Matteo Salvini, de 45 años, llegó al poder en Italia con la misma polémica que define su personalidad. El primer día en que asumió como ministro del Interior, anunció un "bonito recorte" en el presupuesto que Italia destina a los inmigrantes. Esto solo sería el inicio de una serie de controvertidas medidas referidas a la inmigración, entre éstas un censo a los gitanos, que lo ha llevado a enfrentamientos con otros líderes europeos.
Aunque no siempre fue así. Fanático del fútbol, Salvini nació en Milán y ha dicho: "Soy milanés, no soy cualquier cosa". Su familia era de clase media, su padre empresario y su madre dueña de casa. A los 12 años, Salvini ya hacía noticia tras aparecer en diferentes concursos de televisión, lo que inició su pasión por los medios.
El verdadero cambio llegó tras su paso por el Liceo Manzoni. Ahí empezó a frecuentar grupos de izquierda y de extrema izquierda.
En una entrevista con la radio 24, Salvini recordó el guiño que tuvo en ese momento con ese sector. "Yo era comunista. Iba por ahí con una chapita del Che Guevara y con otra de la bandera del País Vasco, por solidaridad con los independentistas. No conservo ninguna de las dos", señaló.
A los 17 años cambió y se unió a la ultraderechista Liga del Norte. Después renunció para encabezar la lista comunista de Padania en Parlamento del Norte, pero pronto volvió a la Liga.
El partido se fundó en 1990 como un movimiento separatista y "antipolítico". En esa época promovían la independencia de Padania, la región del norte de Italia, por su mejor economía y desarrollo que el sur. Bajo el eslogan "Roma nos roba", Salvini exigió al gobierno italiano en 2014 un referéndum de autodeterminación de Lombardía.
En 1993, con 20 años fue electo concejal de Milán, después diputado de Italia y en 2004 eurodiputado. En 2013, Salvini asumió el liderazgo de la Liga del Norte y cambió el nombre a la Liga para participar en las elecciones nacionales.
Los medios italianos dijeron en esa época que tras el arribo de Salvini sería el fin del partido y hasta 2013, las cifras respaldaron esto debido a que el conglomerado cayó a un mínimo histórico en las elecciones de ese año de apenas el 4%.
En cuanto a su vida privada, en 2001 se casó con la periodista Fabrizzia Ieluzzi, estando embarazada de Federico, primogénito de Salvini. Pero el matrimonio duró apenas dos años. Después tuvo una relación con Giulia Martinelli, con quien tuvo a Mirta, su segunda hija.
En 2014, en una entrevista en la revista Oggi, posó desnudo para la portada solo con una corbata verde. Ya en ese entonces era el político italiano con más actividad en internet. No por nada ama las redes sociales y las selfies. Un año después, una revista de espectáculos reveló un romance con la presentadora de televisión y modelo, Elisa Isoardi, su actual pareja.
Salvini es católico y es opositor del matrimonio igualitario, adopción homoparental y hasta criticó el uso de vacunas en recién nacidos.
En una declaración llamó al euro "billetes del monopoly" y apoyó marchas contra la inmigración durante el gobierno de Matteo Renzi.
Salvini se declaró "lepenista", en apoyo a Marine Le Pen, líder del Frente Nacional francés, aunque su verdadero ídolo es el Presidente ruso, Vladimir Putin.
Salvini viajó varias veces a Rusia, firmó un acuerdo de cooperación con el partido Rusia Unida, fue fotografiado en el Kremlin y vistió en más de una ocasión camisetas con el rostro de Putin o con eslóganes alusivos a Moscú, como "no sanciones a Rusia".
La incesante actividad política de Salvini lo llevó en 2018 a las elecciones generales, en la que se hizo llamar el "Donald Trump de Italia". Incluso lanzó el mismo eslogan: "Italianos primero".
El apodado "capitán", llegó al poder después que Italia no logró formar gobierno por dos meses debido a que ninguno de los partidos consiguió el apoyo necesario. Así, Salvini y Luigi Di Maio, líder del Movimiento 5 Estrellas, acordaron una coalición y juntos nombraron a Giuseppe Conte como primer ministro.
Antes de cumplir un mes en la cartera del Interior cumplió su promesa: declaró una "guerra" contra la inmigración. Así, cerró las fronteras al barco Aquarius que transportaba 630 inmigrantes rescatados de las costas de Libia y celebró cuando España los recibió. Pese a todo, su popularidad va en ascenso y hoy se sitúa en un 30%.