Luchar o ceder: los presidentes que ganan y pierden al enfrentarse con Donald Trump

Trump

Intencionalmente o no, la respuesta de algunos mandatarios a la agenda de política exterior implementada por el gobernante republicano ha provocado una mejora en sus índices de aprobación ciudadana. Otros, en cambio, se han visto desfavorecidos al enfrentarse o al evitar la confrontación con Trump.


Cuando Donald Trump asumió la Presidencia de Estados Unidos por segunda vez el 20 de enero pasado, lo hizo con un cúmulo de promesas de campaña. Algunas parecían una bravuconada, como los aranceles no solo a China, sino también a sus vecinos y aliados. Menos de dos meses después cumplió su política respecto de ambas naciones y, aparentemente, tanto al Primer Ministro canadiense, Mark Carney, como a la Presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, enfrentarlo les ha servido para mejorar su imagen presidencial.

“El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su acoso a los aliados tradicionales de EE.UU. ha producido un movimiento en torno a la bandera en muchos países”, indica a La Tercera Rafael Loss, miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Esto podría explicar el repunte en las encuestas de los dirigentes de los países que han sido firmes ante el mandatario republicano. Pero no todos han tenido la misma suerte, siendo el mandatario de Colombia, Gustavo Petro, el ejemplo más claro de un enfrentamiento fallido.

Los grandes ganadores

La lista de los principales beneficiados con la política exterior agresiva de Trump son sus vecinos. O al menos por el momento. El giro ha sido tal que en el caso canadiense podría incluso ayudar a los liberales a dar vuelta la balanza de cara a las próximas elecciones, que se celebrarían anticipadamente el 28 de abril próximo o bien el 5 de mayo.

En dicho país el panorama político del partido gobernante no era el más prometedor. Al contrario, el ex primer ministro Justin Trudeau dimitió el 9 de marzo para dar paso al economista Mark Carney, también liberal. Y en medio de las críticas a la administración del partido por el alto costo de la vida y las dimisiones en el gabinete, apareció una luz: la amenaza arancelaria de Trump.

Justin Trudeau
El entonces Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, durante una conferencia de prensa en Ottawa, el 1 de febrero de 2025. Foto: Archivo

Trudeau no respondió inicialmente a las amenazas de su vecino y recibió a modo de insulto el título de “gobernador del estado 51º de EE.UU.” por parte de Trump. Como respuesta, el entonces gobernante canadiense incluso nombró un “zar del fentanilo” para aplacar la retórica trumpista.

Pero algo cambió cuando el Presidente republicano dijo que haría efectiva la amenaza arancelaria. Esa vez Trudeau tomó una postura firme. “Los canadienses somos razonables y educados. Pero no nos echaremos atrás en una lucha. No cuando están en juego nuestro país y el bienestar de todos sus habitantes”, dijo el 4 de marzo.

Planificado o no, aquello resultó en un importante salto en el apoyo ciudadano hacia los liberales. Cifras publicadas por la Canadian Broadcasting Corporation (CBC) hablan de un recorte en la distancia entre conservadores y liberales, que pasó de 24 puntos porcentuales, a principios de enero, a 5,5 el 17 de marzo.

“Es la primera vez que veo algo así. Remontar ese déficit es algo inaudito, especialmente para un gobierno que lleva casi una década en el poder”, dijo a Al Jazeera Philippe J. Fournier, analista y creador del modelo de proyección electoral y del sitio web 338Canada.

Y el sucesor de Trudeau no se quedó atrás en la retórica. “Canadá nunca jamás será parte de EE.UU. de ninguna manera”, dijo Carney sobre la amenaza de Trump de convertirlo en un estado de Estados Unidos. “No se equivoquen. En el comercio, como en el hockey, Canadá ganará”, añadió. Hoy el Partido Liberal es el favorito para imponerse en los comicios anticipados.

Ese aspecto nacionalista, cree Fournier, es una de las claves para entender lo sucedido. “Más que los aranceles, fue la amenaza a la soberanía de Canadá”, afirmó. Según Rafael Loss, “curiosamente, el Partido Liberal ha visto subir sus números en las encuestas hasta el punto de que podría tener una oportunidad de permanecer en el gobierno tras las elecciones federales del país de 2025. Hasta hace poco parecía que los conservadores obtendrían una victoria fácil en las urnas, pero la retórica trumpista ha mermado sus perspectivas”.

Una historia similar ha ocurrido en el caso de México y su gobernante, Claudia Sheinbaum, donde la amenaza se convirtió en arancel, pero tras negociaciones y una sanción recíproca terminaron sirviendo para mejorar la imagen de la primera Presidenta mexicana.

Al igual que Canadá, México partió aceptando las demandas de Trump de reforzar la frontera para ayudar a frenar la inmigración no regulada, desplegando 10.000 efectivos de la Guardia Nacional en el lugar.

A diferencia de los liberales canadienses, Sheinbaum contaba con altísimos índices de aprobación que solo han crecido durante su incipiente gobierno. Para febrero, encuestas de Buendía y Márquez mostraban un 80% de actitud positiva frente a la sucesora de AMLO. Otra medición encargada por el diario El Financiero le otorgaba un 85% de aprobación durante el mismo mes, lo que representaría el mayor respaldo presidencial en 30 años, añadió el mismo medio. La primera vez que se midió, en octubre pasado, la aprobación alcanzaba el 70%.

