Los jefes de Estado de Sudamérica se reunirán el martes en la capital de Brasil como parte del intento del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva por revitalizar los esfuerzos de integración regional que han fracasado previamente en medio de los cambios políticos y la polarización en el continente.
Los analistas afirman que Lula ve una oportunidad para la integración debido a las afinidades políticas de los actuales gobiernos de la región y parece querer poner a prueba la voluntad de cooperación de los mandatarios mediante la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).
Lula dijo en una conferencia de prensa el lunes que los líderes deberían discutir la cooperación en materia de energía y lucha contra el crimen, y sugirió que podría considerar la idea de una moneda regional para desafiar al dólar estadounidense. Pero señaló que no se decidiría nada durante la reunión.
“La idea principal es que necesitamos formar un bloque para trabajar juntos”, dijo Lula.
Establecida hace 15 años en la capital brasileña durante el segundo período presidencial de Lula, un exlíder sindical, el bloque regional buscaba integrar de forma cultural, social, política y económica a las 12 naciones de Sudamérica.
El promotor de la Unasur fue el difunto mandatario venezolano Hugo Chávez, quien veía el bloque como una manera para contrarrestar la influencia estadounidense en la región y el grupo tenía una reputación entre algunos de tener cierta tendencia hacia la izquierda.
Pero un subsecuente giro hacia la derecha en el continente causó cierta fractura dentro del organismo. La última reunión con todos los integrantes de la Unasur tuvo lugar en 2014. Después de 2017, los desacuerdos en torno al liderazgo de la Unasur y la participación del autoritario presidente venezolano Nicolás Maduro condujo a la salida de siete países, incluido Brasil en 2019 durante el gobierno del derechista Jair Bolsonaro.
“El mayor problema de la Unasur es que se creó en un momento en que había gobiernos de izquierda, y se quebró cuando surgieron presidentes de derecha”, dijo Oliver Stuenkel, un profesor de relaciones internacionales en la Fundación Getúlio Vargas, una universidad y grupo de expertos con sede en Sao Paulo. “Es fácil hablar de su resurgimiento en este momento, pero necesitan pensar en la forma de hacer que este segundo intento perdure”.
La reunión del martes en Brasilia unirá a presidentes de 11 naciones sudamericanas y al titular del Consejo de Ministros de Perú, cuya mandataria, Dina Boluarte, enfrenta cargos y no puede salir del país. El encuentro se ha promovido de forma oficial como un encuentro de los jefes de Estado sudamericanos, ya que Brasil no quiere imponer el resurgimiento de Unasur.
Lula subrayó el lunes que la reunión de esta semana se trataba solo de reunirse para generar cohesión y discutir ideas. “La reunión de mañana no decide nada”, reiteró.
Dijo que tiene un “sueño” de tener una moneda regional “para que podamos hacer negocios sin depender del dólar, porque el dólar es de Estados Unidos y puede hacer lo que quiera con él”.
El desafío, dicen los analistas, será tener un bloque que pueda sobrevivir a los cambios políticos y la inestabilidad de la región.
Aunque la mayoría de los presidentes actuales en Sudamérica son de centro o izquierda, no existe garantía alguna de que la situación permanezca de esa forma. Esto quedó de manifiesto en mayo con el éxito de la derecha en Chile en una votación para elegir a los miembros de una comisión para redactar una nueva Constitución. Dicho éxito se produjo después de que los votantes rechazaron un borrador con tendencia de izquierda para reemplazar la Carta Magna que implementó el país durante la dictadura. Un cambio similar a la derecha también es posible en Argentina, tomando en cuenta que el mandatario actual Alberto Fernández no buscará reelegirse este año ante una inflación desbordada.
Maduro llegó el lunes para la reunión de Brasilia, brindando la oportunidad para la primera reunión bilateral oficial con Lula.
Durante la presidencia de Bolsonaro, Brasil le prohibió el ingreso al país a Maduro o a cualquier miembro de su gobierno, y reconoció al líder opositor Juan Guaidó como el mandatario legítimo de Venezuela.
