Después de cambiarle el pañal, sentí un fuerte calambre. Me dejé caer al suelo con él en mis brazos, tarareando una canción de cuna para mantenernos a los dos tranquilos, la alegre melodía contrastaba con mi sensación de que algo no estaba bien. Sabía, mientras abrazaba a mi primogénito, que estaba perdiendo al segundo.

Así describe Meghan Markle, duquesa de Sussex, el aborto espontáneo que sufrió en julio, en una columna publicada este miércoles en The New York Times.

Los detalles compartidos en su escrito no coinciden con la costumbre de los miembros de la familia real británica de no revelar nada sobre sus vidas privadas. En sus 68 años de reinado, la Reina Isabel nunca ha hablado de su vida personal en ningún artículo o entrevista, pese al interés global que genera la realeza británica.

Aunque los últimos meses han estado marcados por versiones de quiebres al interior de la familia y discusiones entre los duques de Sussex y la Reina, una fuente cercana a Harry dijo que el príncipe había discutido la columna del Times con su familia antes de que fuera publicada.

En esta fotografía de archivo del miércoles 25 de septiembre de 2019, el príncipe Harry de Gran Bretaña y Meghan, duquesa de Sussex, sosteniendo a su hijo Archie. (Henk Kruger/African News Agency via AP, Pool, File)

“Perder un hijo significa cargar con un dolor casi insoportable, experimentado por muchos, pero del que pocos hablan. Sin embargo, a pesar de la asombrosa coincidencia de este dolor, la conversación sigue siendo un tabú, plagada de vergüenza (injustificada) y perpetuando un ciclo de duelo solitario”, escribió Meghan.

Algunas organizaciones que se dedican a ayudar y guiar a los padres que sufren estas pérdidas aplaudieron el gesto de Meghan como un paso más hacia el fin de la estigmatización respecto de este tema.

La actriz cuenta en su carta que, “horas más tarde, yacía en una cama de hospital, sosteniendo la mano de mi esposo. Sentí la humedad de su palma y besé sus nudillos, mojados por nuestras lágrimas. Mirando las frías paredes blancas, mis ojos se pusieron vidriosos. Traté de imaginarme cómo nos curaríamos”.

En el texto, la duquesa de Sussex compara la pérdida de un hijo con las muertes causadas por la pandemia y las de los afroamericanos George Floyd y Breonna Taylor, y advierte sobre la importancia que tiene el ser apoyados al atravesar por estas situaciones. Ejemplifica con un episodio que dio la vuelta al mundo, cuando acompañó a Harry en una gira por Sudáfrica y un reportero le preguntó si estaba bien, a lo que ella contestó: “Gracias por preguntar. No mucha gente me ha preguntado si estoy bien”.

“Nos estamos adaptando a una nueva normalidad en la que las caras están ocultas por mascarillas, pero nos obliga a mirarnos a los ojos, a veces llenos de calidez, otras de lágrimas”, concluye.