“El perfecto dinosaurio idiota”, parte un mensaje publicado a primeras horas del martes en X, antes Twitter. El remitente era Javier Milei, el presidente de Argentina, y en él, no solo se hizo cargo de acrecentar la ya tensa situación diplomática con Bolivia -tras asegurar que se trataba de un autogolpe-, sino que también reimpulsó la pelea entre el mandatario y su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
Mediante el formato de una lista, el economista libertario enumeró una serie de elementos que conforman a este “idiota”, sin nombrar a nadie en específico, pero de paso interpelando a todos los miembros de la comunidad regional que condenaron el golpe de Estado del pasado 26 de junio en Bolivia.
De alguna manera, se trata de llevar la política confrontacional que tantos réditos políticos le entregó a nivel local, a un plano regional. La gran pregunta es cuánto resultado le dará. Sus críticas al gobierno de Luis Arce, presidente de Bolivia, llevaron a este a convocar al embajador argentino en La Paz a dar explicaciones, así como al llamado a consultas del representante boliviano en Buenos Aires. Pero, además, a profundizar un pleito con Lula que parecía congelado en aras de las buenas relaciones entre ambos países.
En ambos casos, hay un factor común. Mientras en el caso de Bolivia, el mandatario argentino dijo que era el resultado de políticas “socialistas”, en el de Brasil, se ha enfrascado en calificar de “comunista” y “corrupto” -pese a que la condena fue descartada por el Supremo Tribunal Federal- a Lula, y la reticencia a disculparse por sus dichos, como pidió el líder del Partido de los Trabajadores (PT). Pero no se quedó ahí.
La cancelación de la asistencia de Milei a una cumbre de Mercosur en Paraguay, ya de por sí indicativa de su reticencia a encontrarse con su par brasileño, relataron medios trasandinos, se amplificó con otra decisión de la Casa Rosada: irá a Brasil a un encuentro de conservadores donde se encontrará con la familia Bolsonaro, los grandes rivales de Lula.
Carlos Pagni, periodista y analista argentino, señaló en una columna para La Nación que “hemos visto que el Presidente decidió no asistir a la Cumbre del Mercosur, ofendido porque Lula da Silva dijo que le tendría que pedir disculpas antes de verlo ‘por las tonterías que dijo’. Había un compromiso tácito de que Milei no se iba a referir a Lula y Lula no se iba a referir a Milei. Lo quebró Lula para, seguramente, dolor de cabeza de la diplomacia brasileña que no quería romper el compromiso e intentaba abuenar una relación estratégica”.
Sin embargo, continuó, “Milei no va a la cumbre de Asunción, donde seguramente se iba a encontrar con el presidente Luis Arce, con quien también tiene un conflicto por la interpretación de lo que fue o no fue un golpe de Estado en Bolivia. En cambio, sí va a un congreso de la derecha brasileña bolsonarista, los peores enemigos de Lula, en Camboriú. El Presidente retrocede lo poco que había avanzado en la pacificación de la relación entre la Argentina y Brasil”, analiza.
En línea con la tesis de la internacionalización de su política confrontacional, Pagni señala que “al Gobierno no parece importarle esto (el pleito diplomático con dos de sus vecinos). Milei se ve como un líder global. Y en el juego mundial, lo que él promueve va ganando. Ganó la derecha en Francia, le fue muy mal a Biden en Estados Unidos; pareciera que avanza Donald Trump. Y en la organización de Europa, en la conducción de la Comisión Europea, también hay una sustitución del socialismo o el progresismo de centroizquierda por la derecha”, cierra.
Vale añadir que no es el único frente internacional abierto que Milei mantiene. A estos dos, se suman los constantes cruces con su par colombiano, Gustavo Petro, o el reciente pleito con Pedro Sánchez, jefe de Gobierno de España. Todos, vale añadir, de corte izquierdista y/o progresista.
