La muerte de Nahel M., un joven francés de 17 años de origen argelino y marroquí asesinado de un disparo el martes pasado, luego de que este se negara a ser controlado por la policía, se encamina a convertirse en la mayor crisis a la que el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, se haya tenido que enfrentar desde las protestas de los “chalecos amarillos”, a fines de 2018. Pero tras casi una semana desde el inicio de las manifestaciones por la muerte del adolescente, dos hechos se tomaron la agenda informativa del país galo: la disminución en la intensidad del conflicto -traducido en una reducción de las detenciones en comparación a noches anteriores- y el creciente número de focos en Marsella.
La ciudad ubicada en el sur de Francia, que se salvó de los disturbios registrados en 2005 desatados tras la muerte por electrocución de dos adolescentes en el suburbio parisino de Clichy-sous-Bois mientras huían de la policía, detalló Le Monde, amaneció este domingo con saqueos y destrozos en sus calles, golpeada de un modo “sin precedentes”, agregó el medio. La situación había sido advertida por el alcalde, quien solicitó durante la noche del viernes al gobierno central el envío de más policías, pero no fue suficiente para evitar lo que luego ocurriría.
Sin contar la de este domingo, en las cinco noches previas de disturbios las víctimas directas de incendios, violencia, daños o robos se cuentan por miles en Francia. Un balance que habría superado el de los disturbios de 2005, que, sin embargo, duraron tres semanas, destacó el diario Le Monde.
Noches de violencia
“¿Te vienes conmigo a asaltar Louis Vuitton?”. La frase, escrita en la esquina de La Canebière y Cours Belsunce bien podría ser leída como un coqueteo o un llamado al vandalismo, aseguró Le Monde. Era el sábado 1 de julio, y Marsella ya había vivido dos noches de violencia en sus calles, con centenares de tiendas comerciales saqueadas, el transporte detenido a las 18.00 y la prohibición de protestas que, como quedó en evidencia, poco sirvió para que cientos de jóvenes salieran a las calles.
Según la Prefectura de Policía, 71 personas fueron detenidas esa noche, mientras que siete miembros de las fuerzas de orden resultaron heridos, con uno de ellos impactado en la cabeza por un mortero pirotécnico, explicaron las autoridades a la prensa local. El día anterior, la noche del viernes, el saldo fue de otros 95 detenidos y 31 policías heridos.
Si bien el sector urbano del norte de Marsella no se vio afectado, dos centros comerciales fueron blanco de desórdenes, mientras que un supermercado fue saqueado e incendiado. Por la madrugada, ya durante el domingo, una concesionaria de Volkswagen fue atacada. Reuters aseguró que el punto más álgido de la noche sabatina de Francia se dio en esta ciudad, donde se vio a la policía disparar bombas lacrimógenas y hubo enfrentamientos en el centro de la urbe hasta altas horas.
En la vereda contraria, las autoridades nacionales respiraron aliviadas el domingo, informó la agencia de noticias. Pese a la preocupación de los marselleses por el desarrollo de las manifestaciones en su ciudad, desde el Ministerio del Interior de Francia destacaron que la noche del sábado fue menos intensa que las anteriores.
Ante el temor de posibles manifestaciones violentas, miles de policías extras fueron desplegados este sábado tras el entierro del joven asesinado. De padres argelinos y marroquíes, Nahel fue despedido en una ceremonia musulmana en Nanterre, un suburbio de París, detalló The Associated Press.
Más de 45.000 efectivos de las fuerzas de orden fueron enviadas a terreno como método de contención en la quinta noche de disturbios, las que han involucrado ataques a ayuntamientos, comisarías, escuelas y edificios del Estado francés, además de autos particulares y comercio en general.
Según The Associated Press, se trató de un despliegue masivo de seguridad destinado a sofocar las peores agitaciones sociales del país en años que evidenció, entre otras cosas, la profunda desconfianza en las autoridades de parte de los barrios de ingresos bajos, explicó la misma agencia de noticias.
En total, la policía realizó 719 detenciones en toda Francia, según el conteo de la mañana del domingo. De ellas, 315 ocurrieron en París. La cifra es menor a las 1.311 del viernes y las 875 del jueves, lo que llevó a Gérald Darmanin, ministro de Interior de Francia, a escribir en Twitter durante la madrugada del domingo que “45 mil policías y miles de bomberos han sido movilizados para imponer el orden. Su acción (...) hizo que la noche fuera más tranquila”.
Para el jefe de policía de París, aún es muy pronto para asegurar que los disturbios en la capital han sido erradicados, rescató Reuters. “Evidentemente, hubo menos daños, pero seguiremos movilizados en los próximos días. Estamos muy concentrados, nadie puede cantar victoria”, explicó Laurent Nunez. Desde la muerte del joven de 17 años, se han registrado más de 3.000 detenciones relacionadas con las manifestaciones.
Sin embargo, uno de los casos que más repercutieron en la opinión pública fue el del alcalde conservador de L’Hay-les-Roses, Vincent Jeanbrun. Mientras el edil se encontraba en el ayuntamiento, un grupo asaltó la casa del político, en la que se encontraban su esposa e hijos.