Consultados sobre la posición de la mandataria frente a la estrategia de Trump, el consenso entre los encuestados parece ser que la relación entre México y EE.UU. es tensa, pero confían en que Sheinbaum lo hará bien. La conclusión se extrae de que el 60% dijo que estaba haciendo un trabajo muy bueno o bueno, pero el 45% reconoció que el vínculo entre países pasaba por un mal momento.

Claudia Sheinbaum.
La Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ofrece una conferencia de prensa un día antes de la imposición de aranceles por parte del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el Palacio Nacional en Ciudad de México, el 3 de marzo de 2025. Foto: Archivo

En la cornisa

Ucrania vivió un proceso más cercano al de Canadá, pero sin un salto tan grande en la popularidad de su líder. La caída, eso sí, fue más dramática. La espiral de enfrentamientos entre Volodymyr Zelensky y Donald Trump creció cuando este último calificó a su par ucraniano como un “dictador sin elecciones”. La crisis solo empeoró cuando, en la Casa Blanca y rodeado por la prensa, Trump lo cuestionó a los gritos, lo que vino acompañado del retiro del apoyo militar para hacer frente a Rusia.

Al contrario que Canadá y México, el Presidente ucraniano optó finalmente por expresar su gratitud con EE.UU. y mostrarse dispuesto a negociar la paz. A juicio de Rafael Loss, Zelensky “aumentó el índice de aprobación pública en 11 puntos porcentuales, hasta el 68%, en comparación con el mes anterior”, pero, además, “los intentos de la administración Trump de crear un competidor ucraniano de Zelensky fracasaron”. A ojos de Europa, Zelensky se mostró firme ante su par estadounidense, aunque después terminó cediendo en la negociación con Vladimir Putin, quien se ha visto beneficiado tras el arribo de Trump a la Casa Blanca.

En el caso europeo, “el Presidente francés, Emmanuel Macron, y el Primer Ministro británico, Keir Starmer, han visto subir sus cifras, aunque partiendo de niveles relativamente bajos”, añadió Loss. “Creo que esto refleja el deseo de los ciudadanos de ver a sus líderes plantar cara al matón. Y lo que es más importante, Macron y Starmer también han sido capaces de hacer avanzar el debate europeo sobre cómo proteger el continente en un momento en el que EE.UU. se desentiende de la seguridad europea”, señala.

¿Derrota comunicacional?

Pero no todos los líderes que se han enfrentado a Trump han sido recompensados en cuanto a imagen pública, como comprobó Petro en Colombia. El mandatario izquierdista respondió de manera agresiva a su par estadounidense cuando a finales de enero se negó a aceptar vuelos de deportación de inmigrantes ilegales, iniciando un pleito verbal y diplomático con Donald Trump que parecía dispuesto a llevar hasta sus últimas consecuencias.

Pero la respuesta de Trump pudo más, cuando impuso aranceles del 25% sobre todos los productos colombianos, lo que fue suficiente para hacer retroceder a Petro.

Algo similar ocurrió con Panamá, donde José Raúl Mulino se enfrentó al mandatario republicano luego de que este último insistiera en que EE.UU. debía hacerse con el control del Canal de Panamá. Según el medio Politico, si bien no hay muchas encuestas que aborden el tema, las disponibles han mostrado una caída en picada en la popularidad del mandatario panameño.

Donald Trump estrecha la mano de Javier Milei en la gala del America First Policy Institute (AFPI) en Mar-A-Lago, Palm Beach, Florida, el 14 de noviembre de 2024. Foto: Archivo

Otro caso es el de los aliados más cercanos de Trump, donde destacan Benjamin Netanyahu, de Israel; Giorgia Meloni, de Italia, y el argentino Javier Milei. De momento, ninguno se ha visto beneficiado en términos de popularidad interna con el regreso del gobernante republicano al poder. Al contrario, por diversos factores de índole interna, ha decrecido su popularidad.

Probablemente el caso más icónico es el de Milei, quien pese a su cercanía ideológica con Trump, de todos modos se vio afectado por los aranceles a todas las importaciones de acero y aluminio. Su caída en las encuestas, de todos modos, está más asociada al escándalo por su papel en el “criptogate” que a otra cosa.

Según dijo a La Tercera Julio Burdman, analista político argentino, “Milei se ve favorecido en Argentina por esta noción de que él es un personaje mundial que está alineado con la nueva derecha internacional, y sobre todo con EE.UU.”. Incluso se podría reforzar esta idea de generarse un acuerdo de libre comercio entre ambas naciones, añadió.

De todos modos, el ejemplo colombiano también da pistas de lo que podría pasar en un futuro cercano si el republicano quisiera pisar a fondo el acelerador en los casos de Canadá y México. ¿Serán Carney y Sheinbaum capaces de aguantar una nueva tanda de aranceles? ¿El costo para el país y su capital político serían demasiado? Solo el tiempo y las negociaciones darían pistas de ello.

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