Un total de 103 personas, entre ellas 26 niños, han muerto en una decena de bombardeos perpetrados por el Ejército sirio y sus aliados en los últimos 10 días en Idlib y Alepo -al noroeste del país-, según informó hoy Naciones Unidas, que además criticó el silencio de la comunidad internacional ante estos hechos.

Estos ataques aéreos se producen en medio de una "aparente indiferencia internacional", criticó en un comunicado la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.

La Alta Comisionada advirtió también que pese a las peticiones de la ONU para que estos ataques no se dirijan contra objetivos civiles "el gobierno sirio y sus aliados ha continuado atacando instalaciones médicas, colegios y otras infraestructuras como mercados o panaderías".

La expresidenta recordó que los ataques contra civiles son crímenes de guerra y que, por lo tanto, "aquellos que los llevan a cabo son criminalmente responsables de sus acciones".

Bachelet recordó que desde 2011 han muerto "cientos de niños, mujeres y hombres, tantos que no es posible dar una estimación creíble de la cantidad", y que en los primeros años del conflicto el mundo mostraba una "preocupación considerable", pero ahora la respuesta "parece ser un encogimiento de hombros colectivo".

"Este es un fracaso del liderazgo por parte de las naciones más poderosas del mundo, lo que resulta en una tragedia enorme", expresó la Alta Comisionada para los Derechos Humanos.

A finales de pasado mes de abril, el régimen de Bachar el Asad y sus aliados comenzaron una ofensiva contra los territorios que aún están controlados por facciones rebeldes e islamistas en el noroeste del país.

Desde entonces, Siria ha experimento un aumento de la violencia que ha dejado, según la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, al menos 450 civiles muertos, incluidos los fallecidos en los bombardeos aéreos de los últimos días.

La Alta Comisionada consideró fundamental el cese de las hostilidades para que sea posible un negociación política.