“¿Acaso Kylian Mbappé llama hoy a, sobre todo, no votar por la Agrupación Nacional?”. Con esa pregunta, en medio de una conferencia de prensa, el futbolista entró de lleno en la campaña por las elecciones legislativas en Francia respondiendo: “Estoy contra los extremos, contra las ideas que dividen”.
Aún con la mente en la Eurocopa, el momento político en el país obligó al jugador a pronunciarse: “Estamos en un momento crucial de la historia de nuestro país, una situación inédita. Los extremos están a las puertas del poder, y tenemos la oportunidad de elegir el futuro de nuestro país. Por eso es que llamo a los jóvenes para que vayan a votar, para que tomen conciencia de la importancia de esta situación”. En miras al primer domingo de julio, cuando está fechado el balotaje de las elecciones parlamentarias, el capitán de la selección francesa aseguró: “Espero que tomemos la mejor decisión, y que sigamos estando orgullosos de vestir esta camiseta el 7″.
Su parecer es compartido en el resto de la selección, y este fin de semanas de 200 deportistas y exdeportistas franceses firmaron un comunicado en el diario L’Equipe, llamando a votar contra Agrupación Nacional, el partido de extrema derecha liderado por Marine Le Pen. “La extrema derecha está en oposición profunda con la construcción de una sociedad democrática, tolerante y digna: la historia lo demuestra”, dice parte del texto.
La intolerancia y el racismo son fenómenos que Mbappé conoce de primera mano, luego de haber crecido en Bondy, una de las comunas periféricas de París a las que se llama “banlieue”, afuera de la carretera que cierra la capital francesa. En estos barrios están las poblaciones más empobrecidas de toda Francia, y confluyen los altos índices de desempleo con la densidad demográfica propia de los HLM, las viviendas sociales de bajos ingresos.
En Bondy, en particular, la admiración por su hijo ilustre se ve clara en los enormes murales que decoran algunos de estos edificios: en uno, un niño duerme abrazado a una pelota de fútbol y soñando con el jugador francés, y la frase “ama a tu sueño y te amará de regreso”. Otro mural dice “Bondy, ciudad de los posibles”, con la figura del jugador tapando el “im” que cabría en la última palabra.
Con una concentración particular de poblaciones del norte de África, estos barrios son hogar de 5 millones de personas: muchos de ellos son migrantes, pero, al igual que Mbappé, la mayoría son franceses de tercera o cuarta generación. De acuerdo con estadísticas publicadas por la BBC, el 57% de los niños que viven en estas comunidades se encuentran en la pobreza: esto, contra el 21% que está en la misma situación en toda Francia.
Del mismo modo, el Institut Montaigne señala que los residentes de estos barrios tienen tres veces más posibilidades de estar en desempleo, si se los compara con el resto de Francia. Bondy en particular queda en Seine-Saint-Denis, el más pobre de los 101 departamentos franceses, de acuerdo al Observatorio de la Desigualdad en Francia.
En ese contexto, cuesta creer en los cuestionamientos de Edwige Diaz, vicepresidenta de Agrupación Nacional, cuando acusa de privilegiados a los jugadores que se le oponen: “Lamento los comentarios del capitán de la selección francesa y de otros miembros de la selección francesa. Me imagino que cuando ganan millones de euros al mes, tal vez les cueste entender a estos franceses que no llegan a fin de mes, a estos franceses que renuncian a la asistencia sanitaria, a la calefacción, para comer bien”.
A pesar de que un tercio de Francia se inclinó por Agrupación Nacional en las últimas elecciones europeas, Bondy voto mayoritariamente a la izquierda: La Francia Insumisa consiguió el 45,7% de los votos, seguida de lejos por Le Pen con un 16,7%. Esto, de todos modos, no indica que se trate de un sector particularmente comprometido: en esos mismos comicios, la abstención llegó al 61%, contra el 48% nacional.
La política se ha expresado de otras maneras en Bondy y Seine-Saint-Denis, lugares que han sido escenario de grandes protestas contra la violencia policial, muchas de ellas con desmanes graves. El mismo Mbappé, a sus seis años, pudo ver como grupos de jóvenes de su barrio se enfrentaron durante casi tres semanas a la policía, destrozando edificios e incendiando autos.
Esto ocurrió en 2005, luego de la muerte de dos adolescentes que huían de la policía, pero se repitió con una particular fuerza el año pasado, a causa del asesinato de Nahel Merzouk, un joven de 17 años que, en medio de un control policial, recibió un balazo a quemarropa por parte de un agente de seguridad. Los primeros barrios en hacer erupción, con jóvenes quemando autos y saqueando, fueron las banlieue, y durante una semana esos desmanes se expandieron por toda Francia. El mismo Mbappé, en esa ocasión, junto con repudiar el asesinato de Nahel, llamó a la tranquilidad a sus vecinos.
Los orígenes de Mbappé han sido blanco de cuestionamientos por las figuras más racistas del espectro político francés. El mismo Jordan Bardella, presidente de Agrupación Nacional, se metió con el ídolo del fútbol, cuando lo felicitaba por quedarse en el Paris Saint Germain. “Yo digo bravo por Kylian. Su trayectoria es un modelo de asimilación, sobre todo para la juventud venida de la inmigración, y por la juventud de la periferia”, aseguró el político, siendo rápidamente corregido por el periodista presente, que le indicó que Mbappé había nacido en Francia. “Pero su madre es senegalesa”, respondió entonces Bardella, errando de nuevo: Faiza Almary había nacido en Bondy, ella sí, hija de padres argelinos.
No solo Mbappé, sino toda la selección francesa de fútbol, han sido objeto de cuestionamientos para la extrema derecha francesa. Jean Marie Le Pen, el padre de Marine Le Pen, había comentado en tiempos previos al mundial de Francia 98: “Es artificial que hagamos venir jugadores extranjeros para bautizarlos como equipo de Francia. La mayoría no lo canta, o visiblemente no se saben La Marsellesa”.
En 2010, la hija siguió el camino del padre, asegurando que en la selección francesa, “parte de los jugadores se consideran miembros de otra nación, o tienen otra nacionalidad de corazón”. Así, Marine Le Pen afirmaba no sentirse particularmente representada por ese equipo.