Agentes migratorios mexicanos ingresaron este jueves a un campamento de haitianos en Ciudad Acuña (frontera norte con Estados Unidos) para instarlos a salir de allí y dar continuidad a sus solicitudes de refugio, a lo que se negaron muchos de ellos.
“No queremos ir a Tapachula, jefe”, dijo uno de los haitianos ante la “invitación” de un funcionario del Instituto Nacional de Migraciones (INM) que ingresó al parque donde acampan los extranjeros. “Allá estamos sufriendo, durmiendo en la plaza, en la calle”, agregó el hombre, sin identificarse.
Tapachula, en la frontera sur con Guatemala, está colapsada por decenas de miles de centroamericanos y haitianos solicitantes de refugio, un estatus que les permite permanecer legalmente en el país sin ser deportados, a la espera de poder cruzar a Estados Unidos. Pero muchos migrantes que llevaban meses esperando respuesta a su solicitud decidieron continuar su marcha hacia Ciudad Acuña, donde cientos acampan en un parque o bajo un puente fronterizo.
El ingreso de los agentes fue el segundo episodio de una tensa jornada en el improvisado campamento, que amaneció sobresaltado por lo que parecía ser un intento de desalojo. A primera hora del jueves, decenas de policías irrumpieron en unas 50 patrullas que se desplegaron en la ribera del río Bravo por donde cientos de haitianos van y vienen diariamente entre ambos países trasladando alimentos y provisiones.
“¿Por qué están con policías? ¿Por qué están estacionados allá afuera? ¿Nos van a deportar o echar de acá?”, preguntó angustiado un hombre tras la llegada del convoy.
Grieta en el gobierno de Biden
El operativo fue desplegado luego de que el INM anunciara que los extranjeros deben retornar a los lugares donde radicaron sus solicitudes. “Deberán seguir estos trámites (...) en la entidad donde fueron iniciados”, declaró el comisionado nacional del INM, Francisco Garduño, desde Ciudad Acuña (norte).
Unos 19.000 haitianos, en su mayoría provenientes de Brasil y Chile, están varados en la frontera entre Colombia y Panamá, esperando continuar su viaje por la selva del Darién, donde operan narcotraficantes del Cartel del Golfo.
La crisis impactó de lleno en el gobierno de Estados Unidos tras la renuncia este jueves de su enviado especial a Haití, en rechazo a las deportaciones de haitianos. “No me asociaré con la decisión inhumana y contraproducente de Estados Unidos de deportar a miles de refugiados y migrantes ilegales haitianos”, dijo el enviado especial del Departamento de Estado, Daniel Foote, en su carta de renuncia.
Washington comenzó a deportar la semana pasada vía aérea a cientos de haitianos que habían ingresado desde México.
Según Unicef, 40% de los migrantes haitianos son menores de edad.
Desalentados por la situación en la frontera, decenas de haitianos gestionaban este jueves su refugio en Ciudad de México para quedarse en este país.
Haití está sumergida en la pobreza y el caos, una situación que se agravó tras el reciente terremoto y el asesinato del presidente del país, Jovenel Moïse, el pasado 7 de julio.
“Hay una situación muy difícil, de inestabilidad y violencia, eso se tiene que tomar en consideración”, aseguró este jueves el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia matutina.
Su canciller, Marcelo Ebrard, reiteró este jueves en la Asamblea General de la ONU que se requiere cooperación internacional para regular los flujos migratorios. “La cooperación internacional es elemento crucial para que las comunidades de origen, tránsito y destino desarrollen sus capacidades sin tener que recurrir a la emigración”, dijo durante su participación.
“No tengo nada en mi país”
Ante el movimiento de los policías, los haitianos se despertaron alarmados. “Nada tengo en mi país, ¿qué voy a hacer?”, expresó con el rostro desencajado y al borde del llanto Sonja Pierre, de 43 años.
La AFP constató que en la ribera aún se permite el cruce de haitianos. Algunos pasan de México a Estados Unidos llevando a sus hijos en hombros y trasladando sus pertenencias en mochilas y bolsas. Un agente policial comentó a la AFP que no se les ha ordenado detener a nadie. Una hilera de vehículos de la patrulla fronteriza estadounidense permanecía estacionada en el lado estadounidense del río, con sus agentes vigilantes pero sin impedir el cruce de los haitianos.
Mientras, un helicóptero sobrevolaba la zona, en tanto otro contingente policial cerró las puertas de acceso del parque restringiendo el ingreso de más personas o vehículos.
La nueva oleada migratoria se desató luego de que Washington ampliara la vigencia del Estatuto de Protección Temporal (TPS) para los haitianos que estaban en Estados Unidos antes del 30 de julio. Como ocurrió a finales de 2020 tras la elección de presidente Joe Biden, esta decisión provocó un “efecto llamada” que impulsó a miles a emprender una carrera hacia la frontera con Estados Unidos.