En una conferencia de prensa conjunta entre Lula y Maduro más tarde el lunes, dijo que es un “momento histórico” para ambos países.
“Después de ocho años, el Presidente Maduro vuelve a visitar Brasil y recuperamos el derecho de hacer nuestra política exterior con la seriedad que siempre tuvimos, especialmente con los países que comparten fronteras con Brasil”, dijo Lula.
Maduro señaló que ambos mandatarios restablecieron “un diálogo abierto y permanente entre los gobiernos de Brasil y Venezuela”. También dijo que “la unión y la diversidad” deben primar sobre las “ideologías extremistas e intolerantes” que han tratado de aislar a Venezuela del resto del mundo.
Lula defendió al gobierno populista de Maduro de las críticas recibidas por parte de la Unión Europea y Estados Unidos, sin hacer alusión a las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos en Venezuela.
“Estados Unidos ha hecho un bloqueo exageradísimo (contra Venezuela). Siempre pienso que un bloqueo es peor que una guerra”, sostuvo el mandatario brasileño.
También dijo que se peleó con líderes europeos al no entender que quienes “defienden la democracia nieguen” a Maduro, quien “fue elegido por los venezolanos”, y acepten, en cambio, a “un impostor”, en alusión al dirigente opositor venezolano Juan Guaidó, quien fue reconocido como mandatario por una parte de la comunidad internacional, incluido Brasil.
Según Lula, el prejuicio contra Venezuela es “muy grande” y sigue existiendo.
Ambos líderes dijeron que estaban interesados en impulsar el comercio entre sus países.
“No importa si los dos gobiernos coinciden entre sí, Venezuela es un vecino y no se le puede ignorar ni romper relaciones diplomáticas, ya que tenemos asuntos prácticos que necesitan resolverse”, comentó Carolina Silva Pedroso, profesora de relaciones internacionales en la Universidad Federal de Sao Paulo.
Añadió que Brasil podría mediar en la crisis política de Venezuela, y quiere reducir la cifra de inmigrantes que cruzan la frontera hacia Brasil, más de 400.000 desde 2018.
Pero el grupo debe sobreponerse a su legado y sus problemas.
La Unasur “no pudo encabezar proyectos importantes en materia de cooperación en diversas áreas después de que algunos gobiernos sufrieron derrotas electorales”, dijo Pedroso. “Y no estableció una conexión directa con las poblaciones de sus países”.
La inestabilidad política en muchos de los países sudamericanos les dificultará a los líderes avanzar iniciativas, según los analistas.
Stuenkel señaló que Brasil quiere garantizar que todos los presidentes que se encuentren tengan algún tipo de relación diplomática, “pero esto se precipitará cuando llegue un nuevo presidente”.
“Los países de la región necesitan pensar cómo reaccionarán cuando haya un cambio en Argentina, o si surge una crisis bilateral, como el conflicto fronterizo entre Colombia y Perú”, declaró.
La imagen de Perú ha sufrido daños por las críticas a Boluarte después de que su gobierno reprimió con violencia las protestas antigubernamentales después de la destitución de su predecesor, Pedro Castillo.
Colombia, que actualmente tiene un gobierno de izquierda, ha criticado al gobierno de Boluarte y ambos países han roto sus relaciones diplomáticas. También tiene una disputa que se ha extendido por un siglo en torno a la frontera que comparten en cuestiones de territorio y responsabilidades en el combate al tráfico de drogas.
Ecuador enfrenta inestabilidad política, la cual se intensificó en mayo, cuando el Presidente Guillermo Lasso disolvió el Parlamento después de enfrentar una investigación de juicio político. Se programaron nuevas elecciones generales para finales de este año.
“Una Unasur sin 12 países no resolvería los problemas regionales”, dijo Gisela Padovan, secretaria para América Latina y el Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil. “Y necesitamos algo permanente que no dependa de gobiernos en particular”.