Manny Pacquiao desafía a Duterte y se declara candidato a la Presidencia de Filipinas en 2022
"Ha llegado el momento, estamos listos para afrontar el desafío", declaró la estrella del boxeo filipino, de 42 años, que aceptó ser candidato de una facción disidente del partido del Presidente Rodrigo Duterte.
Después de arremeter contra la corrupción en el gobierno y lo que él llama la relación amistosa del Presidente Rodrigo Duterte para con China, el ícono del boxeo y senador filipino Manny Pacquiao anunció ayer su candidatura a la presidencia de su país en las elecciones de 2022, poniendo fin así a meses de especulaciones sobre su destino político.
“Ha llegado el momento, estamos listos para afrontar el desafío”, declaró la estrella del boxeo filipino, de 42 años, que aceptó la candidatura de sus aliados políticos durante la asamblea nacional del bando que lidera en el gobernante Partido Democrático Filipino-Poder Popular, conocido comúnmente como PDP-Laban, días después de que una facción rival propuso al antiguo ayudante de Duterte, el senador Christopher “Bong” Go, como su candidato presidencial.
La facción propuso a Duterte para la vicepresidencia, un movimiento que los críticos calificaron de táctica del mandatario para conservar el poder. Go rechazó la candidatura, pero el quiebre entre las facciones de Pacquiao y Duterte se ha profundizado, destaca Reuters. De hecho, la facción del boxeador no ha expresado su apoyo a la candidatura de Duterte a la vicepresidencia, a quien la Constitución le prohíbe presentarse a un segundo mandato de seis años como presidente. Asimismo, en los actos de Pacquiao se ha recuperado el emblema tradicional del partido con un pentágono y una mano tendida al frente, conocido como “puño de Duterte”.
“Soy un luchador y siempre seré un luchador dentro y fuera del ring”, dijo Pacquiao en su discurso ante el congreso nacional de su partido, celebrado en la ciudad de Quezon, en la que se formalizó su nominación tras recibir el apoyo de una veintena de dirigentes regionales. “En nombre de nuestros compatriotas que durante mucho tiempo han deseado el cambio correcto en el gobierno, espero de todo corazón, con valentía y humildad, su apoyo”, agregó.
Pacquiao es el presidente de la facción PDP-Laban liderada por él y el senador Aquilino “Koko” Pimentel III. En julio, el boxeador había perdido el liderazgo del partido, semanas después de desafiar a Duterte por su posición sobre China y frente a la corrupción, pero su destitución fue rechazada por su facción.
“A lo largo de mi vida jamás he retrocedido en un combate, por los principios, por el honor del pueblo. Me he levantado, me he puesto en pie y he luchado”, señaló Pacquiao, según recoge la cadena de televisión filipina ABS-CBN. El boxeador destacó su experiencia y su cercanía a los filipinos más pobres como parte de las cualidades que lo harían un buen presidente, con la promesa de gobernar con “integridad, compasión y transparencia”.
El boxeador, muy popular por sus 12 títulos en ocho categorías distintas de boxeo, prometió combatir la pobreza y la corrupción y advirtió que la población “ha esperado demasiado para ver avances”. “Es hora de que ganen los oprimidos. Es hora de que nuestra gente, que ha caído en la pobreza, se recupere”, afirmó.
Sus credenciales como boxeador, además de la lucha contra la pobreza y la corrupción, serán sin duda los temas claves de su campaña. Pacquiao ya ha prometido hacer todos los esfuerzos posibles para llevar a cabo su misión, empezando por enviar a “centenares o miles” de políticos corruptos a una “megaprisión” construida especialmente para ellos.
“A todos los que me preguntan cuáles son mis competencias y aptitudes, pregunto: ¿Acaso ya han sufrido por pasar hambre? ¿Sin comida? ¿Pidiendo prestado a un vecino o esperando las sobras de la cafetería? El Manny Pacquiao que tienen frente a ustedes ha sido moldeado por la pobreza”, declaró el domingo ante sus partidarios. “¿Conocen la sensación de un filipino que pelea en el boxeo? ¿Vencer a un oponente que es más grande y más fuerte para comprar comida?”, planteó. “¿Saben de las dificultades por las que han pasado y saben de lo cansados que están?”, añadió.
Conocido como “Pac Man”, Pacquiao es una fuente inagotable de orgullo para los filipinos. El boxeador tomó su decisión de ser candidato algunas semanas después de su último combate profesional, cuando fue derrotado el 22 de agosto en Las Vegas por el cubano Yordenis Ugás. No ha dicho nada sobre la continuidad de su carrera profesional de 26 años.
Pacquiao comenzó su carrera política en 2010 como diputado por la provincia de Saranggani. Tras dos mandatos, se presentó y ganó un escaño en el Senado, en 2016. Ha generado controversias por sus declaraciones favorables a la pena de muerte y hostiles a la homosexualidad.
Pero es muy popular en su país, donde su generosidad y su camino hacia el éxito, tras haber nacido en la extrema pobreza, suscitan gran admiración. En su infancia vivió en la calle antes de lanzarse al boxeo profesional en enero de 1995, con una bolsa de 1.000 pesos, poco más de US$ 20. Luego, ha logrado acumular una fortuna de más de US$ 500 millones.
Hasta hace poco, Pacquiao -un devoto cristiano evangélico- era partidario del Presidente Duterte y de su controvertida guerra contra la droga. El boxeador dijo a France Presse en una reciente entrevista que seguiría aplicando mano dura contra la droga, pero de una forma “limpia”, que supone no violar los “derechos de los individuos”. Al preguntársele si en caso de llegar a ser presidente protegería al actual jefe de Estado si éste es encausado, respondió: “Todos debemos respetar la ley”.
A pesar de su popularidad, Pacquiao está por detrás de los favoritos en las encuestas de opinión, que han sido encabezadas constantemente por la hija de Duterte, Sara Duterte-Carpio. Ello, pese a que la Corte Penal Internacional (CPI) anunció recientemente que investigaría las denuncias de crímenes de lesa humanidad vinculados a la brutal campaña contra las drogas del régimen de Duterte, que ha dejado miles de muertos. Un día después del pronunciamiento de la CPI, el mandatario dijo que preferiría “morir primero” antes de enfrentarse a un tribunal internacional.
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