Para desenmascarar a un “infiltrado” ruso los habitantes de Kiev hacen pronunciar a los sospechosos la palabra “palyanytsa”, nombre de un pan tradicional ucraniano, que ningún ruso puede pronunciar correctamente. La trampa de la palabra palyanytsa, que en ruso quiere decir fresa, nunca falla y es tan vieja como las guerras soviéticas.
En los puestos de control manejados por voluntarios armados, el método tiene también su versión moderna. Desde hace una semana, se le pregunta al sospechoso donde se encuentra la agencia más cercana de “Monobank”, un banco en línea que precisamente no tiene sucursales. Pasha, chofer de taxi de Kiev, inventó la suya. Empieza a cantar el éxito “Oleinïi, Oleinïi” 100% ucraniano y muy reciente. “Uno comienza y espera a ver si el otro puede continuar”, explica a la AFP.
El país vive en un clima de sospecha máxima en medio de esta primera fase de la guerra dominada por la búsqueda de “saboteadores” rusos enviados por Moscú o que actúan desde el interior para ayudar al enemigo, según el gobierno ucraniano. En las redes sociales, cada día aparecen imágenes de saboteadores de “civil”.
El 26 de febrero, los cuerpos de tres hombres vestidos con uniformes ucranianos, muertos a bala, fueron presentados a la AFP en el sitio del ataque como infiltrados rusos disfrazados de soldados locales. Desde el jueves pasado, en la ciudad de Irpin, en el noroeste de Kiev, a unos kilómetros del aeropuerto militar de Antonov donde los paracaidistas fueron trasladados en helicópteros rusos, han pasado muchas cosas extrañas.
La población dice vivir con el temor a los ataques de un reducto de fuerzas rusas que, según los residentes, permanecen en el bosque y atacan civiles. “Es gente que se parece a la de aquí, pero que empiezan a disparar contra los residentes”, explica un habitante, Andrïi Levanchouk, empleado bancario.
“Ya implantados”
Desplegado en el sector para contener esas misteriosas infiltraciones, Viktor Chelovan, colaborador del ministro ucraniano del Interior, jefe de la unidad de las fuerzas especiales “Lance”, asegura a la AFP que la población “hace señalamientos” y que se ocupan de los saboteadores”.
Según el comandante Chelovan, algunos grupos de “saboteadores” están constituidos “por fuerzas operativas especiales rusas que tratan de desestabilizar la vida cotidiana en nuestros pueblos y ciudades, así como las bases militares”.
Menciona la presencia de células de los servicios especiales rusos y el GRU (inteligencia militar) “ya implantados aquí antes de la guerra” y encargados de “ayudar a preparar la invasión”. Otro grupo está constituido según él “por agentes de inteligencia cuyo único objetivo es matar a diversos dirigentes ucranianos”, asegura.
En 2014, la derrota ucraniana en Crimea, anexada sin resistencia fue en parte causada por la adhesión a Rusia de dos comandantes ucranianos, que se rindieron con todas sus barcos a las fuerzas enemigas. Desde entonces, Ucrania dice haber hecho purgas en sus rangos, desde el ejército a la inteligencia.
“La red de espionaje rusa fue instalada hace años. No la hemos eliminado aun, hay mucho trabajo por hacer”, indicaba el 22 de febrero, antes del inicio de la invasión rusa, el consejero de seguridad nacional, Oleksiy Danilov, al Wall Street Journal. Desde el inicio de la invasión rusa, el ministerio del interior ucraniano inunda cada día la prensa de fotos “de infiltrados” rusos capturados, como ese hombre detenido con explosivos en su bolsa en un centro comercial de Kiev.
“Nostálgicos”
Según Mykola Beleskov, analista militar en el Instituto nacional de estudios estratégicos en Kiev, Rusia “trata de combinar ataques aéreos con artillería pasando por los comandos de infiltrados, que por lo regular son un medio para apoyar un avance muy lento de sus tropas”.
En Kiev, se ven “saboteadores” por todas partes. Se dice que diseminan por la noche minas en los prados y que marcan los techos de algunos edificios. Estos rumores recurrentes, imposibles de confirmar, alimentan la paranoia.
Ibrahim Ibrahim Shelia, de 19 años, estudiante, que se quedó en la ciudad para defender desde una trinchera una torre habitacional donde se quedaron algunas familias, ya hizo su evaluación. “En ese barrio, pienso que hay al menos 10% de saboteadores”, o sea “traidores”, ucranianos pro-rusos del país o los nostálgicos de la Unión soviética y de la “Gran Rusia”, señaló.