Luis Arce asumió ayer como el nuevo Presidente de Bolivia con un llamado a la reconciliación, pero reivindicando a los muertos de un solo bando en el estallido social del año pasado tras unas elecciones denunciadas de fraudulentas que obligaron a renunciar a Evo Morales. Tildó de “brutal” y “golpista” al gobierno transitorio de Jeanine Áñez por desconocer -según dijo- “la voluntad del pueblo” en las anuladas elecciones denunciadas como “dolosas” por la Organización de Estados Americanos (OEA). Áñez estuvo ausente en la juramentación.

Todos los informes aseguran que los 36 muertos en más de 20 días de convulsión fueron de opositores y seguidores de Morales, pero no hubo una investigación internacional imparcial. “Nos comprometemos a rectificar lo que estuvo mal y profundizar lo que estuvo bien”, dijo al tiempo que calificó de “minoritarios” a los opositores que en protestas callejeras han rechazado su triunfo con el 55% de los votos.

Más conciliador pareció su vicepresidente, David Choquehuanca, aymara, quien manifestó que el nuevo gobierno “significa un nuevo tiempo para escuchar y sanar heridas”.

Arce, de 57 años, asume un país polarizado y marcado por el revanchismo político desde la caída de Morales, mentor del nuevo Mandatario.

El contraste también se vivió en las calles. Ayer se replegaron los grupos opositores que por días protestaron para impugnar la victoria de Arce en varias ciudades, lo que hizo temer una transición más complicada.

En el bando oficialista, seguidores y organizaciones indígenas armaron una colorida fiesta de danzas folclóricas en las afueras del palacio presidencial de La Paz para celebrar a su nuevo líder.

Arce tendrá entre sus grandes desafíos enfrentar una crisis económica y social agravada por la pandemia del nuevo coronavirus. Ayer, dijo que el país enfrenta la peor recesión en 40 años, con una caída del PIB que sería del 11% en 2020.

A la ceremonia asistieron el Rey Felipe de España y los Presidentes Alberto Fernández de Argentina, Iván Duque, de Colombia, Mario Abdó Benítez, de Paraguay y el canciller de Irán, Mohammad Yavad Zarif. También estuvo el expresidente Carlos Mesa, rival de Arce en las elecciones recientes y quien dijo esperar que el gobierno respete a la oposición.

En tanto, concurrió en representación del gobierno chileno el canciller, Andrés Allamand, quien manifestó a las nuevas autoridades “el interés de Chile por iniciar una nueva etapa en la relación bilateral”. Luego de ello, explicó que “nuestro planteamiento ha sido bien acogido y vamos a generar los espacios de encuentro para transformar esta idea en una realidad en beneficio de ambos países”.

La bancada del partido de Mesa abandonó la ceremonia denunciando al nuevo gobierno por haber eliminado tras los comicios el voto de dos tercios para aprobar delicados asuntos en el legislativo, lo que enervó más a la oposición. El nuevo gobierno tiene mayoría en las dos cámaras pero no dos tercios como tuvo Morales.

Las preguntas que muchos bolivianos se hacen es si Arce -el cerebro del éxito económico de Morales (2006-2019), de quien fue ministro de Economía por 12 años- será un populista de izquierda y el rol que jugará Morales, quien regresará hoy a Bolivia en una caravana desde Argentina donde estuvo exiliado.

“Muchos en el vecindario pensarán que Arce significa una segunda oportunidad para el socialismo del Siglo XXI, pero son otros tiempos”, comentó a AP el profesor universitario de ciencia política Carlos Cordero. “Morales puede ser un buen aliado o el mayor rival político de Arce”. Por otra parte, “la oposición no tuvo ni tendrá mayor peso”, añadió.

Economista pragmático y antineoliberal con estudios en Londres, a Arce le tocó antes administrar la bonanza con altos precios de las materias primas. Antes de asumir declaró que no hará un gobierno “a la sombra” de Morales y que impulsará una apertura “a todos” los gobiernos. “Queremos trabajar con todos por un mundo multipolar sin supremacía de ninguna potencia”, aseguró.

“Tendrá que abordar los desequilibrios macroeconómicos y al mismo tiempo reactivar la economía después de una fuerte recesió”, estimó a The Associated Press Rodrigo Riaza, analista de The Economist. Al contrario de Morales, Arce “gobernará con el cofre agotado”, agregó.

Arce dijo que retomará el modelo estatista para “reconstruir la economía” y prometió devolver a los bolivianos la “estabilidad económica” de los pasados años, una promesa que pegó fuerte en la campaña y que permitió a su partido -el Movimiento Al Socialismo (MAS)- regresar al poder un año después de la salida de Morales.