"La transición es muy dura, porque hay que meterse en este mundo donde ya no se siente la sensibilidad humana y hay que desconfiar de todos", cuenta Liliana Gaitán, ex combatiente de las FARC, de 36 años y que en su época de guerrillera se hacía llamar "Carolina García". Gaitán se incorporó al grupo rebelde a los 19 años y pasó 17 años en la guerrilla que protagonizó un conflicto armado que se extendió por medio siglo y que se inició como una reivindicación de la lucha radical agraria.
Tras años de conflicto e infructuosos intentos de paz con varios gobiernos, en 2016 y bajo el mandato del actual Presidente Juan Manuel Santos, la guerrilla y el gobierno firmaron los acuerdos de paz en La Habana. "Hace ocho años que nos invitaron a ver la opción de hablar con Santos y nosotros no queríamos porque Santos es un representante de la oligarquía y nos mataron muchos dirigentes. Pero dijimos, bueno, son las ideas las que fundamentan la acción revolucionaria", comenta "Rubín Morro La Guerra", o Martín Cruz, su nombre verdadero, un ex guerrillero de 54 años.
Cruz pasó toda su vida en la guerrilla, o al menos así lo siente. Ingresó a la militancia de las FARC a los 14 años, en 1977. Cuenta que su padre fue uno de los fundadores de las FARC, Martín Cruz Zambrano. "Yo quería ser guerrillero y me dijeron que no porque era menor de edad, y les dije que iba a crecer", cuenta a La Tercera en Bogotá.
En 2014, Cruz fue delegado para los acuerdos de paz en La Habana. "Rubín" siempre desarrolló la escritura y la lectura en la selva, gracias a su padre, quien lo incitaba a leer. Hoy ya ha publicado dos libros. "Yo soy un escritor hecho en la selva. Escribía poemas, historias y ahora tengo dos libros. Uno llamado El diario de la guerra y la paz y otro llamado El último fusil. La historia de su segundo libro, que acaba de lanzar en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, en mayo, está basada en un hecho que a él lo enorgullece. "Fui el único guerrillero que vio las armas de las FARC todas apiladas, unas 9 mil armas. No hubo otro guerrillero que lo vio. Tengo la foto del arma de Timo (Timochenko, ex líder de las FARC)" señala.
Pese a que Cruz se crió y pasó casi toda su vida en la guerrilla, el ingreso al mundo civil ha sido lento. "El año en La Habana me fue muy útil, en mi cosmovisión y mi lectura de sociedad moderna", expresa. Pero lo que sí ha sido complejo, es la reincorporación social. "La legalidad, los trámites, las filas, la burocracia. Incluso cuando voy al médico. Ha sido muy lenta la reincorporación", cuenta.
Hoy, "Rubín" trabaja en una cooperativa de arte, que hoy reúne a 20 excombatientes. La cooperativa tiene una tienda comercial en Cali con productos artesanales, mientras que en la capital colombiana están preparando una tienda. Así, envían a Europa los productos que fabrican los exguerrilleros y preparan una exposición para fin de año.
La reincorporación a la vida civil fue menos dura para Diego Méndez o "Daniel Nariño", de 34 años. Méndez se graduó de politólogo en Bogotá e ingresó a la guerrilla en 2007. "El día que quedó como Presidente Álvaro Uribe en 2002, yo militaba en el Partido Comunista y sabíamos que nos iban a encarcelar o matar. Y decidí resguardar la vida desde las montañas de Colombia", narra a La Tercera.
Durante los 10 años que pasó en la selva y las montañas, Daniel fue encarcelado un año, junto a otros tres compañeros. "La vida en la cárcel fue terrible", asegura. Luego de la firma de los acuerdos de paz, para Daniel Nariño, el regreso a Bogotá como civil "no fue tan difícil, aunque sí duro. No fue difícil porque yo soy bogotano, no tenía que aprender a coger buses, como a muchos camaradas les pasó", dice. Como cientista político, comenzó a trabajar en proyectos e investigaciones de compañeros que tuvo en la universidad, y luego colaboró en una organización social.
Pero más que la falta de costumbre en temas prácticos. para Liliana Gaitán la dificultad estuvo en dejar a quienes consideraba su segunda familia. "Uno tiene que aceptar que esto no es fácil. La vida que nosotros llevábamos en la guerrilla era muy diferente. Hacíamos una vida en comunidad, los combatientes eran una segunda familia", sostiene. La colectividad con la que desarrollaban todas las actividades y la solidaridad que existía entre ellos, es lo que más extraña. "Es duro desprendernos de esa familia, aquí uno ya no tiene esa convivencia colectiva como era en los campamentos. Aquí uno vive en un apartamento pero no conoce al vecino de al lado", cuenta.
Para los acuerdos de paz, Liliana Gaitán estuvo encargada de la Comisión Internacional de las FARC y hoy continúa ejerciendo esa labor, pero en el partido político de la exguerrilla. "Sobrevivimos con lo que nos da el Estado producto de los acuerdos, que son 700 mil pesos, que es la renta básica", cuenta.
Los acuerdos de paz han sido un tema clave de campaña. El uribista Iván Duque, favorito para ganar la segunda vuelta de mañana, podría modificar o echar por tierra el pacto. A su vez, el izquierdista Gustavo Petro, sostiene que los acuerdos deben cumplirse.
"A pesar de todas las incoherencias que hay, el proceso es una realidad", sentencia "Rubín Morro".