Si una idea cruzó por meses la posibilidad de una candidatura presidencial del ministro de Economía de Argentina, Sergio Massa, era la de que su desempeño en aquellas hipotéticas elecciones estaría ligado al rendimiento de la economía en los últimos meses previos a las votaciones. Y con el anuncio de la presentación “en las próximas horas” de un nuevo plan del gobierno de Alberto Fernández con relación al Fondo Monetario Internacional (FMI), pieza clave de la economía y la política trasandina, sumado a la oficialización de la precandidatura del ministro el viernes pasado, la tesis volvió a ganar fuerza.
Fue este martes, durante el encuentro anual de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), donde el ya no solo jefe de la cartera de Economía, sino que también precandidato de Unión por la Patria –ex Frente de Todos– aseguró que “una obsesión que tiene que tener el próximo Presidente es pagarle al FMI, sacarlo de la Argentina para no volver”.
Su rol como ministro y candidato se inició luego del juego de sillas musicales en la nación vecina, que dejó como resultado el retiro de la carrera presidencial del ministro de Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y reflotó las dudas sobre cómo conciliará Massa sus dos papeles. Especialmente considerando que este viernes 30 vence el plazo de un vencimiento al FMI por US$ 2.700 millones que Argentina contrajo durante el gobierno del entonces Presidente Mauricio Macri, y que debían pagar la semana pasada, pero que el gobierno solicitó unificarlos y cancelarlos a fin de mes. De ahí el anuncio de Economía sobre que presentarán el plan antes del viernes.
Según el portal La Política Online, Argentina se encuentra en una suerte de limbo donde el FMI simplemente hace la vista gorda ante la situación financiera del país vecino, puesto que un nuevo default podría arruinar la reputación del organismo internacional. “Argentina y el FMI son como esos matrimonios que se ponen los cuernos, pero siguen viviendo juntos, haciendo como que no pasa nada”, comentó a LPO un funcionario cercano a las negociaciones.
“La discusión en las próximas horas la van a conocer públicamente. Estamos terminando de saldar el semestre en dos trimestres con el FMI. Yo me vine para acá (el encuentro de Camarco). Estábamos en una reunión por Zoom hace un ratito, y ahora dejé al equipo trabajado. En las próximas horas van a conocer cómo es el programa para los próximos seis meses con el Fondo”, dijo el ministro-candidato el martes.
Sobre las críticas de la oposición, Massa se defendió asegurando que “nos tocó rehacer el acuerdo con el FMI, renegociar la deuda en pesos. Les quiero recordar que Argentina tuvo un default de deuda en pesos. Nos tocó renegociar con bonistas. Vino la pandemia que congeló un año y medio el PIB de Argentina. Vino la guerra que cambió los precios relativos, inclusive para los constructores. Vino la sequía. Claramente, enfrentamos un montón de problemas. Cometimos errores y los asumimos, pero tenemos claro cuál es el desarrollo de un modelo de país. Y esa es la lógica con la cual convocamos a la unión de los argentinos”.
Consultado por La Tercera, el politólogo Julio Burdman cree que esta suerte de doble militancia, entre precandidato y ministro de una cartera tan relevante para el quehacer nacional como lo es la de Economía, es “una situación bastante particular, de hecho no recuerdo ningún caso parecido”. Por ello, las respuestas no están claras, pero la negociación con el FMI abre dos escenarios: uno que podría favorecer al exalcalde de Tigre, y otro que podría acabar con sus aspiraciones y la del peronismo completo de dar vuelta una carrera presidencial que meses atrás parecía completamente perdida.
“Tiene, por un lado, una especie de fortaleza en tanto ministro, porque él puede exhibir un poder político adicional al que tiene un jefe de cartera normalmente. Pero, sobre todo, por su negociación con el FMI, puesto que podría garantizar el cumplimiento de lo acordado en su condición de candidato presidencial”, explicó Burdman. “Podría inclusive ofrecer su propia continuidad como garantía de cumplimiento, en caso de que pudiera convencer a la contraparte de la negociación, en este caso, el FMI, de que tiene chance de ganar”.
Eso en el lado positivo. Pero nada asegura que ese sea el escenario que se enfrente en las próximas semanas, cree el politólogo. “Al mismo tiempo, tiene la vulnerabilidad de que si se produce una corrida cambiaria, si se produce un aumento del dólar durante la campaña, que en Argentina es una cuestión fundamental porque la economía está muy dolarizada, Massa va a pagar los costos de esa situación, porque un aumento del dólar significa inestabilidad financiera e inflación”, detalló.
Esto último es precisamente otra de las bombas que el ministro no quiere que le explote en las manos, al menos en el período de campaña. Si bien el IPC de mayo (7,8%) mostró una importante desaceleración en comparación con el mes previo (8,4%), detalló Ámbito Financiero, los datos de junio serán importantes en la recepción de dichos números para la opinión pública. Según La Nación, este mes se debería confirmar una tendencia de ralentización, pero expertos advierten que el segundo semestre será complejo en términos económicos, a medida que el período electoral se acerque.
Se suma también el poco alentador informe publicado este miércoles por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde la entidad afirma que el PIB de Argentina se contraerá un 1,6% durante 2023, transformándose en la mayor caída del continente, consignó La Nación. Dicha recesión se transformará en desempleo, el riesgo de una devaluación repentina y una inflación que se mantendrá en niveles elevados en el corto plazo, agregó el mismo medio.
Junto a Chile, son los únicos países de la región que proyectan una contracción económica, pero con la de nuestro país siendo inferior a la argentina, la que rondará en el 0,1%, detalló el documento. En la vereda contraria, Costa Rica será la nación con la mayor tasa de crecimiento (2,8%), seguido por México (2,6%), Brasil (1,7%) y Perú (1,7%).
Por otro lado, el dólar y la reserva de divisas también es uno de los focos que Massa no podrá perder de vista, tanto al relacionarlo con fines económicos como político-electorales, cree Burdman. “El dólar tiene que aumentar en Argentina, porque tenemos una inflación alta, de más del 100% anual, y eso también se lleva puesto al tipo de cambio, por lo tanto, parece inevitable algún tipo de indexación periódica del precio del dólar. El tema es que eso se produzca de manera inesperada y, sobre todo, brusca”, dijo a La Tercera. Y ahí, la posible negociación con el FMI también juega un rol clave.
Claudio Caprarulo, director en Analytica, dijo a Ámbito Financiero que “el escenario base es lograr un aval institucional al incumplimiento de las metas de este año para eliminar la posibilidad de un default, en el mejor escenario consigue un desembolso superior a los vencimientos que permita robustecer las reservas internacionales y reducir las expectativas de devaluación”. Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, explicó al mismo medio que “el desafío más importante es con el FMI, porque en la medida que se le pague, que la intención del gobierno siempre fue pagarle, las reservas van a caer mucho”.
Para Julio Burdman, en tanto, “lo que Massa tiene como problema se transforma también en una voluntad de poder garantizar la estabilidad cambiaria, y eso requiere que tenga respaldo financiero internacional. Esto se traduce en que si puede contar con desembolsos de diferente tipo, que este está buscando por todos lados, para poder respaldar al peso en un contexto en el cual el Banco Central carece de reservas, podría ofrecer una estabilidad cambiaria por todo lo que queda de la campaña”, aseguró a este periódico. “Por eso, para Massa el acuerdo con el FMI es casi un dato de campaña, por más que suene un poco cínico”.