* Claudia

Mi historia se inició cuando crucé el río el 21 de mayo de 2018. Ese día me agarró migración, yo venía con mi hijo Kevin. Nos tomaron los datos y nos llevaron a la hielera y ahí pasamos tres horas. Luego nos trasladaron a otro lugar, la perrera le dicen, ahí estaba con mi hijo, él estaba muy preocupado, me decía que no quería esa comida, que estábamos presos y el 23 de ese mismo mes me separaron de él con mentiras y eso me dolió mucho, porque no me despedí, solo le dije que me llevaban a hacer unos exámenes, pero en realidad iba a una Corte criminal y, supuestamente, al regreso de la corte volveríamos con ellos y no fue así. Yo lloraba mucho, sentía que me volvía loca.

En todo este tiempo solo hemos hablado tres veces y la última vez me dijo que estaba triste y que cuándo íbamos a estar juntos y eso me parte el alma. Queremos justicia y que nos reúnan con nuestros hijos pronto. Somos seres humanos y hay muchas madres sufriendo.

* Miriam Navas

Buenas tardes, mi nombre es Miriam Navas Espinoza. El motivo de mi carta es porque yo fui separada de mi hijo el día 1 de junio de 2018. Él se llama Kennet de 10 años. Yo vengo huyendo de mi país, El Salvador, por miedo a amenazas y acoso sexual de las pandillas, dicho grupo (es el) Mara 18. Aunque nos pusimos en riesgo, porque es un camino muy peligroso, gracias a Dios llegamos bien.

Mi país no hace nada por proteger al pueblo y mucha gente muere por las pandillas. No sabía de la nueva ley que separaban a los niños de sus madres. El 1 de junio de 2018 me lo quitaron y desde entonces hasta hoy 28 de junio no lo he vuelto a ver. En 14 días me dieron una llamada, ese día que hablé con él estaba enfermo con calentura (fiebre) y dolor de garganta. Y desde ese día hasta ayer 27 de junio me dieron otra llamada. Él no paraba de llorar suplicándome que lo sacara de ahí, que lo trajera conmigo, porque él no se sentía bien. Como madre desesperada y con el corazón en mi mano les suplico por piedad me ayuden a que me devuelvan a mi hijo.

* Yasmin

Soy madre de dos niñas, las cuales fueron separadas de mi lado el día que entré a este país el 22 de mayo. Me las quitaron en la hielera y dijeron que era por mientras y que después me reuniría con ellas, pero no fue así. Luego me trasladaron a Macali (McAllen), la perrera como le dicen, estuve siete días ahí sin bañarme, sin cepillarme los dientes, comiendo pan de molde con mortadela cruda y un juguito. Habían muchas madres llorando por sus hijos, muchas se desmayaban por lo que escuchaban que seríamos deportados y que los niños no los entregaban y que se quedarían aquí.

Fuimos al juez para ver si nos hallaba culpable y él nos dijo que no castigaba, que reclamáramos nuestro derecho de que nos reuniéramos con nuestros hijos, pero salimos esposados de manos y pies como si fuéramos criminales. (Por) siete días no supe de mis hijas y vine a saber de ellas cuando me llevaron a Laredo, el centro de detención, y logré comunicarme con mi esposo y me informó que le iban a entregar a las niñas. A los 14 días tuve comunicación con ellas, cuando ya estaban con su padre.