Un auto fue lanzado contra el hogar, detalló la prensa local, pero fue detenido por una pequeña pared que rodea la edificación. Ante esto, incendiaron el vehículo, explicó el fiscal local. La mujer y los niños, de cinco y siete años, huyeron por el patio trasero, pero los asaltantes les dispararon fuegos artificiales. Ella debió ser operada por una fractura en la pierna y los sospechosos se mantienen a la fuga, informó luego la primera ministra, Élisabeth Borne.
“Al intentar protegerlos y huir de los atacantes, mi mujer y uno de mis hijos resultaron heridos”, declaró el alcalde. El fiscal también agregó que se abrió una investigación por intento de homicidio.
En la contraparte, este domingo salió a hablar la abuela de Nahel, quien aseguró que “no queremos que rompan cosas”, detalló BFMTV. Si bien la mujer dijo culpar al policía que disparó a su nieto –el que está siendo investigado por homicidio culposo–, también aseveró que no quería generalizar.
“Menos mal que está la policía. A la gente que está rompiendo cosas, les digo ‘basta’. Han utilizado a Nahel como pretexto”, agregó. “No deberían romper ventanas, buses o escuelas. Queremos calmar los ánimos. No queremos que rompan cosas, queremos que estén tranquilos”, cerró.
Por otro lado, la abuela del joven expresó su indignación por la creación de una colecta a través de GoFund para el agente que disparó a su nieto, la que ya ha recolectado más de 730.000 euros. La página fue creada por el economista francés de origen egipcio Jean Messiha, político retirado que apoyó la candidatura presidencial de Éric Zemmour, político de extrema derecha francés, bajo el argumento de que el funcionario “ha hecho su trabajo y ahora está pagando un alto precio”.
“Me duele el corazón. Pero será castigado como todos los demás. Tengo fe en la justicia”, aseguró la abuela de Nahel.
Un problema mayor
La crisis será, probablemente, material de un intenso análisis una vez superada. Desde componentes de racismo estructural, pasando por abandono del Estado o simple desinterés y ganas de destrozar todo, distintas posturas han aparecido en medio del debate.
En la vertiente política, el Presidente Macron debió abandonar antes de tiempo una cumbre de la Unión Europea, cancelar una visita de Estado a Alemania –la primera de un mandatario francés en 23 años, indicó The Associated Press– e hizo un llamado a la ciudadanía a cooperar con las autoridades para dar con quienes “promueven la violencia” a través de redes sociales. En tanto, el líder nacional francés convocó a una reunión de crisis de emergencia durante el domingo.
Sin embargo, algunos creen que las razones van más allá de una promoción de la violencia. Mientras organizaciones sobre derechos civiles acusan que la muerte de Nahel es solo una más dentro de una larga data de casos de violencia policial y racismo sistémico dentro de las fuerzas de orden, aseguró Reuters, estas desmienten esa tesis de manera tajante.
En conversación con la cadena de televisión France 5, la madre del joven asesinado aseguró que estaba enojada con el policía que mató a su hijo, mas no con la policía en general. “Vio a un niño de aspecto árabe. Quería quitarle la vida”.
Abdel Moucer, un joven de 15 años residente de Clichy, dijo a The Associated Press que sentía “odio hacia el policía que mató a Nahel. Quería matarlo”. Y agregó: “En 2005, cuando mataron a Zyed y Bouna, no teníamos videos ni redes sociales. Hoy todos hemos visto lo que ocurrió”. Sin embargo, se lamentó por el daño a las ya desfavorecidas ciudades, como la suya. “Me siento triste, no sé por qué han incendiado el ayuntamiento”, cerró.
En los barrios marginales de Marsella, donde la situación ha crecido en los últimos días, la situación escaló rápido. No habían pasado 12 horas desde la muerte del joven cuando un grupo de manifestantes adolescentes se enfrentaban a decenas de agentes armados con cascos, fusiles de asalto y escudos antidisturbios. Según The Guardian, pese a que la ciudad en una de las más multiculturales del país, la realidad se entrecruza con una amplia desconfianza contra las comunidades musulmanas y una importante hostilidad policial, lo que se suma a un creciente problema de narcotráfico.
Dos años atrás, el mandatario visitó Marsella durante la presentación de un plan para mejorar las ciudades. Pero la relación de la ciudadanía con las policías y la sensación de seguridad se ha ido deteriorando drásticamente, relató el medio británico. En 2022 se batió el récord de muertes violentas, con 32 víctimas por ajustes de cuentas entre bandas. Durante 2023, ya van 23 muertos y 50 heridos.
En el último viaje de Macron a la ciudad, el 28 de junio, Amine, un joven franco-argelino de 19 años, le preguntó qué haría para restaurar la quebrada relación entre la comunidad y las policías, y si se reinstauraría la guardia comunitaria. Macron ofreció poco en respuesta. “Él realmente no respondió”, dijo Amine. En contraste, un contingente rodeaba al mandatario. Y Hamid, un joven de 18 años, gritó: “Así que ahí es donde se esconde toda la policía. ¿Cuántos necesita un hombre?”.