámica política única de Chile y a la fuerza de sus partidos de izquierda, es posible que hubiera más agentes de la CIA destacados en Santiago que en algunos otros países sudamericanos”, afirma.

“Chile estaba en la mira de la CIA y era una alta prioridad debido a lo cerca que estuvo Allende de ganar las elecciones presidenciales de 1958. Como se puede observar en el gráfico de gastos de la CIA en la región en 1961″, apunta Kornbluh. En efecto, en un documento de diciembre de 1973, titulado “División del Hemisferio Occidental, 1946-1965″ y que detalla el personal histórico de la CIA, se señala que los gastos en Chile para el año fiscal 1961 eran de 646.768 dólares. “Chile ocupaba el quinto puesto entre 21 países latinoamericanos, detrás de naciones mucho más grandes como Brasil, México y Argentina. Y es importante recordar que 646.768 dólares en 1961 equivaldrían a aproximadamente 7 millones de dólares hoy”, destaca el experto.
Claro que en ese ranking no figura Cuba, que acaparaba por lejos los recursos de la inteligencia estadounidense en la región. “Ese año, las obligaciones totales para las operaciones cubanas fueron de US$41.498.743, o casi cuatro veces los US$ 11.003.991 gastados en el resto de América Latina”.
Otro memorando de una reunión del “Grupo Especial” -que supervisó y evaluó las operaciones encubiertas de la CIA alrededor el mundo- celebrada el 30 de abril de 1964 y titulado “La situación chilena”, con fecha 1 de mayo de 1964, da cuenta de las elecciones presidenciales que tendrán lugar en septiembre de ese año en Chile.
En el documento se esbozan los esfuerzos que haría EE.UU. para apoyar la campaña de Eduardo Frei Montalva y los problemas que enfrentaría el candidato de la DC. Así, se revela que el Secretario de Estado Adjunto, Thomas C. Mann, y el coronel J.C. King, jefe de la División del Hemisferio Occidental de la CIA. esbozaron algunos de los problemas de la candidatura de Frei Montalva y “los esfuerzos encubiertos planeados o en curso” para contrarrestarlos.

“El coronel King, que había regresado recientemente de Santiago, esbozó algunos de los esfuerzos encubiertos planeados o en curso que incluían apoyo financiero a Frei, ayuda de la CDU italiana, énfasis en el voto femenino, asistencia católica y sindical, fragmentación de la oposición socialista, distribución de propaganda y posible ayuda de intereses industriales estadounidenses de larga data”, se lee en el archivo.
Y agrega: “Se subrayaron algunos de los obstáculos a los que se enfrentaban las fuerzas democráticas: la fuerte tradición anticlerical chilena, el encarecimiento del costo de la vida, el formidable apoyo exterior que recibía Allende, la apatía política de los militares y la candidatura tercerista de (Julio) Durán”.
El historiador Milton Cortés, profesor asistente de la Universidad San Sebastián y quien encontró algunos documentos relacionados con Chile entre el material sobre el asesinato de Kennedy desclasificado en los últimos días, dice a La Tercera que otro archivo hace mención a que la Democracia Cristiana habría enviado, en enero de 1973, a militantes suyos a prepararse con los servicios secretos venezolanos en caso de un golpe de Estado por parte de la izquierda. “Ello revela la existencia de ciertas conexiones que no han sido exploradas, como las relaciones de la DC chilena con sus congéneres del continente (en esos años gobernaba el democratacristiano Rafael Caldera), además del hecho de que la DC estaba preparando su propio grupo paramilitar, de lo que hasta ahora no se ha sabido nada”, destaca el investigador.

“Es muy representativo de los temores que muchos actores políticos chilenos tenían en la época frente al programa y la intención revolucionaria de la Unidad Popular”, agrega el historiador Sebastián Hurtado, profesor asociado de la Universidad San Sebastián que encontró material sobre Chile en la primera desclasificación, del primer gobierno de Trump.
Asimismo, Cortés destaca “la particular atención que se prestó a las relaciones chileno-cubanas”, como deja de manifiesto un archivo que revela los contactos entre el gobierno de Jorge Alessandri y embajada de EE.UU. en Santiago para recibir información en secreto de viajeros chilenos a Cuba.
El investigador también halló un archivo sobre presuntos planes del Partido Comunista peruano, siguiendo instrucciones de Moscú, para ayudar a la resistencia contra los militares chilenos en septiembre de 1973. “Al parecer fue un plan que no fue materializado, ya sea por el control que los militares chilenos ejercían en la frontera o el nivel de represión interna, pero demuestra que rápidamente después del golpe de Estado se organizó una solidaridad no solo política, sino también militar. La voluntad estaba, pero probablemente no la capacidad”, concluye.
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