Tardaron más de cuatro meses, pero este miércoles el bloque conservador de la canciller alemana, Angela Merkel, y los socialdemócratas del SPD anunciaron en Berlín un acuerdo de coalición para la formación de un nuevo Ejecutivo, que permite a la gobernante asumir su cuarto período al frente del país.
El último paso para concretar la denominada "gran coalición", formada por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel, sus pares bávaros de la Unión Social Cristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) de Martin Schulz, es la aprobación del acuerdo por parte de los 463.723 militantes del SPD, un trámite cuyo resultado se conocerá el 4 de marzo y que se espera con nerviosismo debido a la oposición que han planteado al pacto las juventudes del partido.
Tras la extensa negociación, las caras más visibles de ambos bloques manifestaron su satisfacción con lo logrado. Merkel dijo que el acuerdo "es el pilar del gobierno estable que necesita nuestro país y que mucha gente en el mundo espera de nosotros". El martes la canciller germana había admitido que serían necesarios "compromisos dolorosos" para avanzar en el entendimiento. Por su parte, Schulz señaló su alegría con el resultado, subrayando que "valió la pena".
La alegría de Schulz refleja lo conseguido por sus filas después de la debacle en las elecciones del 24 de septiembre. Del mínimo histórico de 20,5% que obtuvo en las urnas, el SPD se hará cargo ahora de seis de los 14 ministerios que componen el gobierno alemán. Y el también ex presidente del Parlamento Europeo pasó de rechazar totalmente una alianza u ocupar un lugar en un gabinete de Merkel, a ser previsiblemente el próximo ministro de Asuntos Exteriores alemán.
Los socialdemócratas también celebran la obtención del Ministerio de Finanzas. La cartera es apuntada como clave porque, tras permanecer en manos de la CDU y las políticas de rígida austeridad de Wolfgang Schäuble por dos legislaturas, ahora estará a cargo del SPD, con el actual alcalde de Hamburgo, Olaf Scholz, quien aboga por la idea de una Unión Europea (UE) solidaria que potencie las inversiones y el crecimiento. "Será duro no contar con Finanzas", reconoció Merkel, ratificando que "la cuestión de quién obtiene qué ministerio no fue sencilla".
Además de las Relaciones Exteriores y las Finanzas, los socialdemócratas estarán a cargo de las carteras de Trabajo y Asuntos Sociales, Justicia y Protección del Consumidor, Medio Ambiente y Familia.
El partido de Merkel, en tanto, asumirá el control de los ministerios de Economía y Energía, Agricultura y Alimentación, Defensa, Salud y Educación e Investigación.
El acuerdo logrado por Merkel también incluyó a la CSU de Baviera. Y a ellos, la canciller les cedió el Ministerio de Interior, que quedará a cargo del líder de ese partido, Horst Seehofer. La decisión supone un cambio hacia políticas de inmigración más duras, en línea con la postura crítica que tuvieron los bávaros en la crisis de los refugiados que enfrentó el gobierno en su último mandato. De hecho, el acuerdo ratifica la intención de que la llegada de refugiados a Alemania no supere los 220 mil al año y se fijará límites a la reagrupación familiar.
La CSU también asumiría el control de las carteras de Transporte e Infraestructura Digital y de Cooperación y Desarrollo.
Aunque el acuerdo alcanzado por Merkel, sus pares bávaros y los socialdemócratas está alineado con las expectativas del bloque europeo, en especial del Presidente de Francia, Emmanuel Macron, al interior de Alemania no está libre de críticas. El partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) acusó a la canciller germana de renunciar a todo contenido conservador en el pacto de gobierno alcanzado con los socialdemócratas "por miedo" a las bases de la colectividad liderada por Schulz.
A estos cuestionamientos se suma el supuesto malestar de la opinión pública alemana frente a la gestión de Merkel. Así, al menos, lo muestra un sondeo realizado por la encuestadora Insa para el diario sensacionalista Bild, el cual revela que si bien el 53% de los alemanes aprueba su gestión, un 56% cree que la canciller no concluirá este mandato.
Al otro lado de la coalición que gobierna el país desde 2013, Martin Schulz tampoco salió ileso de las largas negociaciones. Después del revés en las elecciones legislativas y de negarse a conformar una alianza con la CDU, tuvo que echar pie atrás y abrirse al diálogo, presionado por el Presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, y su homólogo francés, Emmanuel Macron, tras el fracaso de las negociaciones entre Merkel y los liberales y los verdes.
Para ambos partidos, el desgaste por la dilatación de las negociaciones les generó una pérdida de popularidad. Una encuesta de Insa publicada el 5 de febrero señaló que el apoyo al SPD cayó al 17%, por debajo del 20,5% obtenido en los comicios, mientras que los conservadores bajaron al 30,5%, por lo que no habría mayoría para una gran coalición si las elecciones se realizaran ahora.
Mientras Merkel y Schulz asumen los costos de las largas negociaciones, estas siguen dependiendo de la aprobación de los 463.723 militantes del SPD. La situación no fue problema en 2013, cuando más de tres cuartas partes de las bases aprobaron el pacto. Sin embargo, ahora la situación es diferente. Como antecedente, en el congreso del partido apenas el 58% aprobó negociar con la CDU. Y en el último mes más de 24 mil personas se unieron al partido, donde los jóvenes y una campaña llamada "Inscríbete, di no" luchan por rechazar el acuerdo de coalición.
En caso de que no se valide este acuerdo, unas elecciones anticipadas serían catastróficas tanto para el SPD como para el CDU, según anticipan los últimos sondeos. Los resultados se conocerán a principios de marzo. En caso de que se refrende el acuerdo, Merkel logrará su cuarto mandato al frente de Alemania.