En Chile, cuando una pancarta o tela se ve colgada en los pasos peatonales o los puentes sobre nivel de las distintas carreteras, el común de la gente lo asocia a una protesta, movilización o llamado a las autoridades. En México, en cambio, tienen otro significado: las agrupaciones narcotraficantes las usan como método de hacer declaraciones, en las llamadas “narcomantas”.
Y este lunes, Sinaloa despertó con varias de ellas, firmadas nada más y nada menos que por los Chapitos, la poderosa facción del cártel de Sinaloa liderada por los hijos de Joaquín “el Chapo” Guzmán, y que reemplazó al famoso narcotraficante luego de que fuera extraditado a Estados Unidos en 2017. Sin embargo, agencias como Reuters no pudieron certificar quién puso dichos lienzos.
Su contenido no era otro que desligarse de las acusaciones que desde hace meses Washington hace en su contra, apuntándolos como uno de los principales responsables de la producción y el tráfico del fentanilo, la droga que desató una verdadera crisis sanitaria en Estados Unidos al convertirse en la responsable de tres cuartas partes de las muertes por sobredosis en 2022.
El mensaje coincide con la reciente extradición de Ovidio Guzmán, el menor de los hermanos Guzmán conocido como “el Ratón” que fue enviado a EE.UU. el 15 de septiembre recién pasado. Tres días después, el 18 del mismo mes, el hijo de “el Chapo” y su segunda esposa, Griselda López, se declararon “no culpables” por los delitos de tráfico de drogas y lavado de dinero que Washington les imputa.
Pero la facción de los hijos de “el Chapo” niega su relación con su producción y venta. Así lo dejaron en claro este lunes, cuando se avistaron narcomensajes en municipios como Culiacán, Mazatlán, Guamúchil y Ahome, detalló Infobae.
“En Sinaloa queda estrictamente prohibido la venta, fabricación, transporte o cualquier tipo de negocio que involucre a la sustancia conocida como fentanilo”, se lee en un extracto del mensaje.
Analistas, sin embargo, dudan que el grupo criminal se repliegue, considerando los niveles de ganancia monetaria que reportaría la venta de la droga. En abril de este año, el Departamento de Justicia de Estados Unidos los ligó de forma directa a las operaciones del tráfico de fentanilo gracias a un infiltrado en las altas cúpulas de la organización criminal, quien detalló los horrores al interior de los Chapitos: tigres eran utilizados como armas letales.
El reclamo narco
La totalidad del texto decía lo siguiente: “Debido a la incesante desinformación de algunos medios de comunicación y la evidente omisión del gobierno al no investigar y perseguir a los verdaderos culpables de esta epidemia, en Sinaloa queda estrictamente prohibido la venta, fabricación, transporte o cualquier tipo de negocio que involucre a la sustancia conocida como fentanilo, incluyendo la venta de productos químicos para su elaboración. Att: Chapitos”.
Según la fiscal general, Sara Bruna Quiñónez, los mensajes estarían dirigidos al gobierno de Sinaloa, encabezado por Rubén Rocha Moya, consignó Infobae.
Amenazando directamente a quienes rompan la regla recientemente impuesta, la facción del Clan de Sinaloa hacía una declaración que, en opinión de Leo Silva, exagente de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) que trabajó en México, son un intento de los Chapitos por culpar a otros de la producción de fentanilo en el momento en que Estados Unidos redobla sus esfuerzos por atacar a quienes trabajan esta droga.
“Junto con la extradición de uno de los hermanos, es una estratagema para quitarles presión”, dijo Silva a Reuters. “No los veo deteniendo la producción”, explicó a la agencia de noticias, y agregó: “Es demasiado dinero para rechazarlo o darle la espalda”.
No es la primera vez que mandan un “mensaje” acerca de su relación con el fentanilo. En julio, el medio de investigación sinaloense Riodoce aseguró que los Chapitos habrían ordenado a los productores de Culiacán, capital del estado de Sinaloa, el cese de la fabricación de la droga. Tiempo después, fueron encontrados los cuerpos de hombres con signos de tortura y, sobre los cadáveres, pastillas de fentanilo, en un aparente mensaje al resto.
Por otra parte, tampoco se sabe si el mensaje realmente abarca a toda la región, considerando que gran parte de ella se encontraría bajo el dominio y la influencia del antiguo socio de el Chapo, Ismael “el Mayo” Zambada, otro de los líderes importantes del Clan de Sinaloa.
La acusación estadounidense
La virtual guerra de EE.UU. por la situación del fentanilo contra los carteles de México fue declarada oficialmente en abril de este año, cuando el Departamento de Justicia acusó a 28 miembros del cartel de Sinaloa, incluidos tres de los hijos del Chapo, de formar parte de la producción de la droga tras una extensa investigación.
