Hace dos meses, el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires aplicó una decisión que levantó polémica, y que prometía cambiar radicalmente la vida de los estudiantes: limitar el uso del teléfono móvil en las escuelas y liceos de su administración. La medida, entre otras cosas, era casi una prohibición de la presencia de celulares en la educación primaria, mientras que tenía ciertos usos en la secundaria.

Ahora, habiendo pasado cierto tiempo, el Ministerio de Educación local hizo un estudio para recoger los resultados de este experimento, que apuntan, en general, a alumnos más aburridos pero también más concentrados.

Seis de cada 10 estudiantes admitieron que prestan más atención en clase, y tanto los profesores como los directores aseguran haberlo notado. En tanto, 4 de cada 10 alumnos sienten que se aburren más.

Seis de cada 10 estudiantes admitieron que prestan más atención en clase.

Fue un agosto cuando el anuncio sorprendió a la opinión pública porteña: las escuelas del distrito tendrían que confeccionar y aplicar reglamentos que limitasen el uso del teléfono móvil. Así, cerca de 566 mil estudiantes –pertenecientes a más de dos mil distintos recintos educativos– tendrían que cambiar sus hábitos en el celular, solo pudiendo sacarlo en situaciones muy particulares.

Para los más grandes, las reglas son más permisivas: en la secundaria, el 90% de los estudiantes tiene celular, y la norma base que impuso el gobierno local fue la de que debe estar guardado durante las horas de clase, solo pudiendo usarse en actividades propuestas por los profesores. Además, puede usarse en alguno o todos los recreos, de acuerdo a lo que cada escuela disponga: según la normativa, cada recinto puede imponer reglas aún más estrictas que las estipuladas generalmente.

En primarias y jardines infantiles, el límite se acerca a la prohibición completa: ni en el aula, ni en recreos, ni en el comedor. Los únicos niños que pueden usar celulares son los que lo necesitan a causa de alguna condición especial, como algún problema en la vista o en la audición.

Proyecto de ley prohíbe el uso de celulares en la educación parvularia y básica.

Si la medida fue anunciada en agosto, ya en octubre se realizó el primer informe para medir el efecto del veto a los teléfonos móviles, y así, entre el 2 y 18 de ese mes, se entrevistó a alumnos, profesores y directivos de recintos tanto estatales como privados, de todas las comunas y niveles socioeconómicos.

En una pregunta que podía ser respondida de manera múltiple, el 47,4% de los alumnos mencionó que, desde que no había celular, conversaba más con sus amigos. El 41,3% admitió aburrirse más, el 22,9% que se sentía más tranquilo y el 17% que juega más con los amigos.

El 57,4%, por su parte, mencionó que ahora presta más atención en la clase, cosa que también notaron los docentes. Preguntados estos últimos por sus alumnos, el 56,2% respondió que prestan más atención en clase, y el 40,5% que conversan con más amigos en la escuela.

El informe nace de una encuesta, donde se entrevisto a 4.082 estudiantes, 150 docentes y 40 directivos de recintos, para entender la percepción de los cambios introducidos. Ya en un estudio anterior, el informe PISA de la OCDE aseguró que el 32% de los estudiantes admitían distraerse por su propio uso de dispositivos digitales. El estudio de la OCDE aseguró que, cuando los alumnos pasan una cantidad “moderada” utilizando dispositivos para aprender en clases, se obtienen mejores resultados en matemáticas y hay un mayor sentido de pertenencia a la escuela.