Cuando falta un mes para que se concrete la salida de Reino Unido de la Unión Europea, Londres y Bruselas aún no llegan a un acuerdo comercial y las negociaciones parecen estancadas. Temas como la pesca han entrampado el entendimiento entre ambas partes, mientras el reloj sigue corriendo para que puedan cumplir con los plazos.
“Seguimos comprometidos a tratar de lograrlo lo antes posible”, dijo el portavoz del primer ministro británico, Boris Johnson, el lunes. Pero “hemos sido claros en que no cambiaremos nuestra posición de negociación”, añadió.
Así, el nerviosismo reina tanto en Londres como en Bruselas, porque aún faltan preparativos administrativos para evitar trastornos cuando se empiecen a aplicar las nuevas normas el 1 de enero. “No hay tiempo que perder”, afirmó Michael Gove, ministro responsable de coordinar la acción gubernamental. “Sea cual sea el resultado de nuestras negociaciones con la UE, hay cambios definitivos para los que las empresas deben prepararse”, advirtió.
A continuación las claves para entender el laberinto en el que se encuentran tanto Londres como Bruselas para alcanzar un acuerdo.
Contexto
Reino Unido dejó de formar parte de la Unión Europea el 31 de enero de este año. Sin embargo, se estableció un período de transición como parte del Acuerdo de Retirada de octubre del año pasado, en el que la situación se ha mantenido sin cambios tanto en la UE como en Reino Unido.
Durante el período de transición sigue aplicándose a Reino Unido la legislación de la UE como si fuera un Estado miembro. El plan era que durante estos meses ambas partes negociaran un acuerdo comercial para su relación una vez consumado el divorcio.
Período de transición
Este período de transición concluye el próximo 31 de diciembre, que es, en rigor, cuando se produce el Brexit, por eso la urgencia para conseguir un acuerdo comercial. Esto, porque a partir del 1 de enero de 2021 entrarán en vigencia los cambios que conlleva la separación, tanto para ciudadanos de ambos lados del Canal de la Mancha como para las empresas.
De no existir un acuerdo, Reino Unido se regirá por las leyes de la Organización Mundial de Comercio, algo que Johnson ha preferido mencionar como un acuerdo al estilo de Australia. Este escenario supone cuotas y aranceles, lo que no es el mejor panorama para un país que está en recesión. La pandemia dejará en 2020 un déficit presupuestario de 442.000 millones de euros, un 19% del PIB británico, lo que representa el mayor endeudamiento en tiempos de paz. Según el diario Financial Times, Reino Unido no solo tiene el exceso de muertes per cápita más alto entre los países del G7, sino también el peor desempeño económico.
Por otro lado, si hay un acuerdo, este tiene que ser aprobado por los Comunes, algo que se ve con temor desde Bruselas, porque existe la posibilidad de que una parte de los conservadores no apruebe ningún pacto con el bloque porque prefieren una ruptura total. Pero también puede ser que una parte de la oposición laborista se niegue a votar a favor, por considerar que sería una señal de apoyo al gobierno de Johnson, lo que podría frenar la tendencia ascendente del partido en los sondeos.
La pesca
Este tema es el principal obstáculo para el acuerdo comercial. Si bien la industria pesquera representa alrededor del 0,1% del PIB británico (si se incluye el procesamiento), su importancia es más bien simbólica y política. Esto porque Johnson prometió recuperar el control de la “espectacular riqueza marítima” de Reino Unido, algo que es muy popular en Escocia. La oferta de la UE es permitir a Reino Unido quedarse con entre el 15% y 18% del pescado capturado en aguas británicas, una vez que finalice el período de transición el 31 de diciembre. Pero Londres lo ve inaceptable y David Frost, el negociador de Reino Unido, quiere apoderarse del 80% de los 650 millones de euros en derechos de pesca. Por el lado simbólico, el Financial Times señala que mucho del pescado que se produce en Reino Unido no termina en las mesas británicas, sino que europeas. “Johnson reconoce que la pesca no se trata solo de números. Incluso si los británicos no son grandes consumidores de pescado, la industria tiene un lugar en la psique de la nación; a algunos les gusta quedarse dormidos escuchando el pronóstico de envío de la BBC”, dijo el diario.
Subsidios agrícolas
El gobierno de Johnson presentó el lunes un plan de transición de siete años para los subsidios agrícolas británicos fuera de la UE. La Política Agrícola Común (PAC) es un pilar del bloque, y cuesta casi el 40% de su presupuesto, o 58.000 millones de euros al año, y entrega apoyo financiero a unos 12 millones de agricultores en toda Europa. Luego del divorcio, Londres comenzará a reducir el actual sistema de “pagos directos” por hectárea. Para 2024, los agricultores habrán perdido al menos la mitad de estas ayudas y para 2028 el gobierno pretende haberlas terminado por completo y se instaurará un sistema en el que los agricultores recibirán dinero en función de la productividad y respeto al medio ambiente. Algo que ya ha desatado críticas.
Las fronteras
Es una de las grandes preocupaciones con o sin acuerdo. Hasta siete mil camiones podrían quedar varados cerca del puerto de Dover el 1 de enero, con hasta dos días de espera para cruzar el Canal de la Mancha, según una estimación realizada por el Ejecutivo británico en septiembre. El gobierno ya tiene un centro de operaciones para controlar el movimiento en las fronteras.