"Estás jugando. Deberías estar en Bruselas negociando. ¿Dónde se está haciendo la negociación? Estás aquí en Morley, en Leeds, pero deberías estar en Bruselas, liderando a los británicos, negociando para abandonar la Unión Europea", le dijo un residente de esa localidad inglesa al primer ministro Boris Johnson. Esta escena, que ocurrió el jueves, refleja el hastío y enojo de los británicos por el proceso del Brexit, que cada día parece más incierto.
Luego de una semana caótica en la que el Parlamento británico acorraló al gobierno, lo único aparentemente claro es que no habrá elecciones generales anticipadas en octubre, como quería Johnson. Esto, porque laboristas, liberal demócratas, nacionalistas escoceses (SNP) y galeses (Plaid Cymru) coincidieron en que no respaldarán unos comicios que se celebren antes de que se materialice la extensión del plazo de salida del país de la Unión Europea. Es por eso que ahora se especula que las elecciones podrían tener lugar en noviembre. Los legisladores tuvieron que actuar rápidamente debido a que la próxima semana se suspenderá el Parlamento, hasta el 14 de octubre. Para que se realicen comicios generales se necesita el respaldo de dos tercios del Parlamento, algo que Johnson no tiene.
Una encuesta de la firma YouGov publicada esta semana sugiere que los conservadores obtendrían el 35% de los votos en unas elecciones, mientras que los laboristas sumarían el 25%, los liberal demócratas el 16% y el Partido del Brexit el 11%. Según un análisis del diario The Telegraph, los números para los tories serían favorables solo si los comicios se realizan en octubre, porque si se llevan a cabo en noviembre, es la colectividad de Nigel Farage la que aumentaría su respaldo, al igual que los liberal demócratas.
Por otro lado, la legislación de los rebeldes, como se le conoce coloquialmente, o del Brexit sin acuerdo, fue ratificada ayer por la Cámara de los Lores y quedó lista para entrar en vigor el lunes, luego del consentimiento de la reina Isabel II. Esta ley obligará a Johnson a pedir el 19 de octubre una extensión del plazo del Brexit, para el 31 de enero de 2020. Algo que el primer ministro ha repetido que no quiere hacer, incluso dijo que "preferiría estar muerto en una zanja" que pedir un aplazamiento.
La aparente negativa de Johnson a pedir esa prórroga ha llevado a los analistas políticos a preguntarse si el primer ministro estará dispuesto a desafiar la ley, o bien tratará de buscar algún mecanismo que le permita esquivarla. En este sentido, la cadena BBC explica que existen dos escenarios en los que el premier podría ignorar el mandato de la legislación: uno es que el Parlamento apruebe el acuerdo de divorcio (el mismo que fue rechazado tres veces durante el gobierno de Theresa May) o que los diputados aprueben un Brexit sin acuerdo.
En todo caso, el aplazamiento del Brexit no está garantizado, porque es Bruselas quien tiene la última palabra, ya que una decisión de este tipo debe ser aprobada por los 27. De hecho, el Presidente francés, Emmanuel Macron, podría vetar una extensión debido a la "deteriorada situación" en Reino Unido, según dijo un exalto diplomático galo, Pierre Sellal, a BBC Radio 4.