Siendo uno de los presidente más populares de América Latina, estos últimos meses la aprobación de Lula da Silva en Brasil ha visto fuertes caídas. Una encuesta divulgada por la consultora Ipec mostró que, a inicio de mes, el gobierno brasileño vivió sus peores índices de aprobación desde que el presidente asumiera su tercer mandato el 1 de enero de 2023.

La opinión está dividida en tres tercios: un 33% que considera la administración de Lula “óptima o buena”, contra un 33% que la encuentra “regular” y un 32% que la tacha de mala o pésima. Comparado con diciembre de 2023, un 38% de los encuestados aprobaban en ese entonces la gestión del líder del PT.

Desde el Palacio de Planalto, algunos funcionarios hablaron con Folha de Sao Paulo e indicaron que la meta del presidente sería ir mejorando esta aprobación a lo largo del año, e incluso “llegar a cerca del 50% de óptimo o bueno”. Para conseguirlo, el oficialismo brasileño considera central demostrar que la mejoría que está viviendo la economía llega también a las casas.

Ya el viernes, en una entrevista, Lula había señalado estar consciente de que su gobierno “está quedándose corto” en comparación con lo que prometió. “Hasta ahora, preparamos la tierra, aramos, adobamos y pusimos las semillas, cubrimos las semillas. Este es el año en que vamos a comenzar a recoger lo que plantamos”, aseguró.

Lula da Silva junto con sus ministros en el Palacio de Planalto. Foto: Reuters.

En una reunión la semana pasada, Lula había pedido a las instituciones trabajar en miras a estimular el crédito, elemento clave para sostener el crecimiento del PIB este año. Todos los indicadores económicos, a pesar de la opinión en las encuestas, han mostrado avances importantes desde que el presidente entrara al Palacio de Planalto.

En 2023, la actividad económica aumentó un 2,9%, pero según indica Folha de Sao Paulo, gran parte de ese resultado se logró en el primer semestre del año, con un estancamiento en los seis meses siguientes. Aunque el desempeño a principios de 2024 muestra que la economía se ha recuperado nuevamente, la preocupación del gobierno es mantenerse en este camino.

Desde la campaña, Lula y sus colaboradores habían adoptado como mantra la necesidad de “hacer girar las ruedas de la economía”: esto se traduciría en inyectar recursos y poner dinero en manos de la población.

En entrevista con el mismo diario paulista, el ministro de Trabajo, Luiz Marinho, aseguró que se trata del inicio de año. “Todo primer trimestre es malo” en la aprobación de un gobierno, aseguró, atribuyendo esto a las cobranzas de impuestos, reajustes en pasajes, mensualidades y desastres provocados por la estación de lluvias. Según él, el presidente “debería estar menos preocupado. La economía funcionará bien. Todo el primer trimestre ha sido de malestar, mal humor, y tal”.

El presidente de Brasil, Lula da Silva, y el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, en una conmemoración del intento de golpe de Estado de 2023. Foto: Reuters.

Este lunes a las nueve de la mañana tuvo lugar la primera reunión ministerial del año, con todos los ministros en la sala. La expectativa era que Lula actualizara y transmitiera las exigencias de resultados. Las discusiones en el oficialismo aumentan su temperatura con la proximidad de las municipales, que tendrán su primera vuelta el 6 de octubre. En la reunión, el presidente dijo que él y su equipo tendrán que hacer un trabajo “hercúleo” para recuperar al país: “Vamos a tener que hacer mucho más porque Brasil estaba completamente abandonado”. En este encuentro tomaron parte la mayoría de sus 38 ministros.

En medio del oficialismo, asegura Folha, existe el temor de que la sensación de malestar no se disipe a tiempo, e impacte negativamente a la hora de votar: “La disputa de los municipios este año es considerada importante en el camino a garantizar una eventual reelección de Lula, o la elección de un sucesor ungido por él en 2026″.

Las demandas de Lula durante la reunión incluyeron medidas para reducir los precios de los alimentos, ampliar el crédito a la parte más pobre de la población, fomentar la compra de vivienda propia por parte de la clase media e impulsar las inversiones. Uno de los ejemplos más recientes de preocupación por las medidas económicas fue la discusión sobre los precios de los alimentos con los ministros de Agricultura y Hacienda.

Lula da Silva hablando durante un encuentro ministerial en el Palacio de Planalto. Foto: Reuters.

Uno de los flancos más débiles de Lula ha sido, de momento, la seguridad pública, junto con corrupción política, control de gastos públicos y política exterior. Un sondeo de Quaest muestra que en estos temas, la aprobación de Lula bajó de un 76% a un 43%. Así mismo, la división de la sociedad después del intento de golpe de enero 2023 desde la extrema derecha pasó de un 64% a un 83%, según la misma encuestadora.

Las relaciones internacionales han visto una baja importante en la aprobación de Lula, precisamente cuando el presidente ha pasado gran parte de su tiempo recorriendo el mundo para poner a Brasil de nuevo en la escena global. Juan Arias, columnista de El País, indicó al respecto: “En la política exterior, la piedra en la que al parecer tropezó el nuevo Ejecutivo progresista de Brasil ha sido una cierta condescendencia de Lula con regímenes dictatoriales, desde Venezuela a Irán, así como su apoyo a Putin en la guerra de Ucrania y el resbalón con Israel al comparar la guerra contra Hamás con el Holocausto de Hitler que mató a seis millones de judíos”.

En ese sentido, hay que recordar que muchos de los votantes evangélicos están más alineados con Israel, cuando se trata del conflicto con Hamas. “Esto le está costando la pérdida de apoyos de los evangélicos que tienen a Israel como el país mesiánico de la tierra prometida por Dios. De hecho, el presidente de Israel acaba de invitar a Bolsonaro a visitar a Israel en guerra. Un Bolsonaro que era católico y quiso rebautizarse como evangélico en las aguas del Jordán”, señaló el periodista.