El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha criticado este martes que el gasto militar haya crecido por noveno año consecutivo en detrimento de la lucha contra el hambre y el cambio climático. “El uso de la fuerza, sin el respaldo del Derecho Internacional, se está convirtiendo en la regla”, ha alertado.
“El año 2023 ostenta el triste récord de contar con el mayor número de conflictos desde la II Guerra Mundial. Los gastos militares globales han crecido por noveno año consecutivo hasta alcanzar los 2,4 billones de dólares”, ha criticado durante su discurso en la 79ª de la Asamblea General de Naciones Unidas.
“Estos recursos podrían haberse utilizado para combatir el hambre y abordar el cambio climático”, ha dicho el presidente brasileño, quien ha comenzado su intervención dando la bienvenida a la delegación palestina, que por primera vez participará en una sesión de apertura de la Asamblea General de la ONU.
Lula ha incidido en la necesidad de poner fin a las hostilidades en Ucrania y Medio Oriente, dos guerras, ha destacado, “con capacidad para estructurar una confrontación” a nivel global, recordando otros “conflictos olvidados” como los de Sudán y Yemen, responsables de dos de las mayores crisis humanitarias de siempre.
“Lamentablemente en Ucrania vemos una guerra sin perspectiva de paz. Brasil condenó de manera firme la invasión. Ya está claro que ninguna de las partes conseguirá alcanzar sus objetivos por vía militar (...) Crear condiciones para retomar el diálogo directo entre las partes es crucial”, ha reclamado.
En lo que respecta a Medio Oriente, Lula ha advertido de que la escalada en Líbano está cerca de arrastrar a todo la región a una guerra de largo alcance y reprocha a Israel que su derecho a la defensa tras los “ataques terroristas de unos fanáticos” el 7 de octubre se haya convertido en un “derecho de venganza” que se ceba especialmente con mujeres y niños.
“Son más de 40.000 víctimas fatales, la mayoría mujeres y niños”, ha recordado el presidente brasileño, quien también ha puesto el foco en las crisis humanitarias que todos estos conflictos han generado. “El número de quienes necesitan ayuda llegará este año a 300 millones de personas”, ha lamentado.
Crisis climática
Lula ha alertado de la incapacidad de la comunidad global para hacer frente a la crisis climática y reprocha que las muchas cumbres y protocolos firmados hayan sido obviados “negligentemente”. Así, ha propuesto medidas multilaterales para hacer frente a “quienes se lucran con la degradación medioambiental”.
Lula ha destacado que Brasil siempre se ha situado a la “vanguardia” de la promoción de energías renovables y que “es hora de enfrentarse al debate sobre el ritmo lento de la descarbonización del planeta y trabajar por una economía dependiente de los combustibles fósiles”.
América Latina
El presidente brasileños también ha destacado la “década perdida” de América Latina, que desde 2014 viene padeciendo el bajo crecimiento y las altas tasas de desigualdad. Se trata de una región, ha dicho, “atrapada” muchas veces por disputas que le son ajenas, poniendo como ejemplo el embargo sobre Cuba.
“Mantener a Cuba en una lista unilateral de Estados que supuestamente promueven el terrorismo e imponer medidas coercitivas unilaterales castigan ilegalmente a las poblaciones más populares”, ha dicho.
“El futuro de nuestra región pasa por construir un Estado sostenible, eficiente, inclusivo y que se enfrenta a todas las formas de discriminación”, incluido “individuos, corporaciones y empresas tecnológicas que se creen por encima de la ley”, en clara a alusión a Elon Musk y el cierre de X en Brasil.
“Los brasileños y las brasileñas continuarán derrotando a quienes intenten colocar las instituciones al servicio de los intereses reaccionarios (...) En un mundo globalizado no tiene sentido recurrir a los falsos patriotas y a los aislacionistas”, ni a las “experiencias ultraliberales que agravan las dificultades del continente”, ha dicho.
Asimismo, Lula también ha reclamado que ha de ponerse el foco en las condiciones que se imponen a los países más pobres para poder acceder a un crédito en las instituciones financieras mundiales, así como reformar las estructuras de otros foros como el Consejo de Seguridad y “revitalizar el papel” de Naciones Unidas.