Antes de que Rusia invadiera Ucrania, Mike Bazhenov estaba buscando una nueva MacBook para el trabajo y una SUV para sus viajes de fotografía de naturaleza cerca del lago Baikal.
En cambio, el desarrollador de software de 30 años compró 4,5 kg de arroz y trigo sarraceno después de que la computadora dejó de estar disponible y el precio del automóvil se duplicó. Está planeando ayudar a sus familiares a plantar papas este año en su granja, a 805 km de su ciudad natal siberiana de Krasnoyarsk.
“La vida está en pausa ahora”, dice.
El impacto de las sanciones se está extendiendo a través de la economía de Rusia, brindando indicios tempranos de las presiones que enfrentará el país. La inflación ha aumentado, las importaciones son cada vez más escasas y los rusos se preparan para tiempos difíciles. Las empresas extranjeras detuvieron sus negocios con Rusia, lo que provocó la pérdida de puestos de trabajo y el debilitamiento de las industrias.
A continuación, los economistas esperan que se agoten los inventarios y aumente el desempleo.
Muchos rusos no están esperando. Están luchando por obtener productos importados, como cápsulas Nespresso y lentes de contacto, y se están abasteciendo de productos básicos, a pesar de que las tiendas generalmente están bien abastecidas. Su compra podría acelerar la inflación y empeorar el impacto de las sanciones.
“Es el pánico ruso estándar, instintos que son de la época soviética”, dijo Natalia Zubarevich, experta en la economía de las regiones de Rusia en la Universidad Estatal de Moscú.
Bazhenov no lo ve como pánico. “Tengo un hijo. Que haya suficiente para una semana, por si acaso, y en ese tiempo podremos llegar a nuestros familiares”, dijo Bazhenov, y agregó que sus problemas económicos palidecen en comparación con lo que está sucediendo en Ucrania.
La alta demanda ha hecho subir los precios del azúcar un 46% este año. No hay escasez, ya que Rusia se ha convertido en un exportador de azúcar en los últimos 20 años. Pero los rusos recuerdan cuando escaseaba y no quieren quedarse cortos cuando hacen mermeladas con la fruta de sus huertos. El azúcar también se puede usar para hacer vodka casero, que alguna vez fue un producto comercializable dentro de Rusia.
En la cafetería de una oficina de Moscú de Sberbank, el mayor prestamista de Rusia y objetivo de las sanciones de Estados Unidos, solían apilarse sobres de azúcar, dijo un trabajador allí. Ahora los empleados deben pedir un sobre cuando reciben su café o té. Una portavoz del banco dijo que la historia era “noticias falsas difundidas deliberadamente para aumentar la tensión en torno a la dinámica social en la sociedad rusa”.
Los primeros datos muestran la rapidez con que las sanciones han afectado a la economía. Los primeros datos independientes de marzo mostraron que las fábricas rusas tuvieron su mayor caída de actividad desde el comienzo de la pandemia. Esa es una señal de que es probable que se pierdan puestos de trabajo. El Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo proyectó que la economía se contraerá un 10% este año, sin que se vislumbre una recuperación.
El debilitamiento de la economía dificultará económicamente que Rusia haga la guerra en Ucrania. La estadística más preocupante en este momento es la inflación, que ha subido un 8,9% en lo que va de 2022, según estadísticas del gobierno ruso. Los consumidores esperan que los precios aumenten un 18% durante el próximo año, según una encuesta del Banco Central realizada en marzo.
Las expectativas de los consumidores de una mayor inflación han desencadenado un juego del gato y el ratón con el gobierno. Si los consumidores creen que los bienes serán más caros, compran más ahora. Eso aumenta la demanda y potencialmente hace que los precios suban aún más.
Los funcionarios del gobierno están tratando de romper ese ciclo, argumentando que la inflación será temporal. Si los consumidores esperan a que pase la fiebre actual, “los precios de algunos productos podrían incluso bajar”, dijo la directora del Banco Central, Elvira Nabiullina, en un discurso reciente.
Un éxito económico a corto plazo: Nabiullina estabilizó el rublo en las últimas semanas. Pero llegó a través de un aumento punitivo de la tasa de interés y controles estrictos sobre la conversión de dinero en moneda extranjera, movimientos que ralentizan la economía y limitan los lazos financieros de los rusos comunes con el mundo exterior.
