Con la definición en Argentina de las listas de cara a las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto, la carrera por la Casa Rosada empieza a delinearse. O, al menos, en un nivel inicial, cree el politólogo argentino e investigador especializado en comunicación política Mario Riorda. De visita en Chile, el académico y presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (Alice) habló con La Tercera sobre cómo se perfila la elección presidencial de octubre en el país vecino, en un escenario que, hasta ahora, ve difícil de vaticinar debido a la irrupción del libertario Javier Milei.
Si bien esta ha perdido algunos puntos según variadas encuestas, especialmente por polémicas propuestas como la venta de órganos o el pobre desempeño de sus candidatos en las elecciones provinciales, Riorda cree que no son extrapolables al candidato presidencial. Tanto su desempeño como el ganador de la primaria en la centroderecha, entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, serán determinantes para aclarar el panorama de cara a octubre, aseguró.
Con las listas ya definidas y la carrera desatada, ¿cómo cabría esperar que se desarrolle la campaña electoral a grandes rasgos, y qué diferencia las carreras presidenciales de la actualidad con las de años atrás?
En primer término, una de las diferencias frente a las versiones pasadas es que hay una pura competitividad, pero una pura competitividad diferente, en el sentido de que hay cuatro candidaturas con chances de ganar: la del oficialista Sergio Massa, dos opositores de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, y la de la novedad en el sistema político argentino, Javier Milei. La diferencia es no tan solo que hay cuatro candidatos con chances de ganar, sino que hay tres espacios que en el arranque, cualquiera de los tres puede salir primero, cualquiera puede salir segundo y cualquiera puede salir tercero. Si lo traduzco a un lenguaje más sencillo, cualquiera de los tres espacios no tan solo puede ganar, sino que puede quedar afuera de la segunda vuelta o del balotaje. Por lo tanto, esa es la novedad. Uno, que hay alta competitividad, y dos, que es muy dependiente de la performance de Javier Milei, en tanto y en cuanto si esa oferta siguiese, yo diría con expectativas significativas –más altas o más bajas, pero significativas al fin–, lo que también produciría una modificación del sistema de partidos en Argentina.
¿Qué diferencias se podrían esperar entre la interna de Juntos por el Cambio versus Unión por la Patria?
Dos cosas. En lo formal, aunque Unión por la Patria tenga una primaria, prácticamente no hay competitividad entre Sergio Massa y el candidato Juan Grabois, que representa un perfil muy duro, un perfil radical, de una militancia que particularmente en Argentina se denomina el sector piquetero. Por lo tanto, casi diría que es una primaria testimonial, porque el resultado está literalmente cantado. Sin embargo, donde sí hay un debate muy fuerte es en Juntos por el Cambio, porque se enfrentan dos posturas, dos estilos que cada tanto pujan y se superponen, pero son dos estilos bastante diferentes. Un estilo más centrista, tecnocrático, en el caso de Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quien aparece yo diría con un tinte algo conciliador o más moderado y, por otro lado, un perfil mucho más combativo, más de derecha explícita, encarnado en la candidatura de Patricia Bullrich, con un discurso yo diría de tolerancia cero, uno punitivista, con un discurso que en gran parte se confunde con el del libertario Javier Milei. Entonces, la puja opositora es una altamente competitiva, los sondeos dan una paridad muy fuerte que se evidencia prácticamente en cualquier encuesta, pero no es menor, porque ese espacio que antes representaba la centroderecha, hoy se está tambaleando en un equilibrio bastante raro y que va a tener significancia de cara a la segunda vuelta, que es si se recuesta mucho más hacia una postura centrista o si se recuesta mucho más hacia una postura más de derecha radical.
Precisamente en Juntos por el Cambio, Rodríguez Larreta parece estar esforzándose por lograr una imagen de centrista y conciliador, además de intentar plasmar a Patricia Bullrich como una extremista de derecha, han reportado medios argentinos. ¿Cree que la estrategia dé resultados al jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, especialmente cuando los sondeos lo ponen por detrás de la exministra de Seguridad, o podría terminar por no mover la balanza?
Creo que la estrategia de Horacio Rodríguez Larreta es una de tanteo, una estrategia especulativa, porque si bien su perfil se lo asocia a esa idea más conciliadora, sus actos van y vienen desde ser un moderado y, por lo tanto, muchas veces también hacia ser alguien que se posa y le compite de igual a igual a la propia Patricia Bullrich. Entonces, en parte, suele desdibujarse cuál es el perfil real, y vuelvo a insistir, es una estrategia especulativa para ver cómo, de una u otra manera, se posicionan no tan solo para ganarle a Patricia Bullrich, sino para recuperar parte de la imagen que él tenía hace tiempo. Hace dos años, Horacio Rodríguez Larreta era una especie de presidente ganador de modo tácito allá en Argentina. Tenía la mejor imagen y la más alta intención de voto, pero su figura se derrumbó y por eso es que el escenario se tornó tan competitivo. Pero la campaña recién arranca, los estudios, las investigaciones van a significar un verdadero termómetro para saber si la campaña sigue así, mitad conciliador y mitad pisando el discurso de sus opositores, en el caso de Rodríguez Larreta, o si se recuesta por uno de los dos estilos.
En la vereda contraria, ¿podría tener algún efecto electoral el cambio de último minuto entre Eduardo “Wado” de Pedro y Sergio Massa?
