El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, de 59 años, el miércoles en la tarde apenas a unos días de las elecciones, ha puesto de manifiesto el incremento de la criminalidad que vive Ecuador desde hace años relacionada con el auge de las pandillas, como los Lobos y Los Choneros.
Ecuador tuvo en 2022 la cuarta tasa de homicidios más alta -entre ellos el de Agustín Intriago, alcalde de Manta, una de las principales ciudades del país- y se espera que en 2023 la situación empeore.
Tras el asesinato circuló un video en el que un grupo de encapuchados, que decían pertenecer a Loa Lobos y levantando armas, se adjudicaba el asesinato de Villavicencio. Sin embargo, después se dio a conocer que era falso. En todo caso la atención sigue puesta en este grupo.
Según la organización Insight Crime, Los Lobos se han constituido como la segunda agrupación delictiva más numerosa de Ecuador, con más de 8.000 miembros distribuidos en las prisiones del país. El grupo ha participado en varias sangrientas masacres carcelarias en Ecuador, que dejaron más de 315 reclusos muertos solo en 2021.
La erosión de la posición de los Choneros como organización criminal dominante en Ecuador dejó el camino libre para que los Lobos tomaran el control de una poderosa federación de bandas, entre las que se cuentan los Tiguerones y los Chone Killers, para competir por el control de las prisiones en Ecuador y por el tráfico de narcóticos, como enlaces con el crimen organizado de Colombia y México. La pandilla también se ha vuelto muy activa en la industria de la minería ilegal.
Como muchas de las bandas de Ecuador, los Lobos se iniciaron como una disidencia del que fuera el principal grupo criminal de Ecuador, los Choneros. Cobraron importancia en 2020 después de la fragmentación de algunos de los principales grupos criminales de Ecuador. Desde 2016, Los Lobos y sus aliados proveen armas y seguridad para el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que se disputa el control de las rutas de cocaína en Ecuador, según el portal Código Vidrio.
Por tradición, los principales rivales de los Choneros eran los Cubanos y los Lagartos, pero las muertes de los líderes de ambos grupos debilitó ambas organizaciones. Sin embargo, la muerte del líder de los Choneros Jorge Luis Zambrano, alias “Rasquiña”, en 2020, dejó sin jefe a la organización criminal dominante de Ecuador, indicó Insight Crime.
Al reconocer la posición de debilidad de los Choneros, varias pandillas y facciones que se habían declararon aliadas del grupo mayor cambiaron de bando y crearon una nueva alianza para combatir a la debilitada megapandilla. Entre estos grupos de menor tamaño se cuentan los Lobos, los Chone Killers y los Tiguerones. Estos se hacen llamar en conjunto la Nueva Generación en referencia a los presuntos vínculos no probados con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), de México.
El portal GK informó que el líder de Los Lobos era Wilmer Chavarría, alias “Pipo”, quien operaba desde la prisión de Turi en Cuenca y la policía cree fue asesinado en un motín carcelario en 2021, en el que resultaron muertos 34 presos. Desde su muerte, el rumor general es que su sucesor es Alexander Quesada, alias “Ariel”.
Los Lobos operaban principamente en las ciudades de Latacunga y Cuenca, en la provincia amazónica de Pastaza, y en la ciudad costera de Machala, según la prensa local. Pero desde que comenzaron a ganar relevancia nacional, han consolidado su presencia en las prisiones de máxima seguridad. Se dice que controlan todo en la prisión de Turi, en Cuenca, que alberga a cerca de 1.600 reclusos. También tienen influencia dominante en las prisiones Sierra Centro y Cotopaxi, en las afueras de Latacunga. En el centro penitenciario Litoral, de Guayaquil, el más grande del país, controlan los pabellones 8 y 9, según los panfletos publicados por el mismo grupo en noviembre de 2022.
La principal fuente de ingresos se origina en el trasiego de cargamentos de cocaína para grupos colombianos y mexicanos que mueven la mercancía por Ecuador. También, la protección de cargamentos de drogas en las ciudades portuarias, tareas de cobro de deudas y sicariato para socios internacionales o grupos aliados. En los últimos meses, las autoridades ecuatorianas han descubierto laboratorios de procesamiento de cocaína en Ecuador, que indican una posible evolución de grandes bandas, como los Lobos, en lo que las autoridades denominaron “microcarteles”.
Los Choneros
Los Choneros es uno de los grupos criminales más prominentes de Ecuador, del que se tuvo noticia por primera vez a finales de los 90 como una organización narcotraficante establecida en la ciudad de Manta, población costera en la costa Pacífica de Ecuador.
Originalmente las autoridades identificaron el grupo como brazo armado de un cartel narco colombiano, con control sobre las rutas de tráfico marítimas por el Pacífico hacia México y Estados Unidos. Sin embargo, el arresto de las cabezas del grupo en 2011, y su consiguiente integración al sistema penitenciario, dio origen a una década de evolución para Los Choneros.
Desde 2011, Los Choneros han evolucionado para convertirse en una de las bandas carcelarias más violentas del país, con presencia permanente en penitenciarías en todo el territorio ecuatoriano, y operaciones en múltiples ciudades, donde Los Choneros se dedican al microtráfico, sicariato, extorsión y contrabando.
Tradicionalmente, las economías criminales de Los Choneros se han concentrado en la provincia de Manabí, oeste de Ecuador, específicamente en la ciudad de Manta y sus zonas aledañas, donde Los Choneros ganaron prominencia a finales de los90. Pero a medida que los miembros de la banda comenzaron a poblar cada vez más el sistema penitenciario de Ecuador hacia 2011, la incipiente transformación del grupo en una banda carcelaria comenzó a desplazar sus actividades ilícitas al sur, a la provincia de Guayas, donde los líderes de Los Choneros se encontraban privados de la libertad en la Prisión La Roca de Guayaquil.
También tenían la capacidad de transportar cargamentos de cocaína desde la frontera de Colombia con Ecuador hasta el puerto de Guayaquil en seis horas, lo que los convirtió en socios valiosos del Cartel de Sinaloa, de México.