El esperado aumento del desempleo obligará al gobierno a impulsar el gasto social mientras financia la guerra. Según una encuesta de febrero realizada por la encuestadora estatal VtSIOM, solo un tercio de los rusos tiene ahorros. El salario mensual promedio el año pasado en Rusia fue de 56.545 rublos, o aproximadamente US$ 670, según la agencia estatal de estadísticas Rosstat.
Oksana Neverova, una jubilada de 56 años de Yuzhno Sakhalinsk, una ciudad en el Lejano Oriente de Rusia, dijo que el precio de su café vietnamita favorito ha subido un 50%. “No es nada nuevo”, dijo sobre los aumentos de precios. Ella espera un aumento en su pensión para compensar el aumento de los precios y agrega que no está preocupada. “Todo está totalmente bien”, dijo.
Desde 2014, el país ha intentado construir lo que los analistas llaman Fortaleza Rusia para reducir su dependencia de las importaciones. Ese esfuerzo ha fracasado en gran medida. En 2020, las importaciones representaron el 75% de las ventas de bienes de consumo no alimentarios en el mercado minorista ruso, según un estudio de la Escuela Superior de Economía de Moscú. Los estudios muestran que el esfuerzo de autosuficiencia también hizo subir los precios.
Los alimentos básicos rusos conocidos como el set de borscht -las verduras necesarias para la amada sopa de color rojo magenta- también incluyen importaciones. Desde principios de año, el precio de la remolacha, el repollo, las zanahorias y las papas ha subido en cambios porcentuales de dos dígitos.
Vladislav Davankov, vicepresidente de la Duma Estatal, la Cámara Baja del Parlamento de Rusia, dijo el martes que su partido Gente Nueva propuso extender las vacaciones en mayo para que la gente tenga tiempo de plantar huertos y mejorar la seguridad alimentaria para el otoño. “La gente necesita sobrevivir”, dijo, señalando el aumento en los precios del borscht.
“La economía rusa en este momento está ligada a la economía global, no solo por los plátanos y el café, sino también por cosas como las zanahorias y las papas”, dijo Zubarevich, del estado de Moscú. “Compramos todo esto en algún lugar cuando no hay suficiente”.
El diario comercial ruso Kommersant informó la semana pasada que la cosecha de 2021 se está acabando y los vendedores están tratando de comprar productos importados, como repollos tiernos producidos en Turquía, Egipto y Uzbekistán. Esos repollos aún no han madurado, informó Kommersant.
Los consumidores se han acostumbrado a cosas como los plátanos. Gennadii Golovan es propietario de dos pequeñas tiendas de comestibles en la isla rusa de Sakhalin, a unos 200 km al norte del extremo superior de Japón. Los precios al por mayor de los plátanos aumentaron un 25% en las últimas semanas y la gente recortó sus compras, aunque ahora están comprando de nuevo, dice. Golovan se beneficia de un programa de estímulo del gobierno que le otorgó una licencia de licor gratis, que normalmente costaría 65.000 rublos (unos US$ 780), para el próximo año.
Alexey Furnosov, un auditor, perdió dinero cuando el mercado bursátil ruso se desplomó al comienzo de la guerra y ha estado viendo cómo el aumento de los precios golpeaba su bolsillo. Ahora dice que plantará todo el jardín en su casa de campo en Vladimir, una ciudad histórica cerca de Moscú, este año con papas y calabacines para su hijo pequeño, además de tomates y pepinos para marinar durante el invierno. En el trabajo, su jefe le dijo al personal que conservara el papel de oficina.
A las principales ciudades de Rusia les ha ido mejor que al resto del país en los últimos años. También se han entrelazado más con la economía global. Los trabajadores se han enfrentado a la pérdida de empleos a medida que las empresas occidentales cierran. Eso ha repercutido en toda la economía.
Tatyana Androsova, una diseñadora gráfica independiente de 35 años de la región de Moscú, estima que sus ingresos disminuyeron entre un 30% y un 40% en marzo. Sus clientes, incluido un salón de belleza, estaban preocupados por sus propios costos y perspectivas comerciales. Perdió otra fuente de ingresos cuando Rusia prohibió Instagram. Había estado haciendo montajes de videos y fotografías en la plataforma de redes sociales para clientes de pequeñas empresas.
Una preocupación urgente era su acceso al software de Adobe Inc., que es necesario para su trabajo. No pudo pagarlo porque su Mastercard emitida en Rusia ya no funcionaba fuera del país.
Consiguió que un cliente amistoso en Londres pagara una suscripción de Adobe, mientras que ella la ayudaría con el diseño gráfico a cambio. “Es una especie de trueque”, dijo Androsova.