El presidente francés, Emmanuel Macron, ha inaugurado la conferencia de donantes internacionales convocada por él mismo para este domingo con el propósito de reunir el dinero necesario para ayudar a Beirut a recuperarse tras las explosiones registradas el pasado martes en el puerto, advirtiendo de que “el futuro de Líbano está en juego”.
“El futuro de Líbano está en juego”, ha dicho en el discurso inaugural de la conferencia de donantes, que se celebra de forma virtual debido a las restricciones por la pandemia de coronavirus, según informa la cadena francesa BFMTV.
Macron ha explicado que el objetivo de la conferencia es recabar la ayuda de la comunidad internacional para “responder rápidamente a las necesidades de la población de Beirut”, procurando que llegue directamente a ellos.
No obstante, ha aprovechado para insistir en el mensaje político que ya lanzó el jueves durante su visita a Beirut, instando al Gobierno libanés a acometer las reformas necesarias para “responder a las legítimas aspiraciones del pueblo libanés”.
“Se debe hacer todo lo posible para que el caos no prevalezca”, ha defendido, tras una nueva jornada de protestas y disturbios que se ha saldado con un policía muerto y al menos otras 728 personas heridas.
Antes del inicio de la conferencia, algunos países han anunciado su aportación a la misma. Así, el ministro de Exteriores de Alemania, Heiko Maas, ha avanzado que el país comprometerá diez millones de euros. “El pueblo de Beirut necesita nuestra ayuda, necesita esperanza”, ha dicho al diario alemán ‘Bild am Sonntag’.
Desde el martes, numerosos países han enviado ayuda a Líbano en forma de hospitales de campaña, personal sanitario e insumos médicos.
La enorme detonación, que ha dejado un cráter de 43 metros de profundidad, según fuentes de seguridad citadas por la prensa libanesa, fue provocada por el almacenamiento inadecuado de 2.750 toneladas de nitrato de amonio que fueron incautadas en 2014 al buque Rhosus, de un empresario ruso y con pabellón moldavo, por no pagar las tarifas portuarias.
Más de 150 personas han muerto, la mayoría operarios del puerto a los que la explosión sorprendió en su puesto de trabajo, unas 6.000 han resultado heridas y cerca de 300.000 se han quedado sin casa.
La presión sobre el Gobierno va en aumento tanto en las calles como entre la clase política y religiosa del país. Este domingo, la ministra de Información, Manal Abdel Samad, ha dimitido pidiendo perdón a los libaneses por no poder “colmar sus aspiraciones” y el patriarca maronita, Bechara Boutros al Rai, ha pedido la renuncia de todo el Ejecutivo.