Después de pasar tres meses atravesando el desierto para posteriormente ver a otros migrantes morir en altamar durante su intento de llegar a Europa, Sahr John Yambasu dejó de lado la idea de cruzar el Mediterráneo y decidió volver a casa.

El hombre de 29 años oriundo de Sierra Leona llegó en junio a Níger durante su viaje de regreso, pero agentes de Naciones Unidas le dijeron que tenía que esperar a que se vaciaran los hacinados centros para migrantes antes de que pudiera ser repatriado.

Entonces, soldados amotinados derrocaron al presidente de Níger unas semanas más tarde, lo que desató las tensiones regionales y obligó al cierre de las fronteras. Yambasu estaba atrapado.

Según cálculos de la ONU, Yambasu es uno de los casi 7.000 migrantes que intentan volver a casa en distintas naciones de África y que se encuentran varados en Níger desde finales de julio, cuando miembros de la guardia presidencial derrocaron al presidente elegido democráticamente, Mohamad Bazoum. La junta de Níger cerró su espacio aéreo, y países de la región cerraron sus cruces fronterizos como parte de sanciones económicas y de viaje que complican la salida de las personas en el país.

Níger es una ruta importante tanto para los africanos que intentan llegar a Libia para desde ahí cruzar el Mediterráneo hacia Europa, como para aquellos que vuelven a casa con ayuda de la ONU.

Al igual que otros, Yambasu no sabe cuándo podrá salir de Níger.

“Me siento triste porque es un país al que no pertenezco. No es fácil”, dijo.

Relató que salió de Sierra Leona en junio debido a la incertidumbre política y tenía la esperanza de llegar a Alemania. Logró viajar por toda la región hasta llegar a Libia, donde abordó una embarcación junto a cerca de otros 200 migrantes. La balsa pasó días en altamar y algunas de las personas a bordo fallecieron antes de que la embarcación fuera interceptada por la Guardia Costera de Libia y llevada de regreso a las costas libias.

Eso fue suficiente para él y decidió volver a casa. Llegó hasta Níger con la ayuda de grupos humanitarios, pero no ha podido salir de allí.

Funcionarios de Naciones Unidas calculan que alrededor de 1.800 personas con predicamentos similares a los de Yambasu viven en las calles de Níger debido a que los centros gestionados por la Organización Internacional para las Migraciones ya no pueden recibir a más migrantes. Las instalaciones tienen a cerca de 5.000 personas que intentan volver a casa.

La agencia de la ONU ha estado ayudando a cerca de 1.250 personas al mes a volver a sus países de origen en lo que va del año. Pero el cierre de fronteras y del espacio aéreo la ha obligado a suspender temporalmente las repatriaciones, y sus centros actualmente se encuentran 14% por encima de su capacidad, dijo Paola Pace, jefa de misión interina para la agencia en Níger.

“Esta situación trae consigo desafíos para los migrantes, pues se albergan en estos centros donde pueden sufrir de mayor estrés e incertidumbre ante la posibilidad limitada de un regreso voluntario e instalaciones ya copadas”, comentó.

A Pace le preocupa que el estancamiento en el tránsito de los africanos que intentan volver a casa pueda incrementar la explotación de personas vulnerables a manos de traficantes y contrabandistas que por lo general se enfocan en individuos que tratan de migrar a Europa.