El conflicto con La Paz
Este arquetipo indicado por Milei “se come la curva en el caso Bolivia y me critica por no declarar de modo inmediato” y “se conoce el fraude montado en Bolivia y el perfecto idiota, en lugar de aceptar su error, me critica por dejar su estupidez a la vista”, inicia.
Tras ser de los pocos mandatarios en no pronunciarse directamente cuando las tanquetas irrumpieron en el Palacio Quemado, la semana pasada, fue la canciller, Diana Mondino, la encargada de hablar en representación de Argentina. En un escueto mensaje a través de redes sociales, la ministra de Relaciones Exteriores dijo que “los gobiernos, sean buenos o malos, gusten o no, se cambian únicamente en las urnas. No se cambian con violentos golpes de Estado”.
La postura oficial del gobierno, sin embargo, no demoraría en cambiar. Fue el domingo cuando la Oficina del Presidente (OPRA), la cuanta oficial en X de la administración trasandina, sostuvo que Milei repudiaba “la falsa denuncia de golpe de Estado realizada por el gobierno de Bolivia”.
En lo que fue una pincelada de lo repetido este martes, la OPRA aseguró que “gracias a los reportes de inteligencia, el Gobierno Nacional mantuvo la calma y la serenidad frente a los hechos denunciados (…). Hace tiempo que la democracia boliviana está en peligro. No por un golpe militar, sino porque históricamente los gobiernos socialistas derivan en dictaduras”, aseguró.
También calificó de “poco creíble” la narrativa del presidente Arce, acusando que el Ejecutivo controla al “Poder Legislativo, al Poder Judicial y las Fuerzas Armadas”.
Como cabía esperar, en La Paz replicaron los dichos del mandatario, acaso el único de la región que abiertamente ha adoptado la teoría del autogolpe, en línea con las declaraciones del general Juan José Zúñiga, líder de la asonada que dijo al ser arrestado que Arce le ordenó movilizar las tropas contra el Palacio Quemado.
Desde el gobierno de Arce no dejaron pasar el hecho, y el lunes emitieron un comunicado en el que demandaban respeto con su país, y rechazaban la “inamistosa y temeraria” forma de comunicarse entre naciones que Argentina había adoptado.
En una devuelta de mano, en cuanto a retórica agresiva se trata, el Palacio Quemado advirtió que la amistad entre países “no debe ser perturbada por intereses mezquinos e ideologías fascistas”. Y, de paso, Cancillería citó al embajador argentino -quien asistió la noche del lunes, detalló Clarín- y llamó a consultas al suyo, en Argentina.
Hasta ahí, la polémica ya había escalado bastante, pero faltaba el mensaje en redes sociales de Milei, azuzando aún más la relación entre Argentina y Bolivia. Refiriéndose a los dos países en los que entró en conflicto, el economista añadió: “Así son estos idiotas exaltadores de las formas por carecer de contenido y que además son esclavos del sobre, lo cual los hace ser funcionales a los gobiernos corruptos…”.
Y, en clave político-electoral, añadió que “si hubiéramos hecho las cosas como este gran dinosaurio idiota decía, LLA (La Libertad Avanza) hubiera perdido. No le hicimos caso y ganamos y como no puede asimilar su error, entonces ensucia desde el armado de una crítica políticamente correcta. Son parte del fracaso argentino”.
El pleito derivó en que un grupo de ciudadanos paceños llegaran a manifestar su molestia con el gobierno argentino en la embajada de la capital, aseguró Clarín. “La Patria se respeta, carajo”, gritaban decenas de personas reunidas.
El quiebre de una dinámica
Fue durante la campaña presidencial argentina que los roces entre Lula da Silva y Javier Milei, entonces candidato de una tercera vía de corte libertario, empezaron a crecer. La retórica agresiva del economista, razón que lo hizo aparecer en el radar mediático, era conocida, y la cercanía del kirchnerismo y Lula lo puso en su radar.
