El capitán Ibrahim Traoré, líder del golpe de Estado perpetrado el pasado 30 de septiembre en Burkina Faso, ha sido designado oficialmente y “por unanimidad” nuevo presidente del país hasta 2024 durante una “asamblea nacional” celebrada en Uagadugú, la capital.
La llamada Carta de Transición, que recoge los pasos a tomar por el país hacia la convocatoria de elecciones, contempla en su artículo 5 que el presidente del Movimiento Patriótico de Salvación y Restauración (MPSR) asume las funciones de presidente de transición, de jefe del Estado, así como del máximo responsable de las Fuerzas Armadas.
El nombramiento se ha producido con el proceso de firma por parte de Traoré de la Carta de Transición, la cual comprende un total de 27 artículos, según recoge la emisora local Omega.
El que fuese nombrado “jefe de Estado provisional” del país africano el pasado 2 de octubre, ha llegado a la sala de conferencias Ouaga 2000 escoltado por dos guardias de seguridad armados para firmar el texto.
Antes de la declaración, el coronel Célestin Simporé aseguró, debido a la presencia de decenas de manifestantes en las calles de Uagadugú que han mostrado su apoyo a Traoré, que los 300 delegados satisfacerían las aspiraciones de todo el pueblo burkinés.
La ceremonia de apertura, que ha contado con cerca de 300 representantes, ha estado presidida por el capitám Marcel Meda, en representación del presidente Traoré, según ha informado el Servicio de Información gubernamental de Burkina Faso en su perfil oficial de Facebook.
El golpe de Estado llegó tras un amotinamiento de militares en protesta por la inseguridad y la falta de medios para hacer frente al yihadismo, motivo por el que los soldados depusieron al líder de la junta de Burkina Faso y presidente de transición, Paul-Henri Sandaogo Damiba.
La asonada, considerada un “golpe palaciego” por parte de un sector de la junta militar enfrentado a Damiba -quien ha huido a Togo-, permitió a Traoré ostentar el cargo de “presidente de transición” tras la adopción de una “ley fundamental” destinada a “garantizar la continuidad del Estado”.
Burkina Faso ha experimentado en términos generales un aumento significativo de la inseguridad desde el año 2015, con ataques obra tanto de la filial de Al Qaeda como la de Estado Islámico, lo que ha provocado una oleada de desplazados internos y refugiados hacia otros países de la región.