En aquella investigación, el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, aseguró que se encontraban implicadas incluso empresas químicas y farmacéuticas chinas, detalló BBC, puesto que presuntamente entregaban los componentes químicos requeridos por el cartel. Esto llevó a una sanción norteamericana contra dos empresas químicas con sede en China. “El gobierno de la República Popular China debe detener el flujo descontrolado de precursores químicos de fentanilo que salen de China”.
Las pericias permitieron que se acusara a Ovidio Guzmán López, Jesús Alfredo Guzmán Salazar e Iván Archivaldo Guzmán Salazar, los tres hijos del Chapo, de estar entre los principales productores de la droga. Solo Guzmán López se encuentra detenido.
“Saben que están envenenando y matando estadounidenses. Simplemente no les importa porque ganan miles de millones de dólares haciéndolo”, dijo Garland en la ocasión, en referencia a los hijos del famoso narcotraficante. “Su codicia es escandalosa y no tiene límites”.
Según la acusación estadounidense, Ovidio “el Ratón” Guzmán inició en 2014 el giro dentro del Clan de Sinaloa, cuando instaló su primer laboratorio para procesar fentanilo en Culiacán, recordó El País. Aprovechando las rutas de narcotráfico que su padre utilizaba, el menor de los Chapitos enviaba pequeños cargamentos hasta Tijuana, para luego cruzarlos por tierra, agua y aire hacia Los Ángeles, en California.
Las múltiples transformaciones del Clan de Sinaloa en el pasado no eran nada comparada con la que ocurrió en 2016, consigna el documento de la acusación. Del inicio en la década del 80, donde traficaban principalmente marihuana, rápidamente ampliaron su rubro para incluir drogas como la cocaína, la heroína y las metanfetaminas. Pero fue la segunda generación del Clan la que dio el salto desde las drogas químicas hasta los opioides sintéticos, aseguró Infobae.
“La operación con fentanilo del cartel de Sinaloa ha crecido exponencialmente en volumen, escala y sofisticación”, afirma el documento, según recogió El País. Durante 2016, los Chapitos tomaron uno de los laboratorios destinados a la producción de metanfetaminas para transformarlo en uno de fentanilo, iniciando un proceso que, asegura Estados Unidos, no se detuvo más.
Lo que se mantuvo fue la crueldad, señaló el Departamento de Justicia. Aliados con los Ninis, un grupo de sicarios de la región de Sinaloa, realizaron toda clase de torturas para, o diezmar a quienes se les oponía, o para castigar a quienes no respondían como ellos querían, siempre según la información entregada por Estados Unidos.
Ahogamientos, electrocuciones y golpes eran parte del repertorio, pero la más impresionante de las torturas y ejecuciones descritas era la que involucraba tigres. En el informe, que contó con los aportes de un infiltrado en la cúpula de los Chapitos, se detalla que en el rancho de Iván Archivaldo, en Sinaloa, tenían tigres –no se especifica la cantidad exacta– a los que ocasionalmente alimentaban con los cuerpos de sus enemigos, ya fuera vivos o muertos.
“Mientras a algunos (de sus rivales) les disparaban, otros eran llevados para alimentar a los tigres que conservan como mascotas”, se lee en el documento.
Desde la organización criminal se defendieron enviando una carta mediante un abogado de la familia de Joaquín “el Chapo” Guzmán al programa de la periodista y presentadora Azucena Uresti, de Milenio Televisión. La misiva hablaba a nombre de los hijos del narcotraficante, donde aseguraba que “del Cartel de Sinaloa no somos la cabeza ni estamos interesados en serlo”.
También agregaban que, según ellos, son “víctimas de una persecución y nos convirtieron en chivo expiatorio”. Si bien admitieron la presencia de fentanilo en Sinaloa (“abundan quienes lo trabajan”, plantearon), se desligaron de ser los responsables de su producción. “Nunca hemos trabajado con fentanilo”.
Para septiembre de este año, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos profundizó su ofensiva, esta vez sancionando a nueve miembros del Cartel de Sinaloa, todos miembros de la facción de los Chapitos. Además, había un décimo incluido en la lista, líder del Clan del Golfo, de Colombia.
“El Departamento del Tesoro prioriza la interrupción del tráfico ilícito de fentanilo como parte de los esfuerzos, en los que intervienen todas las áreas del gobierno, para abordar la crisis de salud pública que representan los opioides y que asola a Estados Unidos”, dijo en un comunicado el subsecretario del Departamento del Tesoro para Terrorismo e Inteligencia Financiera, Brian E. Nelson.
“Las acciones de hoy muestran que el Departamento del Tesoro y la Administración continuarán actuando de manera implacable contra las asociaciones delictivas que amenazan la seguridad internacional e inundan nuestras comunidades con fentanilo y otras drogas letales”, cerró.