Calles con muchas personas sin mascarillas, cafés y restaurantes llenos. Esa es la escena en Suecia, que pareciera evocar el mes de enero, cuando el Covid-19 todavía no golpeaba con fuerza a Europa. Pero no. Es la imagen que se registra actualmente en este país, especialmente en Estocolmo, donde no pareciera haber ningún atisbo de que el virus sigue circulando, en medio de la segunda ola que afecta a Europa occidental.
Ocurre que los niveles de contagios diarios en Suecia son sustancialmente menores a los que registran por estos días España, Francia e incluso Alemania. En un promedio de los últimos siete días, Suecia tiene 467 casos diarios de coronavirus. La misma cifra en España es de 5.531 y en Francia de 16.036. Sin embargo, el número es mayor si se compara con sus vecinos, con características similares a Suecia. En Dinamarca, el promedio de casos diarios en la última semana fue de 444, mientras que en Noruega fue de tan solo 157.
Por eso, no hay claridad aún sobre si la particular estrategia sueca para combatir el coronavirus ha sido exitosa o no.
“Si el nivel de colapso de las unidades de cuidados intensivos en los hospitales es el criterio para juzgar si una estrategia fue exitosa o no durante la primera ola en Europa, podemos decir que el enfoque sueco fue tan exitoso como el cierre más estricto que también logró evitar el colapso de los hospitales. Si, en cambio, el criterio es la mortalidad por población, entonces la clasificación de Suecia en comparación con otros países europeos no es favorable”, señaló a La Tercera Antoine Flahault, director del Instituto de Salud Global de la U. de Ginebra.
Según el experto, Suecia ha obtenido mejores resultados en términos de mortalidad por Covid-19 que Bélgica, España, Reino Unido e Italia, pero peor que Francia y Suiza, y mucho peor que Alemania, Dinamarca, Austria, Finlandia y Noruega.
Durante la primavera, cuando el coronavirus comenzaba a golpear a otras naciones y estas respondían tomando drásticas medidas, Suecia siguió su propio camino, lo que le valió una series de críticas. Sus fronteras permanecieron abiertas, al igual que bares, restaurantes, escuelas y parques. Lo mismo ocurrió en las peluquerías e incluso los cines. La estrategia confiaba en la responsabilidad y el buen sentido de los suecos para quedarse en casa, mantener distancia y lavarse las manos.
En mayo, el país de 10,1 millones de habitantes registró la mayor cantidad de muertes por Covid-19 per cápita en Europa. Así, el gobierno ha reconocido errores en su estrategia: casi la mitad de las 5.894 muertes de Suecia ocurrieron en hogares de ancianos, lo que generó acusaciones de que el país no había protegido a los más vulnerables y que, de hecho, habría sacrificado a los ancianos para no colapsar las camas de cuidados intensivos.
Sin embargo, después del verano la situación en Suecia parecía estar bajo control. Se cree que una serie de factores pueden haber influido en esto, puesto que aún no existe evidencia concreta de que la inmunidad de rebaño realmente esté alcanzando los niveles deseados en Suecia. Por ejemplo, más del 50% de los suecos viven solos. Eso sería significativo, ya que varios estudios han demostrado que una alta proporción de infecciones se transmite entre las personas al interior de sus hogares. Además, las ciudades de Suecia son menos densas y la sólida red de seguridad social permite que una persona reciba el salario completo de su empleador o los beneficios del Estado durante el período que decida confinarse. Por otro lado, los suecos confían en sus autoridades.
Según datos del gobierno, más del 80% de los suecos se ha distanciado socialmente, evita dar la mano y se lava las manos con más frecuencia. El 60% ha reducido sus actividades fuera del hogar y está evitando lugares concurridos.
“La estrategia de auto confinamiento también tuvo la ventaja de que no generó ninguna necesidad de levantar o suavizar las medidas cuando las curvas volvieron a la normalidad, ya que casi no habían medidas tomadas por ley. En cierto sentido, la mayoría de las medidas autoadministradas, como el distanciamiento físico, la oficina en casa o evitar las multitudes continuaron siendo aplicadas por los suecos durante todo el verano. Es posible que esto haya influido en el nivel más bajo de casos que en otras partes de Europa”, explica Flahault.
Sin embargo, los casos han vuelto a aumentar desde fines de septiembre, e incluso el epidemiólogo encargado de la gestión de la pandemia en Suecia, Andres Tegnell, ha decidido imponer nuevas restricciones, como que los miembros de un hogar se aíslen durante una semana si alguno de ellos se infecta. Además, recomendó el uso de mascarilla en un país donde no ha sido una práctica masiva.
El problema que ha surgido ahora es que países como Francia y Reino Unido están optando por acercarse en esta segunda ola al enfoque sueco, pero no pareciera ser la mejor decisión según algunos epidemiólogos. “Al evitar a casi cualquier costo volver a cerrar sus países, abrir escuelas, transporte público, bares y restaurantes, Reino Unido o Francia, en cierto modo, fueron adoptando estrategias cercanas a la adoptada en Suecia”, sostiene Flahault. “La cuestión es que en Suecia, la gran mayoría de la gente sigue las recomendaciones de los expertos y confía en su gobierno para estos temas. ¿Ocurrirá de la misma manera en Reino Unido o Francia? No es por sentado. Lo que funcionó en Suecia fue el autobloqueo y no un efecto de no bloqueo”, concluye.