El Gobierno del presidente Emmanuel Macron eliminará las alzas de los impuestos a los combustibles en el presupuesto del próximo año de cara a las protestas en el país por el costo de la vida, dijo el miércoles el primer ministro, un día después de anunciar la suspensión de la medida por seis meses.
La administración está luchando para apaciguar la ira que impulsa las protestas de los "chalecos amarillos", mientras se sacude de los peores disturbios vistos en el centro de París en cinco décadas el sábado pasado.
"El Gobierno está listo para el diálogo y está mostrándolo porque este incremento de impuestos ha sido retirado del proyecto de presupuesto 2019", aseguró el primer ministro, Edouard Philippe, a la Cámara baja del Parlamento.
La concesión fue el último intento por calmar la peor crisis en la presidencia de Macron tras anunciar la suspensión por seis meses sólo un día antes.
Su Gobierno indicó más temprano que también podría enmendar un impuesto a la riqueza que Macron redujo el año pasado para cubrir solamente los activos inmobiliarios, ganándose las críticas como el "presidente de los ricos".
Un asesor de Macron negó que cualquier eventual revisión del impuesto a la riqueza representaría un retroceso de Macron, un exbanquero de inversiones pro-negocios, agregando que el presidente seguía comprometido con su campaña de reformas.
El portavoz del Gobierno, Benjamin Griveaux, dijo que todas las políticas relacionadas con impuestos debían ser evaluadas periódicamente y, si pareciera no estar funcionando, debería ser cambiada. Agregó que los gravámenes a la riqueza podrían ser reevaluados en el otoño boreal del 2019.
"Si una medida que hemos tomado, que cuesta dinero público, resulta no funcionar, si no va bien, no somos estúpidos, lo cambiaríamos", aseguró Griveaux a la radio RTL.
Un "llamado a la calma"
La presidencia francesa dijo temer una "gran violencia" ante las convocatorias a manifestarse de los "chalecos amarillos" el sábado, a pesar de las concesiones del gobierno, en tanto Emmanuel Macron pidió este miércoles lanzar un "llamado a la calma".
"Tenemos razones para temer una gran violencia", dijo el Elíseo a la AFP, en un momento en que se multiplican los llamados a las protestas antigubernamentales por todo el país y se extienden a otros sectores.
El gobierno quiere evitar a toda costa que se repitan las escenas de caos del fin de semana pasado, cuando miles de manifestantes tomaron el Arco del Triunfo, montaron barricadas en el corazón de París y prendieron fuego a vehículos, ante la mirada incrédula de residentes y turistas.
El presidente francés, Emmanuel Macron, pidió por su parte a los responsables políticos y sindicales hacer un "llamado a la calma"
"El momento que vivimos ya no es el de la oposición política", dijo el portavoz del gobierno, Benjamin Griveaux, citando a Macron. "El presidente pidió a las fuerzas políticas, sindicales y patronales lanzar un llamado claro y explícito a la calma", agregó el vocero.
"Están en juego la seguridad de los franceses y nuestras instituciones", abundó el primer ministro, Édouard Philippe, en un discurso pronunciado ante la Asamblea Nacional.
Francia vive desde hace tres semanas protestas convocadas por un movimiento popular autodenominado "chalecos amarillos", que empezó como una protesta contra el alza del impuesto a los combustibles y ahora refleja una exasperación social más amplia.
Cuatro personas murieron y cientos resultaron heridas al margen de las manifestaciones.
Las protestas comenzaban a extenderse a otros sectores. Varias escuelas de secundaria estuvieron bloqueadas el miércoles, por tercer día consecutivo de una movilización en contra de la reforma educativa del gobierno, y los sindicatos estudiantiles llamaron a intensificar las huelgas el jueves.
Los agricultores se sumaron también al descontento social. El principal sindicato agrícola del país anunció una serie de huelgas la próxima semana en todo el territorio.