Milei calificó como una intromisión esta relación, y no dudó en atacar directamente a quien, si ganaba en noviembre, iba a ser su par latinoamericano. De ese modo, no dudó en calificarlo de “comunista” o de “corrupto”. Incluso llegó a decir que el Estado no negociaría con países de ese corte político, poniendo en duda los acuerdos y el ingreso de capitales brasileños y chinos, dos de los más importantes del país vecino.
Pero nada de eso ocurrió, y la relación entre Lula y Milei pareció enfriarse, en un acuerdo tácito por no agitar las aguas. De hecho, cuando se toparon a mediados de junio en el encuentro del G7, en Italia, no se dirigieron la palabra, a medio camino entre el no polemizar y demostrar su mala relación. Eso cambió con una reciente entrevista del líder del PT con el portal brasileño de noticias UOL, donde planteó: “Solo quiero que (Milei) se disculpe (…) No conversé con el presidente de Argentina porque creo que debe pedirle disculpas a Brasil y a mí”.
La respuesta del país vecino vino de la mano del portavoz presidencial argentino, Manuel Adorni, quien señaló en su habitual conferencia de prensa que no había nada por lo que Milei se deba disculpar.
“Lo que el presidente Lula pretenda está dentro de sus deseos, pero el presidente (Milei) no ha cometido nada de lo que tenga que arrepentirse, al menos por el momento”, señaló. El propio mandatario añadió: “¿Desde cuándo hay que pedir perdón por decir la verdad? ¿O estamos tan enfermos de corrección política que a la izquierda no se le puede decir nada aun cuando es verdad?”.
Lejos de quedar ahí, Milei continuó su diatriba afirmando que su par era un “zurdito con el ego inflado”, reportaron medios locales.
En su mensaje de este martes, Javier Milei no disminuyó su retórica: “Luego de las agresiones de Lula (en especial su fuerte interferencia en la campaña electoral y apoyo sólido a la campaña más sucia de la historia) se queja porque le respondo con verdad (ha estado preso por corrupción y es comunista)”, escribió. El máximo ente judicial brasileño, hay que añadir, anuló la condena que pesaba sobre Lula.
Fue en la prensa argentina donde también apuntaron a que, pese a que estaba invitado a una cumbre de Mercosur, Milei no asistiría supuestamente para no encontrarse con el petista. La cita se celebrará en Asunción, Paraguay, este 8 de julio.
Poco después, se supo que el mandatario argentino no viajaría el lunes a la reunión del importante bloque económico, pero sí lo haría el sábado a Brasil. ¿A qué? Para asistir a una cumbre conservadora en la que se encontrará con Jair Bolsonaro, el expresidente acusado de instigar a los ciudadanos a evitar el cambio de mando y el consiguiente asalto a los edificios de los poderes del Estado de Brasil. En la misma línea, ambos países se han mensajeado producto de los más de 60 investigados, juzgados o requeridos por la Justicia brasileña en el marco del citado ataque que se encontrarían en Argentina.
Guillermo Chaves, exjefe de gabinete de Cancillería de Argentina, dijo a Radio 10 Mar del Plata que “la política exterior que ha planteado el gobierno de Javier Milei carece de objetivos en el marco de la defensa de los intereses nacionales”.
En línea con las críticas opositoras, añadió que “los nueve viajes que él ha realizado al exterior y si sumamos los días, de los siete meses de gobierno más de un mes estuvo afuera del país, han sido en el marco de actividades privadas porque ha ido a recibir condecoraciones de organizaciones desconocidas de dudoso nivel académico o político y que tienen que ver con sus ideas y no con los intereses que él tiene que representar, sin nada de agenda de Estado”.
En cambio, “Milei no va a Paraguay a la Cumbre del Mercosur y sigue de gira juntando cartones truchos. Antes en Europa, ahora en Camboriú con Bolsonaro. La política exterior del Gobierno de Argentina carece de objetivos en el marco de la defensa de los intereses nacionales”, argumentó.