No, pensando en las encuestas, lo sorpresivo es que hubiera sido “Wado” de Pedro, un candidato que puso muy contento a la militancia más afín, pero que prácticamente carecía de chances públicas. Lo de Sergio Massa puede ser bueno o malo, pero era lo mejor que tenía el oficialismo para proponer, así que el resultado de Sergio Massa como candidato es absolutamente obvio y, además, por si fuera poco, pragmático.
Entre el viernes y el domingo, Argentina deberá pagar US$ 1.300 millones y US$ 700 millones al FMI y bonistas privados, respectivamente, lo que podría significar un histórico forado en las divisas nacionales. ¿Hasta qué punto está liga la gestión económica del ministro al desempeño electoral?
Está profundamente ligada. El historial del voto económico es muy significativo, sobre todo en las campañas presidenciales. Desde luego que sí. Además, él es el ministro, el que hoy viene, de una u otra manera, dejando entrever esa idea o esa línea editorial –que se va a plasmar también en su campaña electoral– de que es el candidato que frenó a Argentina de una caída hacia un abismo. No es que Argentina esté mejorando, sino que al menos él y sus capacidades fueron las que permitieron que Argentina no se incendie. Sin embargo, es evidente que el nivel de insatisfacción con el rumbo económico de Argentina está cerca del 80%, no tan solo por un problema de divisas, que en términos de la sociedad es relativamente abstracto, sino en cómo impacta esto cotidianamente en el día a día, particularmente con el gran problema que tiene Argentina, que es la inflación y que afecta transversalmente a toda la sociedad. La dependencia o el condicionamiento de lo económico para con el actual ministro de Economía y candidato presidencial del oficialismo es total. Sin embargo, no hay que dejar de advertir, y lo vengo sosteniendo en gran parte de toda América Latina, incluso hasta Chile es un gran ejemplo de ello, no tan solo juegan variables económicas. También el voto ideológico explica muchísimas de las performances, y en este sentido da la sensación de que lo que ha permitido este candidato es garantizar que el tercio, ideológicamente hablando, más afín a lo que se llamaba peronismo o kirchnerismo, incluso con chance de crecer un poquito hacia el centro, está bastante sólido y bastante firme, por lo que con la consolidación de su candidatura no estaría en juego que ese tercio disminuya. Además, hay un elemento importante y es que el personaje que en Argentina hoy de alguna manera representa una especie de cauce para la catarsis, encarnado en Milei, posa su discurso básicamente también en lo económico. Entonces también ahí hay una variable significativa, donde qué tan bien le va a uno, le va mal al otro y a la inversa.
Según distintas encuestas, el fenómeno de Javier Milei parecería estar desinflándose, pasando de casi rozar los 25 puntos en meses pasados, a apenas llegar a los 20 actualmente. ¿Podría explicarse por el pobre desempeño de sus candidatos en las provincias un factor en este cambio, o es una interpretación errada?
Yo sería sumamente prudente en afirmar que se ha desinflado. Una cosa es que pueda haber perdido puntos, porque además las hipótesis de un Milei, si no triunfante, como mínimo con un caudal electoral que le permitiese pasar a segunda vuelta, están contempladas especialmente en la primera vuelta y no en las PASO. Y esto se explica básicamente porque es esperable una leve fuga de alguien de Juntos por el Cambio, el que resulte derrotado, hacia su figura, sea una u otra. Una cosa es que pueda haber perdido algún par de puntos, pero en una campaña que recién inicia, quitarle chances a alguien que hace tiempo ha marcado el eje del debate político en Argentina y mucho más del económico sería, desde mi punto de vista, casi una obligación, la prudencia analítica. Sin embargo, es verdad que han sucedido una serie de situaciones adversas. Siempre su posicionamiento durante los últimos meses hasta la fecha estuvo asociado a la espectacularidad y también a la polémica que acarrea con ella en alguna de sus propuestas. Él sí tuvo un derrumbe de su imagen, especialmente cuando propuso la venta de órganos, luego volvió a subir, luego volvió a bajar cuando se dio el cierre de listas. Tuvo una performance federal, provincia a provincia, realmente muy mala, estratégicamente careció de una línea clara y eso sí ha afectado sin ningún tipo de dudas. Pero una cosa es candidatos que han querido ser representantes de Milei en las provincias y otra cosa es el Milei candidato a presidente que, insisto, al día de hoy todavía sigue funcionando en franjas muy significativas, particularmente mucho más en jóvenes y especialmente en personas en situación de vulnerabilidad o desempleo, de alto nivel de descontento, como un cauce para la catarsis.
Durante esta semana, el diputado libertario visitará Chile. ¿Buscará algún rédito político en el viaje, considerando que pocos candidatos viajan al país en plena campaña, o es poco probable que este impacte en la carrera presidencial?
Porque de una u otra manera también la visibilidad, yo diría el acto solidario de un pensamiento ideológico común, toma fuerza en América Latina y hay militancias cruzadas, sobre todo en el mundo digital. La unión de Milei con Bolsonaro en su momento se hizo notar, el diálogo con José Antonio Kast en Chile seguramente se hará notar y así sucesivamente. Entonces, mi sensación es que algún núcleo de organización internacional en ese conglomerado ideológico muy, muy de derecha explícita le sirve a su electorado y no deja de ser también un hecho noticioso. Quizás no significativo para toda la campaña, pero un hecho noticioso al fin.