Este viernes los líderes de los estados miembro de la Unión Europea (UE) llegaron a Bruselas (Bélgica para discutir sobre su plan de recuperación pero, para su primera cumbre cara a cara en la era del coronavirus, lo hicieron con mascarillas.

El 17 de julio fue la fecha marcada en rojo en el calendario del jefe del Consejo Europeo, Charles Michel, para el reencuentro de los líderes, obligando a la danesa Mette Frederiksen a cambiar por tercera vez el día de su boda.

"Estoy tan emocionada de casarme con este fantástico hombre, pero aparentemente no puede ser tan simple", escribió a fines de junio la primera ministra socialdemócrata, quien, finalmente, pudo vestirse de blanco el miércoles.

Para celebrarlo, su par luxemburgués, Xavier Bettel, llegó con vino espumoso del Gran Ducado para Frederiksen, pero también para los jefes de gobierno de Portugal, António Costa, y Alemania, Angela Merkel, en el día de sus cumpleaños.

Las imágenes de la cumbre, a la que sólo se permitió el acceso brevemente a medios gráficos por las medidas frente al coronavirus, muestran una serie de líderes haciendo regalos, especialmente a Merkel, cuyo país ejerce la presidencia de la UE.

De Costa, la influyente canciller de 66 años recibió una edición en alemán de “El Ensayo sobre la Ceguera” del Nobel de la Literatura portugués, José Saramago; del presidente francés, Emmanuel Macron, botellas de vino blanco de Borgoña.

El primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, le trajo de su país a orillas del mar Negro un tradicional frasco de plata con aceite de rosas, mientras que el austríaco Sebastian Kurz, más práctico, le regaló una típica tarta Sacher.

Angela Merkel, por su parte, obsequió a su par portugués, por sus 59 años, un facsímil de un mapa de la ex colonia lusa de Goa del siglo XVII, de donde proceden los antepasados de Costa, y un libro sobre los marinos portugueses.

Mascarillas, codazos y ropa interior

La primera cumbre presencial en cinco meses y en plena pandemia representó un reto para el Consejo que se esforzó en limpiar cada rincón. Gel desinfectante, entre otros, estaban a disposición de los líderes sobre su mesa y a la entrada de la sala.

La llegada de los dirigentes, siguiendo la alfombra roja del imponente edificio Europa, sede del Consejo, se convirtió en una pasarela de mascarillas, un complemento poco habitual en Europa antes de la llegada del coronavirus.

El catálogo de colores se limitó al blanco, al negro y a tonos de azul, entre modelos disponibles en farmacias, como el de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, u otros más personalizados, como el del primer ministro luxemburgués.

Xavier Bettel lucía un tapabocas oscuro con la palabra 'Moien' (buenos días, en luxemburgués), rodeada de manchas de los colores nacionales azul, blanco y rojo. Otros tenían el escudo de su país impreso discretamente en un rincón de la tela.

Anticipando quizás la situación, el primer ministro portugués obsequió un “kit Covid-19 personalizado” a cada uno de los mandatarios, así como a Von der Leyen y Michel, con varias y coloridas mascarillas confeccionadas en su país.

Y, para el reencuentro, saludos codo con codo... salvo entre los primeros ministros de República Checa, Andrej Babis, y de Hungría, Viktor Orban, quienes no dudaron en darse la mano, una costumbre que no se recomienda por la pandemia.

Para respetar las consignas sanitarias en esta reunión de dos días como mínimo, cada líder sólo podía estar acompañado de cuatro personas y la reunión se celebró en la sala habitual de las cumbres UE-África para garantizar una mayor separación.

Tras varias cumbres por videoconferencia, los líderes consideraban "importante" reunirse en persona para poder impulsar la negociación, en palabras del mandatario luxemburgués, que, sin embargo, no pudo avanzar cuándo terminará el encuentro.

“Normalmente, no sé cuándo termina. Y ya me pasó, tengo que confesarlo, de no tener una camisa o ropa interior limpias y, en ese caso, tener que usar el champú de mi habitación para asegurarme que tengo ropa limpia”, aseguró Bettel a agencia AFP.